LAS REPUDIADAS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
El repudio siempre se ha conjugado con el pronombre él para aplicárselo a una ella, quizás porque las mujeres siempre hemos vivido sujetas a los caprichos del macho de la especie. Varias figuras de la historia fueron repudiadas por sus consortes.
Julio César, gran mandamás y general romano quien no conoció la fidelidad conyugal ni en foto, se dio el lujo de repudiar a su esposa después que ésta fue manoseada por un atrevido dentro del palacio donde habitaba con Julio César. El cruel conquistador de las Galias afirmó que "la mujer del César no solo debe ser honesta sino parecerlo".
Desde la Edad Media nos llega la triste saga de María de Montpellier(1181-1213), la bella reina aragonesa.Su marido Pedro II recurrió a los ardides más escabrosos para sacársela del pelo una vez que se aburrió de ella, y aunque nunca pudo conseguir el divorcio, se negó a seguir viviendo con ella. María no fue la única linajuda dama de la Edad Media que sufriría del bochorno que ocasiona un repudio. Alix de Lorena, nacida en 1148 y fallecida en 1192, jamás se imaginó al casarse con Hugo III, Duque de Borgoña que en 1183 iba a verse descartada por su flamante consorte, sobre todo después de haber arriesgado la vida pariéndole varios muchachos. Por su parte, la rica y talentosa Leonor de Aquitania, se vería repudiada(para gran alivio suyo) por su primer marido, el rey galo Luis VII, tras haberle tenido dos niñas. Leonor se desquitó con creces el feo que le hizo el fofo y santurrón Luis, pues poco después de verse divorciada se casó con el rubicundo y jovencísimo Enrique de Plantagenet, futuro rey de Inglaterra como Enrique II. Otra dama de abolengo que se vio repudiada por su esposo, el formidable Felipe II Augusto de Francia, fue la danesa Ingeburga. Ingeburga de Dinamarca fue seleccionada como segunda esposa del rey galo después que éste enviudó de su primer mujer Isabel de Hainault, pero rezan las malas lenguas con la mía a la cabeza que algo espantoso sucedió en la noche de bodas que Felipe no quiso tenerla cerca aún cuando el papa de turno quiso intervenir. Hadwisa, la fea y desgarbada primera mujer del rey inglés Juan sin Tierra, se vio velozmente repudiada cuando su pervertido y lujurioso esposo se infatuó con la igualmente perversa y libidinosa Isabela de Angulema, quien además era muy bella. Isabela acabó siendo la segunda esposa de Juan mientras Hadwisa acabó olvidada como calache viejo.
La boda entre Margot de Valois, hija del rey galo Enrique II, y el futuro rey Enrique IV de Francia, fue una de las mésalliances más espantosas de la historia. Margot y Enrique se fueron aparatosamente infieles, pero fue la incapacidad de Margot de producir un hijo lo que decidió al barbudo Enrique a repudiarla. Enrique VIII fue un glotón no solo para la mesa, sino para las mujeres.Casi sollozando, el gordinflón monarca afirmó que ni con un milagro de Jesucristo podría consumar el matrimonio con el adefesio de su cuarta esposa Ana de Cleves.Enrique VIII se libró de ella con una rapidez pasmosa, compensando a la repudiada con satisfacciones pecuniarias.
El rey inglés Jorge I también repudiaría a su esposa Sofía(Princesa de Zelle) tras descubrir que ésta tuvo un affaire con el Conde Felipe de Konigsmark. Jorge I, quien nunca le fue fiel
a su mujer, se divorció de ella, y la encerró de por vida en un castillo lejos de su vista, mientras que al conde lo mandó a hacer en salpicón y luego remitió los huesos a su ex mujer. Jorge IV, el feo y asqueroso hijo de Jorge III el Loco, también habría de repudiar a su espantosa y vulgar esposa Carolina de Brunswick afirmando que nunca deseó estar casado con ella. Carolina no fue admitida a la coronación de Jorge IV, quien prohibió su entrada a la ceremonia. Una tía de este Jorge IV, la bella Carolina Mathilde, se vería repudiada por su esposo el rey danés Christian VII cuando éste se enteró que su mujercita estaba en grandes amores con uno de sus ministros. Carolina Mathilde cayó en desgracia cuando Christian se divorció de ella. El amante fue ejecutado. Ya existía el precedente que el rey Christian IV se divorció de su segunda mujer, Christine Munk, al saber que andaba en devaneos con un militar.
