LAS BESTIAS NOBLES MAS RECORDADAS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
El Día Mundial de los Animales, fijado para el 4 de octubre en honor al inefable San Francisco de Asís por su amor a todas las criaturas, es apenas un pretexto para declarar mi adoración por las santas bestias, quienes al contrario del humano, no envidian, no traicionan y jamás relinchan, perdón, hablan mal de nadie. A lo largo de la historia, los animalitos de personajes célebres, y en especial los equinos, han ocupado primera fila. Hoy los recuerdo para complacer a una lectora que me envió un e-mail desde Colombia hace poco.
Brian Boru, incansable y aguerrido chele que fue caudillo de la vieja Irlanda, tuvo un corcel blanco con una estrella negra en la frente a quien él llamaba Ban Raigh(soberana) en galés. Ban Raigh fue una yegua arisca que no se dejaba montar de nadie hasta que el rey Brian se le sentó encima, y cuando la preciosa bestia murió en una cruenta batalla, Brian Boru la enterró con honores militares. Incitatus, en latín "espoleado", fue el corcel a quien más amó Calígula, a tal punto que lo hizo cónsul. Incitatus era servido como rey, y Calígula le recetaba ratones en aceite y almejas crudas. Al morir Calígula asesinado porque ya no aguantaban sus crueldad, Incitatus llevó una vida más plebeya y su mejor plato desde entonces fue avena dorada. El caballo Salvador del rey polaco Jan Sobiesky forma parte de las leyendas sobre corceles tan aguerridos como cualquier héroe humano. Fue sobre Salvador que Jan ayudó a defender a Viena contra el embate de los turcos otomanos que deseaban entrar a hacer destrozos. Salvador se llevó varias heridas de guerra, pero nunca dejó de retozar como chiquito. Entre otros corceles famosos es imposible olvidar al hermoso Morcillo, el compañero inseparable del despiadado Hernán Cortés en la conquista de México.Morcillo fue impactado de flecha en el hocico durante una batalla contra los aztecas, pero una vez que fue atendido por los indios con unas hierbas, el animalito inició una afectuosa amistad con los indígenas. Lo triste de esto sin embargo fue que a los aztecas les dio por servirle pollos hervidos a Morcillo, y producto de esta exótica dieta dio su último relincho. Babieca, célebre por ser el fiel bruto sobre el cual Rodrigo Díaz de Vivar luchó contra los moros bajo el nombrete de El Cid Campeador, gustaba mucho de la cerveza negra y las peras. Es casi seguro que cuando el Babieca cargó sobre su lomo el cadáver de su idolatrado amo para ir a resguardarlo andaba entre lomo y pecho la suficiente cerveza como para animarse y cruzar entre líneas enemigas. Tancredo, rey de sicilia a quien llamaban El Bastardo, tuvo un caballo llamado Diavolo, que gustaba de jugarle bromas pesadas a su complaciente amo. El noble bruto negro solía irse tras su amo para morderle suavemente las posaderas, y muchas veces hacía esto ante la presencia de dignatarios.
Arian, una yegua parda, fue la que montó la reina guerrera celta Boadicea cuando decidió irse a la guerra contra los romanos. Arian fue confidente, almohada improvisada y compañera inseparable de la pelirroja Boadicea, y al beber la monarca una copa de veneno para que no la pescara viva Paulino Suetonio, soltó a Arian para que fuera libre. Muchos corceles de grandes militares fueron honrados con las mismas medalla que sus "socios". Onikage era el nombre de un hermosísimo y brioso bruto que era el idolatrado caballo del gran héroe japonés Yokoyama Shogen, y las malas lenguas con la mía a la cabeza
afirmaban que su amo le daba de comer humanos en salpicón y sopa de sangre. Pero la realidad es que el fornido Onikage era muy dulce con los niños y muchas veces servía de colchón para la siesta de los perritos de su amo.
