Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 4 de noviembre de 2007

recordando De profundis



AMOR QUE NO SE ATREVE A DECIR SU NOMBRE
Federico García Lorca

Hace poco, mi buen amigo Julio Armas con los ojos abiertos como platos, me dijo asombrado: -Jesús, niñá, lo de Oscar Wilde era comidilla, pero que Dalí haya estado con García Lorca..!

Lo cierto es que el hecho de que el gran surrealista español haya practicado "el amor que no se atreve a decir su nombre" y con nada menos que con el genial Federico García Lorca ha caído como balde de agua helada al publicarse recientemente un libro sobre el tema.

La realidad es que tanto el affaire homosexual de Dalí con García Lorca como la pasión del hermoso irlandés Oscar Wilde con su inseparable Bosie siguen siendo temas que escandalizan a muchos. El caso de Federico García Lorca es único, dado que desde chiquito ya se le veía por donde se le iba a quebrar la mano. Nacido un 5 de junio de 1898, era el hijo mimado de una maestra y un granjero. En 1914 se fue a estudiar a Granada, donde devoró tomos enteros de filosofía, leyes y letras. No es de extrañarse que en 1917 ya produjera su primer opus, llamado Fantasía Simbólica, y en 1919 ya estaba en la residencia para Estudiantes de Madrid.

En 1925 el guapo Federico conoce a quien será el gran amor de su vida, el catalán Salvador Dalí, quien a esas alturas ya es un excéntrico de cuidado. Durante una estadía en Cadaqués, en la residencia de la familia Dalí, Federico le lee el manuscrito de Mariana Pineda. Para entonces ya Federico tiene sueños mojados con su amigo, y hasta un criado de la familia del pintor atestiguó
haberle oído suspirar al autor de "verde que te quiero verde" que Dalí "tiene las medidas perfectas para la felicidad amorosa".

Salvador Dalí

Dalí, criado en el seno de una familia burguesa con tendencias derechistas y raíces católicas, no se atrevió a salir del clóset y vivir abiertamente con Federico, quien enchilado y sufriendo horrores, huyó a Estados Unidos para reponerse de su corazón roto. Federico se refugió en la Universidad de Columbia con una beca. En 1929 Federico escribió en su obra Poeta en Nueva York, y a su retorno a la patria ya gozaba de gran prestigio como dramaturgo. Federico nunca se repuso de su amor por el estrambótico Salvador. Sin embargo, muchos juran hasta con los
dedos de los pies que el autor del Cante Jondo tuvo un affaire aux trés petit sérieux con el pianista y compositor francés Maurice Ravel, llegando a popularizar la anécdota de que Federico le puso la mano en la rodilla al músico y éste le movió la mano hacia arriba diciéndole que "mejor oigamos el Boléro"...

En 1935 Federico estrenó exitosamente su Yerma en Madrid, y un 19 de agosto de 1936, tras un alzamiento militar contra el gobierno de la 2da. República española, es fusilado tras un brevísimo e injusto juicio sumario. Cuando Dalí se enteró que su ex amante fue asesinado, ni su mujer Gala (la rusa Helena Doluvina Diakonoff, robada a su amigo el poeta francés Paul Eluard) con
sus suspiros eróticos lo pudo consolar, y cuentan las malas lenguas que Dalí esa vez aulló de dolor y remordimiento como lobo mal tirado.

Oscar Wilde, el homosexual más conocido de la cultura occidental, fue el protagonista de un episodio que hasta la vez pone los pelos de punta a muchos. Nacido un 16 de octubre de 1854, la madre de Oscar fue la primera en predisponerlo hacia la homosexualidad, ya que ansiando tener una hija, se consolaba a sí misma vistiendo al robusto Oscar de mujer. Oscar en su juventud a pesar de sus amaneramientos era netamente heterosexual, y lloró lo suyo cuando su primera novia, Florrie Balcombe, prefirió casarse con el chapucero Abraham "Bram" Stoker, el autor del célebre Drácula.

Posteriormente padeció de una galopante infatuación por la tufosa belleza Lily Langtry, quien ya era querida del futuro rey inglés Eduardo VII. En 1884 Oscar se casó enamoradísimo con Constance Lloyd, y tuvo dos hijos con ella, pero al descubrir que la sífilis que le había contagiado una meretriz en sus tiempos de estudiante seguía sin curar, decidió no volver a tocar mujer y prefirió a los machos de la especie. En 1891 Wilde se topó al gran amor de su vida, el linajudo, guapísimo y erudito Lord Alfred "Bosie" Douglas, un hombre como hecho a la medida de sus gustos. El joven noble se prendó ciegamente de Wilde, y hasta la esposa de Wilde aplaudía esa relación.

Tanto Bosie como Oscar pronto recurrieron a la conquista de chicos para salpimentar su relación, y fueron presentados en Londres al alcahuete Alfred Taylor, quien se encargaba de conseguirles oficinistas, adolescentes lustradores y vendeperiódicos y chiquillos indigentes. Cuando el octavo Marqués de Queensberry, padre de Bosie, se enteró de la vida que llevaba su hijo al lado del genial dramaturgo irlandés, comenzó a escribir furibundas cartas al muchacho y a amenazar a Oscar Wilde con exponerlo en público.
Harto del acoso del viejo aristócrata, Wilde emprendió un juicio por difamación contra él, pero el tiro le salió por la culata, dado que su "suegro" tenía recopiladas pruebas de las andanzas de Oscar y Bosie.

Muchos aconsejaron a Wilde que huyera de Inglaterra, ya que en una sociedad victoriana las acusaciones del Marqués de Queensberry en contra suya eran tomadas muy en serio. Wilde se negó a huir, y un mes después lo detuvieron bajo acusaciones de actos deshonestos con menores de edad. Al alcahuete Taylor también lo echaron al tabo. En un segundo juicio, por cierto uno de los momentos más bochornosos de la historia legal de Inglaterra, Wilde se defendió con astucia, aplomo y buen gusto. La intimidad del escritor fue escrutinizada y hasta sus obras como Dorian Gray fueron tildadas de obscenas.

Fue cuando Wilde defendió el amor homosexual con el célebre discurso de "Amor que no se atreve a decir su nombre", afirmando que el amor gay es "hermoso, bueno, noble y dulce". Al acabar el segundo juicio aún no había veredicto, y se procedió a abrir un tercer procedimiento. Wilde se negó nuevamente a escapar. Como resultado del tercer infame juicio, Wilde y Taylor fueron enviados tras las rejas para dos años de trabajo forzado.
El ambiente de la cárcel inglesa casi acaba con la cordura de Wilde, acostumbrado a ser idolatrado y a vivir bien. Desde el tabo echó sapos y culebras contra su amado Bosie, acusándole de haber sido su perdición. Sin embargo, el dolido Bosie le siguió amando con fidelidad, y en una ocasión dijo que Wilde seguía siendo "tribunal, jurado y juez de mi vida, aunque esté preso." Al ser soltado Wilde, huyó como cachinflín prendido a Francia e Italia. Bosie fue tras él aunque todo mundo les aconsejaba mejor separarse. Solo la muerte pudo ponerle punto final al amor tempestuoso entre Bosie y Wilde, y hoy en día la tumba de Oscar en un cementerio parisino sigue atrayendo a miles de miembros del "tercer sexo" y también a aquellos que consideramos que fue una burla macabra del destino que precisamente en Inglaterra, país que ha tenido varios monarcas amariposados como Ricardo Corazón de León, Eduardo II o Jacobo I, haya sido donde condenaran al "amor que no se atreve a decir su nombre.

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