Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


martes, 29 de enero de 2008

cuando se trata de parir por docena


LAS MADRES MAS FECUNDAS DE LA HISTORIA
Habiendo yo parido solamente una hija, Elizabeth (pero quien hace por 40), siempre me han maravillado aquellas mujeres que han sido como conejas paridoras. A través de la historia nos encontramos con féminas que no temieron a los rigores del parto ni al tedio de la crianza en epocas en que la educación y cuido de los hijos era casi potestad excusiva de la madre.

La reina francesa de extracción florentina Catalina de Médicis comenzó su vida de casada siendo menospreciada hasta por su marido francés Enrique II de Valois. Se burlaban de ella por fea, inmadura y sobre todo por ser considerada estéril. Sin embargo, reza la leyenda que una pócima hedionda y alaste que le confeccionó el médico, chef y vidente judío Miguel de Nostradamus le
puso fin a su infertilidad y comenzó a parir como coneja.

10 barrigas consecutivas aguantó Catalina, pero desgraciadamente la cantidad no estaba acompañada de la calidad. Sus hijos eran deformes, o enfermizos y entre ellos más de uno no estaba capacitado para reproducirse, a como sucedió con Francisco II (el primer esposo de María Estuardo reina de Escocia, y se rumora que nunca pudo consumar el matrimonio.) De sus restantes hijos, Enrique III y Carlos IX llegaron a reinar brevemente, y de sus hijas, Elisabeth fue casada con el feo Felipe II de España (de quien se dice que la mató) y Margot, quien fue bella pero era demasiado libidinosa y machorra, fue repudiada por ser estéril por el futuro Enrique IV de Francia. Catalina, intrigante y soberbia, desató matanzas como la ocurrida la Noche de San Bartolomé y fue recordada como una mujer de armas tomar cuando murió, pero apenas fue una madraza quien trató de proteger a sus hijos por sobre todas las cosas.

María Teresa de Habsburgo es hoy recordada como una mujer que supo forjar el reino de Austria. Casada con el Duque Francisco de Lorena, le tocó reinar en una época en que las mujeres eran vistas sólo como adorno. Fecunda a más no poder, María Teresa se pasaba buena parte de su vida en cinta, o pariendo, o cuidando muchachos. Tuvo diez hijos en total, y entre los más célebres de ellos estuvo el progresista José II (quien la sucedió en el trono) y la ambiciosa, odiosa y estrambótica María Antonieta, destinada a ser reina de Francia como consorte de Luis XVI.

María Teresa fue una mujer disciplinada, accesible y enérgica, aunque tolerante con los devaneos de su esposo y adoradora de los chiquillos. Su amor maternal se desbordaba ante cualquier inocente, y en una ocasión hasta se sacó un hermoso seno del corpiño para darle de mamar al hambriento bebé de una mendiga. En otra oportunidad, le metió buena nalgueada al díscolo niño rubio que era el futuro gran compositor Francisco José Haydn cuando éste se escapó de partir la cabeza al caerse de un arbol. MaríaTeresa, siempre tierna con los niños, chineó al compositor Wolfgang Amadeus Mozart cuando éste, siendo un niño prodigio que mantenía a su familia dando conciertos, se cayó y se raspó una rodilla después de un recital en el palacio.

Amna Estuardo, reina de Inglaterra, fue otra mujer cuya fecundidad dejó asombrado a muchos. La gorda y ordinaria reina se había casado con el príncipe Jorge de Dinamarca y apenas comenzaron la vida matrimonial, Anna comenzó a parir como coneja. El problema es que la calidad de los bebés producidos era pobrísima, cuando lograba superar los peligrosos meses iniciales de gestación. 12 de sus preñeces acabaron en abortos espontáneos, y de sus otros 6 vástagos, uno nació muerto y los otros 5 murieron muy tempranamente a causa de hidrocefalia. Al morir un 1o. de agosto, Anna Estuardo fue la última de su dinastía para ceder paso a la dinastía alemana de los Hanover. A pesar de sus ansias de ser una madre modelo y su amor por los niños, Anna había fracasado aparatosamente en sus 16 intentos de ser madre.

Carlota Sofía de Mecklenburgo-Strelitz era una muchacha de sangre azul pero sin mucha plata cuando llamó la atención del rey Jorge III de Inglaterra al enterarse éste que ella le había mandado una enérgica carta a nada menos que Federico el Grande de Prusia solicitando que acabara con las masacres de niños y civiles. La flacucha muchacha con boca de caimán fue solicitada como esposa de Jorge III. Casados en 1761, Carlota parió en 1762 al heredero, quien sería el patán, glotón, mujeriego e inepto Jorge IV. Jorge III, mojigato como él solo a pesar de haber sido algo picaflor de soltero, opinaba que las mujeres eran solo para parir y criar hijos, y mantuvo alejada de la política e intrigas palaciegas a Carlota, quien se ocupó de parir nada menos que 15 hijos en total.

La suerte de Carlota empeoró cuando a su regio marido se le "pelaron los cables". Mientras Jorge III estaba en garras de la locura, Carlota nada pudo hacer más que servir de enfermera, pues su carencia de experiencia en lides políticas la inutilizó para enfrentar las crisis ocasionadas por la pérdida de las colonias norteamericanas. Muerta en 1818, esta alemancita fea y flaca que hasta le tocó "bailar con el loco" se llevó a la tumba el récord como madraza prolífica de la realeza de sus tiempos.

No se podría cerrar este artículo sin mencionar a una gordita de ojos azules que fue la mujer que más tiempo estuvo sentada en el trono de Inglaterra: Victoria Alejandrina de Kent. La reina Victoria era chaparrita, con pecho de paloma y mal genio, y se casó enamoradísima de su pariente pobre Alberto de Saxe Coburgo. A pesar de que a ella se le atribuye aquel consejo dado a las mujeres casadas de "no moverse en la cama, cerrar los ojos y pensar en el país", Victoria sí se meneó abundantemente en su ardiente lecho con su amado Alberto, quien fue bueno para estabilizarla, ponerle 9 barrigas pero no para la corona matrimonial. Victoria tuvo 9 muchachos a los cuales no les aguantaba berrinches.

Así como nunca quiso que Alberto fuera más que Príncipe Consorte y engendrador plenipotenciario de herederos, Victoria nunca fue una madre arrumacadora y llegó a sentir celos del afecto que su marido le proporcionaba a los hijos. Afirmaba que el embarazo era "lo más horrendo y un atentado contra la decencia", pero cuando su galeno le aconsejó que no tuviera más hijos, protestó preguntando si ya no "habría de divertirse en el lecho.
" A la muerte de Alberto -acelerada por un disgusto de faldas que protagonizó el hijo de ambos, el futuro rey Eduardo VII- Victoria se hizo una viuda odiosa, puritana, hipócrita y mojigata que exigía pleitesía melosa de sus hijos. Lo que nunca pudo ser confirmado fue si efectivamente Victoria llegó a tenerle un hijo a su criado de confianza John Brown, un escocés alto y barbudo con quien solía sentarse a beber whisky, pero los rumores en torno a una affaire de vieja libidinosa de Victoria con su criado corrieron a tal punto que Eduardo VII llegó a exigirle que despidiera al tal sirviente

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