Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 20 de abril de 2008

cuando el seppuku hace historia


LOS SUICIDAS MAS CELEBRES DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace unos días, a través de e-mail me enteraba de la triste noticia que Pedro Fidel de Braganza, el ruidoso hermanito menor de mi compañero de clases en Francia Joaquín,casi acaba consigo mismo cortándose los pulsos.Afortunadamente, este maniático-depresivo de cuidado sobrevivió al intento de suicidio y ya se encuentra en tratamiento, pero el roce de Pedro Fidel con la muerte es apenas uno más de los que han tenido prominentes miembros de la familia que fue la dinastía reinante de Portugal durante mucho tiempo. A lo largo de la historia, reyes, pintores, príncipes y actrices acabaron muertos por su propia mano, y hoy 25 de noviembre que se conmemora otro aniversario más del suicidio aparatoso del novelista y homosexual japonés Yukio Mishima, recordaremos algunos de estos suicidas famosos.
El poseer una corona nunca fue un impedimento para autoeliminarse. Nerón, sanguinario y megalómano emperador romano que estuvo en el mundo desde 37 hasta 68 después de Cristo, fue un hombre con aspiraciones teatrales que no respetó ni a su pobre madre, a quien le debió llegar a vestir la púrpura real. Nerón, a quien le debemos los primeros sorbetes al haber mezclado nieves con miel, tuvo su gloria al ser coronado en 54, pero la vida luego le jugó mala pasada y al ser depuesto por el senado, le solicitó a un criado que lo suicidara, afirmando antes de morir,"De qué buen artista se pierde el mundo al morirme yo!" Marco Antonio, el hombre que sucedió al zanganísimo César tanto en el poder como en los favores de la sensual Cleopatra, acabó consigo mismo cuando le fueron con el mal cuecho que su idolatrada Cleo había muerto. La Cleo por su parte se colocó una serpiente en el seno para que la mordiera, y así consumó su suicidio. Luis II de Baviera, rey homosexual que adoraba las artes y al compositor operático Ricardo Wagner, murió en extrañísimas circunstancias y su cuerpo apareció flotando en un lago junto al de otro hombre, creyéndose que se trató de un suicidio por amor. La reina celta Boadicea fue otra monarca que prefirió envenenarse antes que los conquistadores romanos al mando de Paulino Suetonio la pescaran viva. La pelirroja soberana ya es había dado camorra a los romanos en el campo de batalla, pero cuando se vio perdida se suicidó. Cuando el sultán Selim el Adusto pasó a ser el mandamás de los otomanos, ya existía el código impuesto por Mehmet el conquistador de que especificaba que todos los hermanos varones del sultán debían morir para que el monarca reinara solo y sin riesgos de guerra civil. Korkut, un guapo príncipe que además era un gran poeta, no quiso esperar a que los siervos de Selim lo mataran. Tomó veneno y murió antes que Selim fuera ungido por los danzantes derviches. Selim lloró amargamente la muerte de su gentil hermano mayor, y siempre conservó los versos del suicida. Rodolfo de Habsburgo, el mimado y guapo heredero del trono Austro-Húngaro al ser el único varón que la emperatriz Sissy le pariera al adusto Francisco José I, no solo acabó consigo mismo y su amante la joven María Vetsera a fines de enero de 1889, sino que su muerte desencadenó el ocaso de la dinastía Habsburgo al no quedar un heredero directo hábil para el trono.
