AY MIS MUCHACHOS, EXPRESION HISTORICA, HISTERICA O AMBAS?
Cecilia Ruiz de Ríos
Es muy común la expresión de Ay mis Muchachos en cualquier parte, pero a través de la historia esa frasecita ha significado muy diversas cosas para quien la interjecta. Dicha con exasperación o con ira, con cariño o muertos de risa, aquellos que la han usado pertenecen a todo tipo de ralea y color.
Sócrates, gran filósofo griego, quien afirmaba “solo saber que no sabía nada”, era literalmente perseguido por hordas de sus alumnos, a los cuales él llamaba “mis muchachos.” A la cabeza de ellos marchaba su sucesor y predilecto Platón. Mucho lloraron y rabiaron los muchachos cuando el increíble y feo Sócrates obedeció el mandato de apurar una copita de cicuta sin vaso ni pastilla para acabar con su vida por órdenes del corrupto estado. Para el emperador romano Tiberio sus “muchachos” era la tremenda cantidad de prostitutos y prostitutas juveniles que lo esperaban en la isla de Capri para armar orgiásticas samotanas. Entre ellos se destacaba el glotón Vitelio, quien fue brevemente emperador también. Los agresivos hunos eran los amados muchachos del sanguinolento Atila, y con ellos se fue a querer saquear Roma solo para encontrarse que el papa León I no lo dejó pasar.
San Patricio, pelirrojo, alegre y bromista cristianizador de la bella Irlanda, es uno de los santos más populares de la Iglesia Católica, y cuando estaba vivo gozaba de igual popularidad por su trato afable y justo. Llamaba “sus muchachos” a los diligentes monjes que lo idolatraban. Para el incomparable San Francisco de Asís al pasar de la riqueza a la pobreza sus muchachos fueron las criaturas, todos los animales a quienes veneró tanto que hoy es el santo patrono de ellos, y considerado el primer santo ecologista de la historia. El dinámico San Juan Bosco llamó “sus muchachos” a sus seguidores, mayormente adolescentes, mientras que San Pedro Claver, protector de los negros que venían en cadenas al Nuevo Mundo por el tráfico de esclavos de los “catoliquísimos”españoles, llamaba “sus muchachos” a los negros a quienes sirvió con humildad. Para la heroica y analfabeta Juana de Arco “sus muchachos”eran las tropas con las que salvó a Francia del yugo inglés.
Durante la Edad Media, Maximiliano I de Austria llamó “sus muchachos” a los niños con los cuales fundó el celebérrimo y aún existente coro “Los Niños Cantores de Viena”. Sin embargo, “los muchachos” del gran trovador francés Guillermo de Aquitania tenían más pelos y patas que los canoros infantes vieneses, ya que Guillermo tenía muchísimos gatos a los que trataba como niños, entre ellos el velitre y viajero Gateau.
Entre los grandes nombres del imperio otomano, dos príncipes quienes eran hijos del sultán Bayaceto II denominaban sus muchachos a dos cosas muy distintas. El gordinflón, borracho, sádico y pederasta Ahmed(quien por suerte nunca llegó a reinar) llamaba “mis muchachos mariposas” a sus chicos castrados designados para el placer, pero su hermano mayor, el dulce, talentoso y genial Korkut apodaba “sus muchachos” a los músicos con los cuales tocaba sus nuevas obras. Selim I, hermano menor de Korkut y Ahmed y considerado como excelente aunque adusto sultán, llamó “mis muchachos” a los exóticos derviches danzantes de la orden de los Mevlevi(ataviados de blanco, ungían a cada nuevo sultán en una ceremonia extraña de coronación). Solimán el Magnífico, sabio y multitalentoso hijo de Selim I, llamó “mis muchachos” a los soldados élite genízaros, quienes eran la escolta personal de los sultanes.
“Los muchachos” del zar Pedro I el Grande de Rusia eran sus constructores holandeses de barcos, pero la misma palabra la usó el rey galo Enrique III para designar a sus favoritos masculinos, entre los que iba el bardo Juan Alejandro de Normandía. El gran monarca africano Shaka Zulú tenía tres rubicundos y peludos “muchachos” quienes para colmo estaban designados como coroneles del grupo élite Fasimba: Kalampopo, Khazilimpopo, y Limpopo. Lógicamente que estos coroneles no eran criticados por el hecho de no ir a las guerras: eran enormes miácidos abisinios y los genuinos escoltas de cama del fiero monarca.
