Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 4 de noviembre de 2007

La raìz de la desgracia:Isabel de Castilla


La Catoliquísima o Criminalísima Isabel de Castilla
Cecilia Ruiz de Ríos

Mucho me enojó el inefable Juan Pablo II cuando dijo que no había infierno pues hasta entonces yo había albergado la esperanza de que al morirme yo, pudiera ir ahí a zangolotear a patada limpia o apearle los dientes a personajes tan odiados por mí como Julio César, George Armstrong Custer, Hitler o la salaz Isabel de Castilla. Mi aborrecimiento hacia la reina de Castilla quien junto a su adusto maridazo Fernando unificó España se debe sencillamente a que gracias a haberse ella infatuado locamente por el piojoso y desgraciado Cristóbal Colón, se vino encima la desgracia sobre el continente americano. Como mujer, sus costumbres me huelen a abominación. Como monarca, encarna todas las características deplorables en un mandamás. No en balde el asqueroso fascista Francisco Franco la tomó como su heroína.
Isabel vino al mundo para desgracia de todos en Madrigal de las Altas Torres un 22 de abril de 1451 y lástima que no se murió chiquita. Su madre, Isabel de Portugal, había usado el sucio chantaje sexual para dominar a su esposo el rey Juan II de Castilla, quien era un intelectual coronado. Isabel de Portugal además daría a luz a un varoncito Alfonso, quien no llegaría a la mayoría de edad. Ella sería la última monarca de la familia de Trastámara, cuya raíz estaba en el guapo y bisexual soberano Enrique II. Cuando su papi Juan II murió en 1454, su medio hermano Enrique-quien era mucho mayor que ella-se convertiría en el ridículo rey Enrique IV el Impotente. Enrique al ceñirse la corona, mandó a sus medio hermanitos y a su madrastra, quien ya estaba perdiendo la chaveta, a un pobre exilio en el Castillo de Arévalo para que no le estuvieran estorbando.
Enrique en realidad le tenía miedo a esta mujer desde que estaba chiquita, pues evidenciaba una sed de poder pocas veces vista en alguien tan menor. Enrique para colmo padecía de una deformidad en sus menudencias que no le permitía tener una erección normal, por ende no podía engendrar hijos propios. Su primer matrimonio con Blanca de Navarra había sido anulado por falta de consumación. Luego, tratando de probar que sí podía copular, el feo Enrique se casó con la libidinosa princesa Juana de Portugal, quien era pariente de la mamá de Isabel(la loca Isabel ya encerrada en Arévalo). Enrique, a quien le gustaban los machos también, tenía un cortesano favorito llamado Beltrán de la Cueva, y en un descuido de Enrique, Beltrán se había refocilado con la reina y de ahí nació Juana, a quien le pusieron desde su nacimiento el sobriquet de La Beltraneja. Al cumplir Isabel 10 años y Alfonsito 7, Enrique los mandó a traer para incorporarlos a la corte, dejando sola en Arévalo a la madre de ambos, quien para estas alturas del campeonato ya estaba más loca que una cabra que se desayunó con hongos.
Bajo la supervisión de Enrique, Isabel comenzó a desarrollarse en la corte siempre que no posara amenaza para el Impotente, pero cuando el monarca no estaba vigilando, aprendió todas las mañas del garrote. Mediante la Representación de Burgos, los nobles le manifestaron al rey que deseaban que nombrara a su medio hermano menor Alfonsito como heredero al trono, ya que tenían grandes dudas que la princesita Juana la Beltraneja fuera de veras hija de Enrique. Enrique urdió planes para casar a su hermanito Alfonso con Juana la Beltraneja apenas fueran adolescentes, algo que afortunadamente no se pudo hacer. Poco después de hacerle promesas a sus nobles, Enrique cambió de opinión. Los nobles, quienes se había apoderado de Alfonsito y lo reconocían como legítimo heredero, se fueron a la Batalla de Olmedo contra Enrique en 1467 y aunque nadie ganó, un año más luego Alfonsito se murió a los 14 añitos de edad en circunstancias muy raras, y eso lo aprovechó Isabel para ofrecerse a los nobles como opción alterna. Ante todos, ella manifestaba apoyo a su hermano mayor Enrique, pero tras sus espaldas intrigaba en contra suya. Jugando esta política sucia, Isabel logró que su hermano mayor el impotente la reconociera como heredera en el Tratado de Toros de Guisando, descalificando a Juana la Beltraneja como futura reina. Juana a estas alturas ya estaba casada con el rey de Portugal a pesar de ser solo una muchacha. Enrique trató de casar a su intrigante hermanita con varios, pero ella se resistía. A escondidas y sin conocerlo ni amarlo, Isabel escogió al empurrado heredero Fernando de Aragón, a quien le llevaba un año de edad.
A escondidas pero sin que esto suponga ninguna infatuación romántica, los dos nefastos adolescente se casaron un 19 de octubre de 1469 en Ocaña, después de haberse comprometido en Valladolid.