El Copenhagen de Lord Wellington(el que derrotó a Napoleón en Waterloo) era adorado por los soldados ingleses aunque a veces el pobre caballo padecía de arranques de luna, siendo a veces la malacrianza sobre cascos. En uno de esos ataques de furia le metió una patada a Welington que casi lo mata, pero el Duque de Hierro lo amaba con tan pasión que le perdonaba todo. Cuando murió Copenhagen, Wellington lo lloró a moco tendido, y le dio un funeral digno de todo un general. No quiso disecarlo a como se hizo con Marengo, el corcel de Napoleón que quedó escondido en un establo cuando Napo perdió la batalla de Waterloo y salió huyendo como cachinflín rumbo a París. Cosa curiosa, muchos creen que el veterano de guerra que era Marengo(llamado también Moranca por su origen moro) murió con las tripas de fuera en Waterloo. Marengo murió en 1831 cuando ya a Napo se lo habían almorzado los gusanos en su tumba, pero antes de su deceso, el caballo que NO ERA blanco vivió como rehén de honor de los ingleses, quien lo trataron a cuerpo de rey hasta que falleció de viejo a los 38 años de edad. Que luego lo hayan disecado para exhibirlo en el Museo del Ejército ya son otros cien pesos.
La leyenda del caballo blanco de Napoleón quizás se origina en los tiempos cuando el Pequeño Gran Corso era apenas un tenientito de medio pelo de artillería. En ese entonces tenía un corcel blanco llamado Sultán, pero el equino color nieve no duró mucho pues se murió de un empacho después que Napo lo puso a comer cantidades navegables de ostras.
Dandy es el nombre del caballo del pavoroso general gringo George Armstrong Custer. Este generalito chele había sido héroe de la Guerra de Secesión, pero luego se deshonró yendo a matar indios y en la Batalla de Little Big Horn iba a dejar el cacaste, no así su corcel Dandy(quien no fue a la fatídica batalla porque estaba recuperándose en su establo de una pata golpeada). Dandy sirvió para consolar al afligido padre y la trastornada viuda de Custer, quienes al perder a su controversial hijo y espoo respectivamente volcaron toda su ternura sobre el chimbarón Dandy, quien vivió sus últimos trece años en medio del respeto, avena, besos y mantas gruesas que su nuevo status conllevaba. Otro ilustre equino que sobrevivió a la ignominiosa
batalla de Little Bighorn en el siglo pasado fue el corcel Comanche, el cual tras su agitada vida de caballo de comandante fue retirado con honores militares, pensión y el rol de consolador del pobre General Sturgis, quien perdió a un hijo en la batalla.
Sefton es el nombre de un corcel inglés que en 1982, cuando formaba parte del regimiento de Caballería Doméstica de la Reina, sobrevivió a un ataque sorpresa del Ejército Republicano Irlandés. 7 otros equinos fallecieron como resultado de una espantosa bomba. Sefton, entonces de 19 años de edad, resultó gravemente lesionado al recibir 38 heridas y casi se desangra al rompérsele la yugular, pero su vida fue salvada por un soldado que metió su puño cerrado en el cuello para evitar que la hemorragia siguiera. A partir de ese fatídico julio del 82, Sefton no fue anónimo. Lo declararon héroe en Inglaterra, recibió miles de cartas y telegramas mientras se recuperaba de sus heridas en un hospital veterinario, y luego se le otorgó una pensión para garantizarle la manta, avena y leche de por vida. Al ser presentado en público una vez que se recuperó, fue ovacionado y no pocos lloramos de alegría de confirmar que el bandido caballo tenía más vidas que un gato. Sefton murió en 1993 y fue sepultado con gran pompa.
Cecilia Ruiz de Ríos
El Día Mundial de los Animales, fijado para el 4 de octubre en honor al inefable San Francisco de Asís por su amor a todas las criaturas, es apenas un pretexto para declarar mi adoración por las santas bestias, quienes al contrario del humano, no envidian, no traicionan y jamás relinchan, perdón, hablan mal de nadie. A lo largo de la historia, los animalitos de personajes célebres, y en especial los equinos, han ocupado primera fila. Hoy los recuerdo para complacer a una lectora que me envió un e-mail desde Colombia hace poco.