Willa Cather, gran escritora y periodista empírica norteamericana, llamaba “mis muchachos” a las chicas con las cuales tenía relaciones amorosas, ya que la famosa autora de “O Pioneros” y “Mi Antonia” era lesbiana. El explorador noruego Roald Amundsen logró alcanzar el polo sur en la Antártida gracias a “sus muchachos”(los perros de trineo¡) y el monje austríaco Gregor Mendel llamaba “ mis muchachos” a las plantas de guisantes con las cuales descubrió las leyes de la genética. Para el chacal Adolfo Hitler los muchachos eran sus juventudes hitlerianas, entre quienes estaba el actual Benedicto XVI cuando solo era el anónimo entonces Joseph Ratzinger. Hoy para el nuevo papa sus “muchachos” parecen ser los dos gatos que son su viva adoración...Benito “Il Duce” Mussolini llamó muchachos a sus fascistas, pero para el novelista nipón “sus muchachos” fueron los integrantes del ejército privado (Tatenokai)que él fundó para glorificar las tradiciones del Bushido en el Japón. Estos “muchacos”, muy jóvenes por cierto, usaban un espantoso uniforme marrón que los hacía ver como costales de papas con patas.
En Nicaragua, el pueblo al inicio le llamó “los muchachos” a los combatientes insurreccionales, pero luego el escritor y político Sergio Ramírez Mercado amargó el término con una obra que suena como el tango de Carlos Gardel y donde “los muchachos” no salen muy fotogénicos que digamos. Pero pocas personas espetaron “ay mis muchachos” con tanta gracia y ternura que la presidenta Violeta Barrios viuda de Chamorro, aunque algunos de sus “muchachos ministros” la hicieron quedar muy mal por sus desmane$ pero sus otros “muchachos”presidentes centroamericanos no hicieron tanto daño.
Cecilia Ruiz de Ríos
Es muy común la expresión de Ay mis Muchachos en cualquier parte, pero a través de la historia esa frasecita ha significado muy diversas cosas para quien la interjecta. Dicha con exasperación o con ira, con cariño o muertos de risa, aquellos que la han usado pertenecen a todo tipo de ralea y color.
Sócrates, gran filósofo griego, quien afirmaba “solo saber que no sabía nada”, era literalmente perseguido por hordas de sus alumnos, a los cuales él llamaba “mis muchachos.” A la cabeza de ellos marchaba su sucesor y predilecto Platón. Mucho lloraron y rabiaron los muchachos cuando el increíble y feo Sócrates obedeció el mandato de apurar una copita de cicuta sin vaso ni pastilla para acabar con su vida por órdenes del corrupto estado. Para el emperador romano Tiberio sus “muchachos” era la tremenda cantidad de prostitutos y prostitutas juveniles que lo esperaban en la isla de Capri para armar orgiásticas samotanas. Entre ellos se destacaba el glotón Vitelio, quien fue brevemente emperador también. Los agresivos hunos eran los amados muchachos del sanguinolento Atila, y con ellos se fue a querer saquear Roma solo para encontrarse que el papa León I no lo dejó pasar.
San Patricio, pelirrojo, alegre y bromista cristianizador de la bella Irlanda, es uno de los santos más populares de la Iglesia Católica, y cuando estaba vivo gozaba de igual popularidad por su trato afable y justo. Llamaba “sus muchachos” a los diligentes monjes que lo idolatraban. Para el incomparable San Francisco de Asís al pasar de la riqueza a la pobreza sus muchachos fueron las criaturas, todos los animales a quienes veneró tanto que hoy es el santo patrono de ellos, y considerado el primer santo ecologista de la historia. El dinámico San Juan Bosco llamó “sus muchachos” a sus seguidores, mayormente adolescentes, mientras que San Pedro Claver, protector de los negros que venían en cadenas al Nuevo Mundo por el tráfico de esclavos de los “catoliquísimos”españoles, llamaba “sus muchachos” a los negros a quienes sirvió con humildad. Para la heroica y analfabeta Juana de Arco “sus muchachos”eran las tropas con las que salvó a Francia del yugo inglés.