Al morir Enrique el Impotente un 10 de diciembre de 1474, Isabel no perdió tiempo con lágrimas de cocodrilo por su hermano mayor. Se hizo coronar en Segovia a los tres días de la muerte del odiado hermano y cuando ella y su esposo estaban reorganizando la corte, un furibundo Alfonso V de Portugal cruzó la frontera con tropas para defender el derecho de Juana la Beltraneja, quien a estas alturas era su esposa. Así comenzó la guerra por la sucesión de Castilla en el asqueroso espectáculo de Isabel –tía de Juana la Beltraneja-trenzándose con su sobrina por la corona sin respetar vínculos familiares ni nada. Fernando logró sopapear a las huestes de Juana en la Batalla de Toro de 1476, y Juana dejó de insistir. Fernando e Isabel posteriormente se dieron a la tarea de domar a poblados rebeldes que eran leales a Juana, matando a miles muy cristianamente. En 1479 el papá de Fernando murió, lo que convirtió a este nefasto matrimonio en reyes de Aragón. En 1480 la intrigante pareja apareció ante las cortes de Toledo para lograr que cinco consejos reales y 34 representantes civiles armaran un código de leyes y edictos para tejer la telaraña básica de lo que sería la España unificada. Parte de la urdimbre lograda en ese cónclave incluye la solicitud que hizo la cristianísima Isabel al Papa Sixto IV para que los autorizara a tener la Santa Inquisición en España. Para 1483 el confesor de la reina, Tomás de Torquemada, fue nombrado el primer inquisidor general para pesadilla de muchos. Le designaron una oficina en Sevilla.
Cuando no estaban peleando, intrigando o haciéndole daño al prójimo, Isabel mostró sus ardores nupciales con su marido y producto de sus revolcones hubo varios abortos espontáneos y 5 hijos. El primer retoño fue la hembra Isabel de Asturias nacida un primero de octubre de 1470, quien al llegar a su juventud fue casada con Alfonso de Portugal, y tras haberlo agotado en el lecho, casóse con Manuel I de Portugal, quien sí le aguantó sus broncas. Isabel murió de parto un 23 de agosto de 1498 y el hijito que dejó murió dos años más tarde que ella. Juan fue el segundo hijo de la pareja, fue designado príncipe de Asturias y debutó en este valle de lágrimas un 28 de junio de 1478, pero sus padres tuvieron el mal tino de casarlo con la chimbarona Margarita de Austria, quien agotó en el lecho al pobre tísico sin que éste la hubiera podido preñar. Juan solo aguantó 6 meses de rigor matrimonial, muriendo un 4 de octubre de 1497.El tercer bebé de Isabel y Fernando fue parido un 6 de noviembre de 1479 y se llamó Juana. Fue apodada “La Loca” por su locura sexual por Felipe el Hermoso, un guapo pero inútil y salaz príncipe de la casa de Habsburgo(por cierto hermano de Margarita quien enviudó de Juan) quien fue su desamorado esposo. Juana moriría loca y viuda el 13 de abril de 1555 después que el inservible de su marido murió a los 28 años de edad, tras haberle hecho cinco hijos con cierto desgano. A Juana le siguió María de Aragón como cuarto retoño de Isabel, y a esta pobre le tocó comerse las sobras de su hermana mayor Isabel dado que se casó con el viudo Manuel I de Portugal. Esta mujer tendría seis hijos. La menor de los hijos de Isabel sería Catalina de Aragón, nacida un 15 de diciembre de 1485 y muerta en desgracia un 7 de enero de 1536. A esta pobre princesa la casaron el tísico príncipe inglés Arturo de Gales, quien se murió recién casado con ella, y luego Catalina casó con Enrique, el hermano menor del pobre Arturo. Este Enrique una vez que se coronó Enrique VIII de Inglaterra la gastó pariendo hijos muertos, lográndose para desgracia de todos solo María Tudor, quien luego sería la amargada reina María I La Sangrienta. Catalina fue humillada cuando su marido la desechó para alborotarse con Ana Bolena. Isabel ha sido criticada como madre intrigante quien pensó solo en la conveniencia política y no en la felicidad de sus hijos al momentos de enlazarlos, y por eso todos ellos tuvieron vidas tremendamente desdichadas.
1492 fue un año de grandes eventos para Isabel y su esposo. Ya ostentaban, por cortesía del Papa Alejandro VI(el español Rodrigo Borgia), el sobriquet de los Reyes Católicos. Sin embargo, estos monarcas y el papa Alejandro VI no se gustaban mutuamente. Isabel y Fernando se lanzaron a la conquista de Granada para terminar la reconquista que daría pie a la unificación de España como tal. Los nobles afirmaban que los conversos, o sea judíos que se habían bautizado en la fe católica, usurpaban el lugar de los legítimos cristianos al ocupar altos cargos en el gobierno. Isabel, siempre alerta y con buen oído hacia los chismes, y conociendo la envidia muy bien pues era algo muy familiar para ella, les prestó oídos. Con la Inquisición instalada, y con el ojo de Isabel pendiente de las fortunas tanto de conversos como de las familias judías, se le metió echar mano de ese botín.

