Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


viernes, 8 de febrero de 2008

Màscara de hierro o de misterio?


EL HOMBRE DE LA MASCARA DE HIERRO
Cecilia Ruiz de Rìos
Hace poco tuve el inmenso disgusto de ir a ver una cinta llamada El Hombre de La Máscara de Hierro, con estelares del amariposado Leonardo Di Caprio incongruentemente en el rol del viril Rey Sol, Luis XIV. Si bien es cierto que la trama de la película estaba bastante bien hilvanada, mucha gente salió creyendo a pie juntillas que el hombre tras la máscara de hierro era un hermano desafortunado de Luis. De esta forma, Hollywood distorsionaba nuevamente la historia, y en medio de una discusión con varios de mis alumnos de inglés surgió la inquietud de dar la versión legítima.

Uno de los grandes enigmas de la historia universal ha sido quién exactamente era el desafortunado prisionero a quien se le permitía vestir con elegancia, comer como rey y gozar de ciertos privilegios a pesar de haber muerto en el horrendo cautiverio de La Bastilla.

Las primeras especulaciones que se hicieron fueron que el Hombre de la Máscara de Hierro era un hermano indeseado del Rey Sol, habido en amores adúlteros por Ana de Austria, quien no gozaba de buena reputación. Si bien es cierto que la madre del Rey Sol tuvo devaneos con otros hombres estando recién casada con su anodino Luis XIII y hasta se habló de que abortó un espurio hecho dentro de un coche lujoso con el Duque de Buckingham, tanto Luis XIV como su hermano menor homosexual Philippe eran engendrados por Luis XIII. Luis XIV, el primogénito, en ningún momento vino al mundo acompañado de gemelo alguno. Ana de Austria concibió sus dos hijos cuando ya se le daba por ser más machorra que una mula, y ambos fueron embarazos problemáticos. La reina, una vez que dio a luz al futuro homosexual Philippe, nunca volvió a quedar encinta, por lo cual la conjetura de un hermano indeseado cae por su propio peso. Tampoco es cierto que Luis o Philippe fueron los dudosos hijos de un manipulador D´Artagnan, a como nos hace creer en la novela Los Tres Mosqueteros Alejandro Dumas.

Los investigadores, al concluir que era falso lo del hermano indeseado, miraron en otra dirección. El reino de Luis XIV se caracterizó por la relajación moral y los escándalos, entre ellos el protagonizado por la hermosa, altiva y muy intrigante favorita real, Madame Athenais de Montespán. La Montespán ya le había dado varios hijos al rey cuando se dio cuenta que su amado andaba de zángano por otras enaguas. Tras tanto parto y excesos, la Montespán se iba poniendo fofa y celulítica, y temía perder sus privilegios. Hizo practicar misas negras sobre su cuerpo desnudo, invocó al Uñudo para que le devolviera el amor y la cartera del Rey Sol... y dio a hacer venenos para acabar con la competencia, entre ellas Madame Fontanges, de quien se dice que abortó por culpa de una intoxicación lograda tras engullir unos bombones de procedencia misteriosa. Cuando Luis XIV se dio cuenta del lío en que se metió la Montespán, dejó de frecuentar su cama y la retiró de la corte con pensión, casas y lujos.

Eustache Dauger fue uno de los involucrados en este escándalo, y se creyó que el conocimiento de horribles secretos le ameritaba que Luis XIV lo mandara a encerrar con una máscara de hierro. Este Dauger había nacido en 1637, hijo de un noble capitán de mosqueteros. Dauger era un noble de mala reputación, y había compartido con el Rey Sol los primeros años de educación. Lo que colmó al rey, quien no perdonaba excesos en sus semejantes, fue que Dauger celebró misa negra en un Viernes Santo, y un pajecito de 14 años apareció asesinado. Dauger se vio desheredado por su linajuda familia y se dedicó a ser intermediario en el negocio de los venenos para ganarse el sustento. A estos venenos les llamaban los Polvos de la Herencia, pues muchas veces eran usados por hijos desnaturalizados para despacharse a sus adinerados progenitores.

En 1668 se hizo una investigación en torno a las andanzas de la Montespán y su aliado Dauger. Al desaparecer Dauger de las fiestas de la corte y regarse la leyenda del hombre de la Máscara de Hierro todo mundo supuso que Luis XIV lo había encerrado para que no hablara nada, pero la realidad es que este Dauger murió loco en el asilo San Lázaro, donde fue llevado por sus atribulados parientes que ya no querían cargar con él tras tanta desgracia y escándalos.

Otro hombre con el nombre de Eustache Dauger de Cavoye parece ser el que llevó la dudosa distinción de pasar encerrado con una máscara de hierro...o por lo menos de fieltro. Cuando un 20 de noviembre de 1703 entró un sacerdote a la Bastilla, iba con la misión de confesar al Hombre de la Máscara de Hierro, quien se estaba muriendo. Llegó tarde, pues el prisionero ya había expirado.
Durante 29 años, Luis XIV tuvo preso al Hombre de la Máscara de Hierro. No se le imputó nunca crimen alguno, ni jamás se le ocurrió a Luis XIV eliminarlo. Reza la leyenda que preguntaba a menudo por él, y cuando se enfermaba le mandaba a su doctor personal. Cuando este prisionero muere a las diez de la noche, ya lleva 5 años de cautiverio en la Bastilla, a donde lo habían transferido por razones de seguridad. Sam Mars era el encargado de cuidar del hombre, y le proporcionaba buenas vestiduras, libros y buena comida. Sam Mars siguió a su preso estrella a la muerte 5 años más tarde, y Luis XIV se fue de este valle de lágrimas 12 años después, llevándose consigo el secreto a la tumba. Pero todo parece indicar, hasta la fecha, que el misterio de la identidad de este enigmático recluso llevaba por nombre y apellido el de Eustache Dauger de Cavoye, el hombre que supo demasiado y por eso debió de callar en una celda

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