Durante la Edad Media, Maximiliano I de Austria llamó “sus muchachos” a los niños con los cuales fundó el celebérrimo y aún existente coro “Los Niños Cantores de Viena”. Sin embargo, “los muchachos” del gran trovador francés Guillermo de Aquitania tenían más pelos y patas que los canoros infantes vieneses, ya que Guillermo tenía muchísimos gatos a los que trataba como niños, entre ellos el velitre y viajero Gateau.
Entre los grandes nombres del imperio otomano, dos príncipes quienes eran hijos del sultán Bayaceto II denominaban sus muchachos a dos cosas muy distintas. El gordinflón, borracho, sádico y pederasta Ahmed(quien por suerte nunca llegó a reinar) llamaba “mis muchachos mariposas” a sus chicos castrados designados para el placer, pero su hermano mayor, el dulce, talentoso y genial Korkut apodaba “sus muchachos” a los músicos con los cuales tocaba sus nuevas obras. Selim I, hermano menor de Korkut y Ahmed y considerado como excelente aunque adusto sultán, llamó “mis muchachos” a los exóticos derviches danzantes de la orden de los Mevlevi(ataviados de blanco, ungían a cada nuevo sultán en una ceremonia extraña de coronación). Solimán el Magnífico, sabio y multitalentoso hijo de Selim I, llamó “mis muchachos” a los soldados élite genízaros, quienes eran la escolta personal de los sultanes.
“Los muchachos” del zar Pedro I el Grande de Rusia eran sus constructores holandeses de barcos, pero la misma palabra la usó el rey galo Enrique III para designar a sus favoritos masculinos, entre los que iba el bardo Juan Alejandro de Normandía. El gran monarca africano Shaka Zulú tenía tres rubicundos y peludos “muchachos” quienes para colmo estaban designados como coroneles del grupo élite Fasimba: Kalampopo, Khazilimpopo, y Limpopo. Lógicamente que estos coroneles no eran criticados por el hecho de no ir a las guerras: eran enormes miácidos abisinios y los genuinos escoltas de cama del fiero monarca.
Willa Cather, gran escritora y periodista empírica norteamericana, llamaba “mis muchachos” a las chicas con las cuales tenía relaciones amorosas, ya que la famosa autora de “O Pioneros” y “Mi Antonia” era lesbiana. El explorador noruego Roald Amundsen logró alcanzar el polo sur en la Antártida gracias a “sus muchachos”(los perros de trineo¡) y el monje austríaco Gregor Mendel llamaba “ mis muchachos” a las plantas de guisantes con las cuales descubrió las leyes de la genética. Para el chacal Adolfo Hitler los muchachos eran sus juventudes hitlerianas, entre quienes estaba el actual Benedicto XVI cuando solo era el anónimo entonces Joseph Ratzinger. Hoy para el nuevo papa sus “muchachos” parecen ser los dos gatos que son su viva adoración...Benito “Il Duce” Mussolini llamó muchachos a sus fascistas, pero para el novelista nipón “sus muchachos” fueron los integrantes del ejército privado (Tatenokai)que él fundó para glorificar las tradiciones del Bushido en el Japón. Estos “muchacos”, muy jóvenes por cierto, usaban un espantoso uniforme marrón que los hacía ver como costales de papas con patas.
En Nicaragua, el pueblo al inicio le llamó “los muchachos” a los combatientes insurreccionales, pero luego el escritor y político Sergio Ramírez Mercado amargó el término con una obra que suena como el tango de Carlos Gardel y donde “los muchachos” no salen muy fotogénicos que digamos. Pero pocas personas espetaron “ay mis muchachos” con tanta gracia y ternura que la presidenta Violeta Barrios viuda de Chamorro, aunque algunos de sus “muchachos ministros” la hicieron quedar muy mal por sus desmane$ pero sus otros “muchachos”presidentes centroamericanos no hicieron tanto daño.
1 comentario:
Hola Profesora:
Me gustaría que aclarara la parte del "muchachos" de Sergio Ramírez; yo leí el libro y me parece que hace una radiografía bastante objetiva de los participantes.
Le agradezco de antemano sus aclaraciones
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