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El reino de Granada había estado en poder de los moros desde que ellos llegaron a España en el siglo VIII de la era cristiana. Protegido por barreras naturales y su posición geográfica ventajoso, los moros no habían sido absorbidos. Isabel y su marido aprovecharon que habían rencillas internas entre los líderes de Granada para dividir y vencer. Montada en una mula tan terca y fea como ella misma, Isabel se fue a la Guerra y aunque le tomó diez años, para 1492 pudo saborear la miel del triunfo El dos de enero de 1492 Fernando e Isabel pudieron entrar a Granada, convertir la principal mezquita en iglesia cristiana y aunque se firmó el tratado de Granada más adelante en el mismo año para garantizar los derechos de los islámicos, este tratado igual que muchos papeles oficiales acabó de papel higiénico porque sus majestades se limpiaron el cheto con él.
Ese mismo día Isabel enunció su deseo que todos los judíos y musulmanes salieran lo más pronto posible de su reino. Mostrando lo malagradecida que era al haberse bebido la leche de la civilización judía y morisca y luego maldiciendo a la vaca, quiso que España fuera solo católica. Era parte de una purga religiosa que le dejaría las gruesas fortunas de los musulmanes y judíos en su poder, y con eso daría el próximo importante paso de su agenda apretada del 1492: financiar con oro robado –y no con el empeño de sus joyas a como los ignorantes del Colegio Americano Nicaraguense me dijeron en clase de historia en primaria para que sonara bonito al estilo American Dream-el viaje de su amorcito Colón. El 31 de marzo de 1492 el decreto de la Alambra que dictaba la expulsión de los judíos y moros fue decretado. Unas 200 mil personas abandonaron la península ibérica, dejando sus propiedades confiscadas en las golosas garras de Isabel. Otros, apegados al terruño que los vio nacer, se convirtieron al cristianismo y se colmaron del desprecio de judíos y moros al llamarlos marranos.
El piojoso genovés de extracción judía Cristóbal Colón entró en la vida de Isabel como uno de los gigolós más despreciables de la historia. A estas alturas la fogosidad de Isabel-ya una madura mujer de deseos insaciables-ya no estaba dirigida a su marido, quien hacía sus correrías en la corte con damas más jóvenes. Reza la leyenda que la primera forma de lanzarle anzuelo Colón a Isabel fue piropeándola por lo bien que se mantenía. Isabel, desesperada por sus deseos insatisfechos y demasiado acostumbrada a jugarretas e intrigas, no cayó de inmediato y tres veces rechazó el proyecto de Colón-quien no había podido embaucar a los portugueses anteriormente-porque no creía que viajando hacia el oeste el genovés fuera a llegar más raudamente a la China. Finalmente, cuando ya Colón estaba harto de sus mates de hembra en celo y ya casi iba camino a Francia a buscar a quien embaucar-ella desengavetó las fortunas de dinero mal habido y tras negociar si sería almirante y otras prebendas, la ajada Isabel soltó los puentes levadizos. Un 3 de agosto de 1492 ya iba Colón saliendo de Cádiz para venir a desgraciarnos en su primer viaje. Colón regresó cargado de tesoros e indios, e Isabel lo trató como héroe. No siempre haría eso, ya que después del segundo viaje, la veleidosa mujer lo trató como delincuente y hasta lo tuvo encadenado. Nunca le pagó lo prometido a Colón, a pesar que el descubrimiento del desgraciado almirante le abrió las puertas de América a España para venirnos a saquear, contagiarnos de sífilis y viruela y anular nuestra civilización. En 1494 por el tratado de Tordesillas Isabel y su marido dividieron la tierra como si ellos fueran dioses, dándole a Portugal su tajada y quedándose ellos con el botín del león.