Dado que el término adulterio cobra más validez para las mujeres infieles, Guillermo I el Silencioso de Orange optó por repudiar a su segunda esposa Ana de Sajonia cuando ésta salió encinta de Jan Rubens, un flamenco que posteriormente sería el padre de Pedro Pablo Rubens el pintor de las bellas gordas. Guillermo nunca fue el esposo idóneo y de él descienden varias líneas bastardas, pero Anita acabó encerrada en desgracia devuelta a su familia en Sajonia.
En la casa real de los belgas, dos mujeres fueron repudiadas. Luisa de Bélgica estaba harta de la indiferencia de su marido y por eso se echó de amante a Geza Matacic. El cornudo inmediatamente se divorció de ella, la declaró loca y la remitió al encierro, pero Geza fue un amante fiel y tras 4 años de separación, logró rescatar a su adorada princesa. Estefanía de Bélgica al casarse con Rodolfo de Habsburgo, el formidable heredero de Francisco José I y Sissy Emperatriz, estaba bastante enamorada de su hombre, pero éste nunca la quiso. Incluso Sissy como suegra se portó nefasta con ella haciéndole desprecios y llamándola la Fea Elefanta. Rodolfo al enamorarse de la joven María Vetsera se negó a compartir lecho y mesa con Estefanía, y el archiduque estaba fraguando el repudio de ésta cuando se suicidó con su querida en Mayerling en enero de 1889.
Napoleón Bonaparte se casó enamoradísimo de Josefina de Beauharnais, una viuda criolla que tenía peor fama que la más experimentada meretriz. Sin embargo cuando Josefina no le pudo parir un hijo, tuvo que repudiarla en 1809 para poder salir en busca de "la matriz adecuada" que le pudiera proporcionar un hijo legítimo. Pedro I de Rusia repudiaría a su primera esposa Eudoxia enviándola a un convento y Federico Guillermo II de Prusia repudiaría a su mujer Elisabeth de Brunswick al enterarse que ella seguía su ejemplo en cuanto a infidelidades.
El repudio siempre se ha conjugado con el pronombre él para aplicárselo a una ella, quizás porque las mujeres siempre hemos vivido sujetas a los caprichos del macho de la especie. Varias figuras de la historia fueron repudiadas por sus consortes.
Julio César, gran mandamás y general romano quien no conoció la fidelidad conyugal ni en foto, se dio el lujo de repudiar a su esposa después que ésta fue manoseada por un atrevido dentro del palacio donde habitaba con Julio César. El cruel conquistador de las Galias afirmó que "la mujer del César no solo debe ser honesta sino parecerlo".
Desde la Edad Media nos llega la triste saga de María de Montpellier(1181-1213), la bella reina aragonesa.Su marido Pedro II recurrió a los ardides más escabrosos para sacársela del pelo una vez que se aburrió de ella, y aunque nunca pudo conseguir el divorcio, se negó a seguir viviendo con ella. María no fue la única linajuda dama de la Edad Media que sufriría del bochorno que ocasiona un repudio. Alix de Lorena, nacida en 1148 y fallecida en 1192, jamás se imaginó al casarse con Hugo III, Duque de Borgoña que en 1183 iba a verse descartada por su flamante consorte, sobre todo después de haber arriesgado la vida pariéndole varios muchachos. Por su parte, la rica y talentosa Leonor de Aquitania, se vería repudiada(para gran alivio suyo) por su primer marido, el rey galo Luis VII, tras haberle tenido dos niñas. Leonor se desquitó con creces el feo que le hizo el fofo y santurrón Luis, pues poco después de verse divorciada se casó con el rubicundo y jovencísimo Enrique de Plantagenet, futuro rey de Inglaterra como Enrique II. Otra dama de abolengo que se vio repudiada por su esposo, el formidable Felipe II Augusto de Francia, fue la danesa Ingeburga. Ingeburga de Dinamarca fue seleccionada como segunda esposa del rey galo después que éste enviudó de su primer mujer Isabel de Hainault, pero rezan las malas lenguas con la mía a la cabeza que algo espantoso sucedió en la noche de bodas que Felipe no quiso tenerla cerca aún cuando el papa de turno quiso intervenir. Hadwisa, la fea y desgarbada primera mujer del rey inglés Juan sin Tierra, se vio velozmente repudiada cuando su pervertido y lujurioso esposo se infatuó con la igualmente perversa y libidinosa Isabela de Angulema, quien además era muy bella. Isabela acabó siendo la segunda esposa de Juan mientras Hadwisa acabó olvidada como calache viejo.