Mientras que las coronas nunca han impedido que alguien se suicide, un alto cargo gubernamental tampoco ha sido impedimento para que grandes nombres de la política se sumen a la lista de suicidas. Jan Masaryk, el político checo que primero fue embajador de su país ante EEUU y luego fue ministro del exterior, había nacido en 1886 y era considerado como un político muy afortunado. Fue gran defensor de los judíos tras el holocausto de la II Guerra Mundial, pero en febrero de 1948 la crisis cayó sobre Praga y con ella, Masaryk salió huyendo de este mundo y por sus propias manos. Adolf Hitler, el chacal más asqueroso que ha desfilado por la historia, era solo valiente a la hora de humillar a los judíos, pero al verse perdido fue un cobarde de marca mayor que prefirió suicidarse que dar la cara ante el mundo. Siguiendo su mal ejemplo, el ladroncete y maricón de su mano derecha, Hermann Goering, prefirió suicidarse antes que enfrentar los graves cargos en su contra en los juicios de Nuremberg. Aníbal, general cartaginés que se destacó en las Guerras Púnicas, le dio mucho quehacer a los romanos, pero cuando se vio vencido en la Batalla de Magnesia, huyó a Bitinia. Una vez ahí, prefirió suicidarse antes que caer vivo en las garras de sus enemigos los romanos. No sería el único general de la
historia que optara por autodestruirse, pues tras la II Guerra Mundial, miles de soldados kamikazes y hasta un príncipe nipón acusado de crímenes de guerra optaron por seguir el código del bushido para salir de este valle de lágrimas por su propia mano.
El mundo de las letras está plagado de suicidas: Yukio Mishima lo hizo en público un 25 de noviembre de 1970 dejando impactados a los nipones(y eso que el suicidio entre ellos no lleva el estigma moral que conlleva en las sociedades occidentales), las poetisas gringas Anne Sexton y Sylvia Plath acabaron con ellas mismas(Sylvia metiendo la cabeza en el mismo horno donde a menudo le hizo pasteles a su malagradecido y sádico marido Ted Hughes), el Premio Nóbel de Literatura de 1968 Yasunari Kawabata siguió e ejemplo de su paisano y amigo Mishima y acabó con su vida mediante gas en 1972, Ernesto Hemigway(también Premio Nóbel de Lietratura y protomacho gringo que odiaba a los gays) se dio un tiro, la novelista inglesa Virginia Woolf se rellenó los bolsillos de un vestido con piedras y se metió a un río para no salir con vida, y la argentina Alfonsina Storni no quiso hacer más poemas y se metió al mar para morir ahogada. Entre los pintores, el suicidio estuvo muy en boga también. El flamenco Vicente Van Gohg, un rubicundo que pintaba con sus propios excrementos y estaba tan loco que una vez se cortó un tuco de oreja para obsequiárselo a una meretriz, se pegó un tiro, el noruego Edvard Munch(autor de El Grito) al parecer no dio ni un grito cuando se autoeliminó, y entre los músicos está la duda en cuanto a si el gran compositor ruso Pedro Ilitch Tchaikovsky bebió adrede un vaso de agua sin hervir mientras rugía el cólera como una forma de suicidarse después que su mecenas Nadezhda von Meck lo mandó morir lejos. El mundo del espectáculo aún no se repone del suicidio mediante un tiro del bandleader de Nirvana Kurt Cobain, o de la rubia actriz Pier Angeli cuyos ronroneos volvían loco a James Dean. De nada le sirvió a Violeta Parra, gran trovadora chilena de izquierdas, que su obra fuera aplaudida por doquier, y en 1967 se suicidó cuando un joven obrero se burló de sus ilusiones. Marylin Monroe, la chela más bella de toda la pelotita del mundo, engrosa la lista de suicidas mientras no se compruebe si fue que los Kennedy la mandaron a quitar del medio y su lánguido cuerpo con una mano extendida hacia un teléfono fue una de las escenas que hasta la vez nos sacuden. Juan Belmonte, gran torero español, prefirió quitarse la vida antes de seguir consejos de su galeno en cuanto a la moderación en el beber, amar y comer, y resulta curioso saber que el compositor Roberto Schumann en una ocasión se arrojó al río Rin para suicidarse sin lograr su cometido esa vez."La vida no merece que uno se ocupe de ella," dijo la dos veces ganadora del Premio Nóbel (una vez con su marido y otra vez sola) María Curie, quien estuvo a punto de quitarse la vida en su juventud cuando la familia de un novio suyo le prohibió al joven que se casara con "esa burda y fea institutriz pobretona." Afortunadamente, esa institutriz se detuvo a tiempo y gracias a ella el mundo pudo contar con una de las mujeres más brillantes de todos los tiempos.

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