La religiosidad de Isabel es precisamente lo que ha convertido a muchos creyentes en ateos. Era más papista que el papa, pero no entiendo cómo conjugó un adulterio con Colón mientras posaba como la esposa perfecta temerosa de Dios., o arrebató trono a su sobrina y perpetró tantas atrocidades como la Inquisición que causó tanta muerte y sufrimiento. Esta obsesionada mujer quiso imponer su religiosidad a todos obligando a tantos a que abrazaran una fe que para muchos de nosotros solo merece burla y asco por su criminal historia.n Ni siquiera como madre logró hacer nada por paliar el sufrimiento de sus hijos, y la locura de Juana fue empeorada por ella misma. En sus últimos años, Fernando le faltaba al respeto aún en público y cuando ella murió el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo, nadie podría afirmar que eran un matrimonio unido. Apenas ella murió Fernando buscó nueva esposa, una jovencita Germana de Foix, con la cual pretendía tener hijos pero que solo sirvió para convertirse en el hazmerreír de todos. Fernando incluso se enemistó con su yerno Felipe el Hermoso, y a la muerte de éste tuvo que darse a la tarea de cazar a Juana la Loca quien vagaba sin rumbo por España con el cadáver de Felipe.
Isabel fue enterrada posteriormente en Granada, en la Capilla Real que fue construida por su nieto, Carlos(hijo de Juana y Felipe). Le acompañan toda su disfuncional familia incluyendo su marido, su hija Juana y el esposo de ésta Felipe, y el nieto Miguel quien murió de dos añitos. Lástima que a como dice el inolvidable Karol Wojtila no hay infierno para que esta mujer y sus allegados se sigan pateándose en el trasero allá los unos a los otros, a como lo hicieron tan lamentablemente en vida para dejar una de las huellas lodosas más sangrientas y abominables de la historia.

2 comentarios:

Acirfa dijo...

Hola, soy una estudiante de Magisterio y me gustaría decir que nunca habia mirado la historia de Isabel la católica de esta manera. En cierto modo, siempre nos pintan a los reyes como sangre azul, a gente que hay que obeceder, que hay que dar dinero y callar..., pero sinceramente este articulo me a impactado, por la fuerza de su autora al remarcar lo de lujuriosa y por la convicción (creo que acertada) de las intrigas de la reina de Castilla.
Me gusta la historia desde que tengo razón de uso, pero sinceramente siempre me habia centrado en la historia de otros reyes como Felipe iv, y los austrias menores y nunca me habia fijado en lo interesante que sería conocer con más profundidad la personalidad de Isabel y saber si es cierto, si hay algo de verídico en su historia, solo para saber más.

Gracias. Acirfa

Anónimo dijo...

Sinceramente siento que en tu afán de dar tu punto de vista, enjuagaste la historia como verdaderamente sangrienta, creo que los reyes de esa época han tomado decisiones tan drásticas y erróneas como Isabel, toda la familia real estaba mirando la corona y creo que satirizaste la figura de los reyes católicos a algo que todas las familias reales estaban acostumbradas, cierto es que su catolicismo lo llevaron a extremos, pero eso fue lo que hizo de España la nación más importante durante esa época y los años venideros, aunque luego Inglaterra ocupara ese lugar. pero bueno, va de opiniones.