La boda entre Margot de Valois, hija del rey galo Enrique II, y el futuro rey Enrique IV de Francia, fue una de las mésalliances más espantosas de la historia. Margot y Enrique se fueron aparatosamente infieles, pero fue la incapacidad de Margot de producir un hijo lo que decidió al barbudo Enrique a repudiarla. Enrique VIII fue un glotón no solo para la mesa, sino para las mujeres.Casi sollozando, el gordinflón monarca afirmó que ni con un milagro de Jesucristo podría consumar el matrimonio con el adefesio de su cuarta esposa Ana de Cleves.Enrique VIII se libró de ella con una rapidez pasmosa, compensando a la repudiada con satisfacciones pecuniarias.
El rey inglés Jorge I también repudiaría a su esposa Sofía(Princesa de Zelle) tras descubrir que ésta tuvo un affaire con el Conde Felipe de Konigsmark. Jorge I, quien nunca le fue fiel
a su mujer, se divorció de ella, y la encerró de por vida en un castillo lejos de su vista, mientras que al conde lo mandó a hacer en salpicón y luego remitió los huesos a su ex mujer. Jorge IV, el feo y asqueroso hijo de Jorge III el Loco, también habría de repudiar a su espantosa y vulgar esposa Carolina de Brunswick afirmando que nunca deseó estar casado con ella. Carolina no fue admitida a la coronación de Jorge IV, quien prohibió su entrada a la ceremonia. Una tía de este Jorge IV, la bella Carolina Mathilde, se vería repudiada por su esposo el rey danés Christian VII cuando éste se enteró que su mujercita estaba en grandes amores con uno de sus ministros. Carolina Mathilde cayó en desgracia cuando Christian se divorció de ella. El amante fue ejecutado. Ya existía el precedente que el rey Christian IV se divorció de su segunda mujer, Christine Munk, al saber que andaba en devaneos con un militar.
Dado que el término adulterio cobra más validez para las mujeres infieles, Guillermo I el Silencioso de Orange optó por repudiar a su segunda esposa Ana de Sajonia cuando ésta salió encinta de Jan Rubens, un flamenco que posteriormente sería el padre de Pedro Pablo Rubens el pintor de las bellas gordas. Guillermo nunca fue el esposo idóneo y de él descienden varias líneas bastardas, pero Anita acabó encerrada en desgracia devuelta a su familia en Sajonia.
En la casa real de los belgas, dos mujeres fueron repudiadas. Luisa de Bélgica estaba harta de la indiferencia de su marido y por eso se echó de amante a Geza Matacic. El cornudo inmediatamente se divorció de ella, la declaró loca y la remitió al encierro, pero Geza fue un amante fiel y tras 4 años de separación, logró rescatar a su adorada princesa. Estefanía de Bélgica al casarse con Rodolfo de Habsburgo, el formidable heredero de Francisco José I y Sissy Emperatriz, estaba bastante enamorada de su hombre, pero éste nunca la quiso. Incluso Sissy como suegra se portó nefasta con ella haciéndole desprecios y llamándola la Fea Elefanta. Rodolfo al enamorarse de la joven María Vetsera se negó a compartir lecho y mesa con Estefanía, y el archiduque estaba fraguando el repudio de ésta cuando se suicidó con su querida en Mayerling en enero de 1889.
Napoleón Bonaparte se casó enamoradísimo de Josefina de Beauharnais, una viuda criolla que tenía peor fama que la más experimentada meretriz. Sin embargo cuando Josefina no le pudo parir un hijo, tuvo que repudiarla en 1809 para poder salir en busca de "la matriz adecuada" que le pudiera proporcionar un hijo legítimo. Pedro I de Rusia repudiaría a su primera esposa Eudoxia enviándola a un convento y Federico Guillermo II de Prusia repudiaría a su mujer Elisabeth de Brunswick al enterarse que ella seguía su ejemplo en cuanto a infidelidades.
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