Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 3 de febrero de 2008

el primer babrudo enl trono romano


ADRIANO, AMARIPOSADO Y SANGRIENTO EMPERADOR
Cecilia Ruiz de Ríos

"Ya sé que era malo con los judíos, pero quiero que me hablés de Adriano," me dijo una de estas tardes mi alumno Johnny, quien tiene obsesión por el imperio romano. La realidad es que en el emperador romano Adriano, quien fue el primer emperador en desafiar la costumbre de entonces al dejarse crecer la barba(lo consideraban barbárico), se reúnen las peores y mejores características que puede poseer un ser humano.Aunque la masacre que hizo en Judea me dan ganas de haberlo arrastrado boca abajo y desnudo por Piedra Quemada, sus acciones hacia los artistas son buena referencia.
Adriano desde chiquito fue hermosísimo, un bebé rollizo que nació un 24 de enero del año 76, décimoquinto hijo del matrimonio formado por Elio Adrio y su esposa Domicia Paulina. Quedó huérfano a los diez años, pasando a la tutela de su pariente Trajano, quien estaría calentando el trono romano antes que Adriano heredara el mando al morir Trajano sin descendencia. Al bello Adriano le llamaban el Graeculus, por su excesivo amor hacia todo lo griego(incluido el homosexualismo descarado).
Erudito desde niño, recibió la más esmerada educación y su memoria era lo que hoy llamamos fotográfica. Desde adolescente, ya prefería a los de su mismo sexo pero se vio obligado a desposar a Vibia Sabina, nieta de Marciana(hermana predilecta del célebre Tertuliano). Sabina habría de mostrar docilidad externa hacia su barbudo marido, pero secretamente practicaba la contracepción mediante ingestión de hierbas dado que manifestó "pavor de traer al mundo algo semejante" a su esposo. Sabina en una ocasión llegó a disputarse el amor de un chavalo que fue de los muchachos de su protector Trajano, pero el mozalbete prefirió a Sabina, lo cual hizo que Adriano le recriminara a su esposa por tal atrevimiento. Para el año 97, ya Adriano había estado en Germania como tribuno, y al año siguiente su protector se hizo emperador romano. En 117 Adriano se fue a Siria como gobernador, pero cuando murió Trajano fue nombrado emperador. Una vez coronado, Adriano no se durmió en sus laureles. Insistió en ser conocido más allá de su perfil en una moneda, y viajó a los más recónditos rincones del imperio romano para ser conocido por sus súbditos en persona.
Para ese entonces ya tenía como adorado amante a un bellísimo muchacho llamado Antínoo, que le seguía con la misma adoración que el eunuco persa Bagoas mostró hacia el macedonia Alejandro Magno varios siglos atrás. Antínoo procedía de orígenes humildes, no era muy culto, pero adoraba untar de aceite perfumado a Adriano y era dócil y amoroso. Tanto amor entre el chavalo y Adriano iba a acabar mal, pues una tarde Antínoo se fue al río Nilo en Egipto mientras andaban por esos lados y quiso someterse a ritos supersticiosos que garantizarían una larga vida a su idolatrado protector. Antínoo-el bellísimo pero poco letrado chavalo de Bitinia a quien Adriano vestía de mujer- se ahogó en el río, y Adriano al saber de su muerte habría de ahogarse en un torrente de lágrimas. Adriano procedió a deificar a su joven amante y en el año 130 construyó la ciudad de Antinópolis en homenaje a su amor desaparecido.
En 131 el escéptico Adriano promulgó un decreto que prohibía la circuncisión, práctica llevada a cabo desde tiempos inmemoriales por los judíos. Añadiendo injuria al insulto que era ese decreto para los judíos, ordenó edificar en la colonia Elia Capitolia en Jerusalén un templo a Júpiter. En 132 estalló la revuelta en la Judea, y Adriano, quien nunca le puso mucha mente a la religión, no comprendía por qué los hebreos se ofendían si les ponían un templo de Júpiter en su tierra. Este conflicto habría de durar hasta el año 135 y como enemigo de Adriano surgiría el legendario héroe hebreo Simón Bar Kochba, quien lidereó a los insurrectos contra los romanos en un despliegue increíble de heroísmo. Bar Kochba, un esplédido gigante pelirrojo con complejo de Mesías, se alió con el rabino Akiba, quien hasta los 40 años había sido solo un guapo sonso iletrado hasta que la hija de un ricachón se enamoró de él, atrapándolo en redes matrimoniales y culturizándole. Para horror de los romanos, los judíos pelearon hasta con los dientes y Adriano tuvo que sacar de Bretaña a su mejor general(Julio Severo) para que se fuera con 50 mil legionarios a evitar que Judea se separara del imperio romano. Cuando la cosa se puso color de hormiga, el mismo Adriano se fue a la insurrecta Judea. Bar Kochba fue cruelmente asesinado por órdenes de Adriano en Betar en 135 y la rebelión fue ahogada en sangre, preferiblemente judía, por supuesto! Al terminar el conflicto, a los judíos se les prohibió acercarse a Jerusalén más de una vez por año y un buen número de ellos acabaron de esclavos para exportación. Lo curioso de Adriano es que mientras sofocaba la rebelión hebrea en Judea, en otras partes del imperio protegía los derechos de judíos establecidos por esos lados desde siglos atrás, permitiéndoles derechos civiles que en tantas otras civilizaciones de la época no tenían.
Adriano no solamente fue un gran guerrero, sino que como mecenas de sabios y artistas dejó imborrable huella. Construyó numerosos anfiteatros y templos, pagando generosamente a quienes construían estos edificios. Escribió por sí mismo abundantes poemas, tratados sobre filosofía y artes y protegió a científicos y escultores. Sus tratados sobre la guerra aún se estudian en diversas academias de prestigio. En 136, viendo que ni Sabina ni mujer alguna le había parido hijos, adoptó como sucesor a Lucio Cejonio Cómodo Vero, pero quiso el destino que este hombre muriera antes que Adriano mismo falleciera. En su vejez intentó alejar a la soledad y tristeza con una sucesión de jóvenes amantes de bello perfil, linda musculatura y cero sesos.
En 138 nombró como sucesor a un miembro del consejo imperial, Tito Aurelio Antonino, y un 10 de julio del año 138, en medio de fuertes dolores y un estado de sofocación debido a la retención de fluidos en sus tejidos, Adriano se fue de este valle de lágrimas en Baia merced a una galopante hidropesía. En Inglaterra, su recuerdo vaga por ese inmenso muro llamado Muralla de adriano con el cual el emperador quiso demarcar dónde finalizaba su dominio y dónde vivían los "bárbaros incultos."Como residuos de su amor por el arte, la belleza y la cultura quedó la Villa Adriana, la cual queda al este de Roma y que es tal joya de la arquitectura que muchos afirman que Adriano le quitó la delantera a Luis XIV al haber dado a construir este "Versalles romano." Otros le recuerdan como un lujurioso homosexual que se prendaba de chicos hermosos pero bobos, genuinos " bellos idiotas" a como reza una canción. Pero los hebreos siempre le recordarán como el hombre que más sangre les hizo derramar y que mató a uno de los héroes más legendarios del judaísmo, Simón Bar Kochba.

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