Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 23 de marzo de 2008

Matrimonios sin Hijos


Cuando la felicidad no precisa retoños
Cecilia Ruiz de Ríos
Si bien es cierto que a como decía Rabindranath Tagore, "los hijos son los girasoles del jardín del matrimonio" y jamás me imaginaría mi hogar sin la existencia bendita de mi hija Elizabeth, en la historia hubo parejas que aunque no tuvieron descendencia, fueron obscenamente felices en su hogar.
Enrique VIII Tudor de Inglaterra se casó numerosas veces en busca del ansiado hijo varón y así logró ser uno de los hombres más pleitistos y atormentados de todos los tiempos. Sin embargo, cuando ya estaba viejo, fofo, gordo y enfermo y en poder de dos hijas y un hijo habidos con tres mujeres distintas, quiso tener una esposa que lo cuidara y le diera paz. Tras hacer decapitar a su infiel quinta consorte, Catalina Howard, le propuso boda a una rubia de 31 años quien ya había enviudado dos veces:Catalina Parr. La Parr se casó con el sangrón monarca aunque estaba prendada de otro, le fue muy fiel y hasta lo reconcilió con sus dos hijitas a Enrique.
Debido a que el soberano estaba muy enfermo y no había ni esperanzas de que inventara el Viagra, Catalina no tuvo descendencia propia con su regio marido. Esto no impidió que reinara la comprensión y compañerismo entre ella y su esposo, quien murió tranquilo en brazos de ella. Otro monarca que tuvo felicidad conyugal a pesar de no haber engendrado hijos con su esposa fue el fabuloso Luis XIV de Francia. El Rey Sol ya había enviudado de su fea esposa española Ma. Teresa-con quien tuvo muchos hijos-y ya venía de vuelta de numerosas aventuras sexuales con varias queridas(muchas de las cuales le dieron espurios) cuando se encontró el amor a la medida en la nana de sus bastardos habidos con la intrigante y bella Madame Athenais de Montespán. Francisca De Aubigné por su parte ya había enviudado del semi inválido poeta Paul Scarron cuando el Rey Sol se prendó de ella, celebrándose un matrimonio morganático.
A pesar de estar muy bien conservada en su cuarta década, Francisca no tuvo hijos del ardiente Luis XIV, quien conservó su vigor masculino hasta la vejez.
Napoleón Bonaparte era varios años menor que Josephine Beauharnais, una viuda de costumbres licenciosas, cuando se enamoró apasionadamente de ella. Alteraron las partidas de nacimiento y se casaron locos de pasión, pero ya Josephine estaba demasiado menopáusica como para que le cuajara un bebé, y Napoleón comenzó a preguntarse cómo resolvería el lío del heredero para su imperio. Aunque locamente enamorado todavía de su infiel y estéril Josephine, Napoleón se vio forzado a divorciarse de ella para buscar "una matriz adecuada"(léase Ma. Luisa de Habsburgo, la joven que le dio a su único hijo legítimo). Toda su vida pasaría Napoleón extrañando a su primera esposa, quien fue el amor de su vida aunque no le dio hijos.
Pedro I del Brasil fue un monarca cuyas infidelidades minaron la salud de su primera consorte, Leopoldina de Habsburgo. El hecho de que ella le diera varios hijos no le detenía de pasearle queridas en la cara, incluyendo a la intrigante y sensual Marquesa de Santos. Cuando Leopoldina murió, Pedro I debió buscar nueva esposa linajuda y lo casaron con la princesa Amelia de Leuchtenberg. Lo que jamás se imaginó fue que se enamoraría como un colegial de su segunda esposa, quien era bella, dulce, muy culta pero irremediablemente machorra. Amelia fue aceptada como madrastra de los hijos que Pedro I había tenido co la sufrida Leopoldina, y el emperador y su segunda esposa fueron aparatosamente felices.
Eduardo VIII de Inglaterra es recordado como el soberano más efímero que tuvo su país pues renunció por amor a la plebeya, calculadora y casquivana divorciada gringa Wallis Simpson. Al colgar su cetro de monarca por Wallis, Eduardo VIII también perdió chance de ser padre de familia, ya que nunca tuvieron hijos. A lo largo de los numerosos años de matrimonio, los Duques de Windsor (título que logró Eduardo para él y su indeseada esposa) vivieron en armonía y Eduardo conservó intacta su ternura e infatuación por la mujer que le costó el trono inglés.
El odioso monarca rumano Carol II no tuvo hijos con el amor de su vida Magda Lupescu. Carol II tuvo un retoño con su primera esposa, una bailarina plebeya, y luego al casarse por razones de estado con una princesa griega, también engendró a Mircea. Cuando Carol II se echó de querida a la casquivana Magda Lupescu, ésta adquirió una enorme cuota de poder y tras perder el trono, ambos se fueron al dorado exilio. Una vez fuera de Rumanía, lograron casarse y los hijos de la pareja fueron una camada de malcriados perros y un buen número de gatos que eran los darlings de Magda. Carol II y su tercera esposa fueron escandalosamente felices.
Frida Kahlo, pintora judía mejicana, al casarse con el gran muralista azteca Diego Rivera, soñaba despierta con tenerle hijos, pero su salud no le permitía albergar un feto en su matriz por más allá de pocos meses de gestación. Frida, cuya vida fue marcada por el dolor físico procedente de un pavoroso accidente, jamás tuvo descendencia pero el amor entre ella y su esposo quedó intacto dado que tras divorciarse la primera vez, volvieron a casarse entre sí más enamorados que nunca. Diego Rivera pasó a ser el hijo mimado que Frida nunca pudo parir.
Elizabeth Barrett al casarse con Robert Browning tras una jalencia por cartas no albergaba esperanzas de tener hijos. Semi-inválida y de frágil salud, esta gran poetisa inglesa no pudo darle retoños a su célebre esposo poeta, pero eso no fue impedimento para que fueran muy dichosos. El gran creador judío de la vacuna antipolio Jonas Salk tampoco echó de menos los hijos al casarse con la francesa Francoise Gilot(quien fue amante del pintor español Pablo Picasso, con quien tuvo hijos).
El matrimonio entre Virginia Woolf y su esposo Leonard tampoco fue infeliz porque la escritora jamás diera a luz a bebé alguno. Leonard fue un esposo tan comprensivo que ni siquiera le reprochaba a la autora de La Sra. Dalloway que incluso tuviera amoríos lesbianos con Vita Sackville West!
En el mundo de la farándula iberoamericana, la recientemente fallecida diva cubana de la salsa Celia Cruz jamás tuvo hijos con su adorado esposo trompetista Pedro Knight, sin embargo era obvio que esta pareja de músicos se idolatraba entre sí más que un par de palomitas de Castilla.

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