Brian Boru, incansable y aguerrido chele que fue caudillo de la vieja Irlanda, tuvo un corcel blanco con una estrella negra en la frente a quien él llamaba Ban Raigh(soberana) en galés. Ban Raigh fue una yegua arisca que no se dejaba montar de nadie hasta que el rey Brian se le sentó encima, y cuando la preciosa bestia murió en una cruenta batalla, Brian Boru la enterró con honores militares. Incitatus, en latín "espoleado", fue el corcel a quien más amó Calígula, a tal punto que lo hizo cónsul. Incitatus era servido como rey, y Calígula le recetaba ratones en aceite y almejas crudas. Al morir Calígula asesinado porque ya no aguantaban sus crueldad, Incitatus llevó una vida más plebeya y su mejor plato desde entonces fue avena dorada. El caballo Salvador del rey polaco Jan Sobiesky forma parte de las leyendas sobre corceles tan aguerridos como cualquier héroe humano. Fue sobre Salvador que Jan ayudó a defender a Viena contra el embate de los turcos otomanos que deseaban entrar a hacer destrozos. Salvador se llevó varias heridas de guerra, pero nunca dejó de retozar como chiquito. Entre otros corceles famosos es imposible olvidar al hermoso Morcillo, el compañero inseparable del despiadado Hernán Cortés en la conquista de México.Morcillo fue impactado de flecha en el hocico durante una batalla contra los aztecas, pero una vez que fue atendido por los indios con unas hierbas, el animalito inició una afectuosa amistad con los indígenas. Lo triste de esto sin embargo fue que a los aztecas les dio por servirle pollos hervidos a Morcillo, y producto de esta exótica dieta dio su último relincho. Babieca, célebre por ser el fiel bruto sobre el cual Rodrigo Díaz de Vivar luchó contra los moros bajo el nombrete de El Cid Campeador, gustaba mucho de la cerveza negra y las peras. Es casi seguro que cuando el Babieca cargó sobre su lomo el cadáver de su idolatrado amo para ir a resguardarlo andaba entre lomo y pecho la suficiente cerveza como para animarse y cruzar entre líneas enemigas. Tancredo, rey de sicilia a quien llamaban El Bastardo, tuvo un caballo llamado Diavolo, que gustaba de jugarle bromas pesadas a su complaciente amo. El noble bruto negro solía irse tras su amo para morderle suavemente las posaderas, y muchas veces hacía esto ante la presencia de dignatarios.
Arian, una yegua parda, fue la que montó la reina guerrera celta Boadicea cuando decidió irse a la guerra contra los romanos. Arian fue confidente, almohada improvisada y compañera inseparable de la pelirroja Boadicea, y al beber la monarca una copa de veneno para que no la pescara viva Paulino Suetonio, soltó a Arian para que fuera libre. Muchos corceles de grandes militares fueron honrados con las mismas medalla que sus "socios". Onikage era el nombre de un hermosísimo y brioso bruto que era el idolatrado caballo del gran héroe japonés Yokoyama Shogen, y las malas lenguas con la mía a la cabeza
afirmaban que su amo le daba de comer humanos en salpicón y sopa de sangre. Pero la realidad es que el fornido Onikage era muy dulce con los niños y muchas veces servía de colchón para la siesta de los perritos de su amo.
El Copenhagen de Lord Wellington(el que derrotó a Napoleón en Waterloo) era adorado por los soldados ingleses aunque a veces el pobre caballo padecía de arranques de luna, siendo a veces la malacrianza sobre cascos. En uno de esos ataques de furia le metió una patada a Welington que casi lo mata, pero el Duque de Hierro lo amaba con tan pasión que le perdonaba todo. Cuando murió Copenhagen, Wellington lo lloró a moco tendido, y le dio un funeral digno de todo un general. No quiso disecarlo a como se hizo con Marengo, el corcel de Napoleón que quedó escondido en un establo cuando Napo perdió la batalla de Waterloo y salió huyendo como cachinflín rumbo a París. Cosa curiosa, muchos creen que el veterano de guerra que era Marengo(llamado también Moranca por su origen moro) murió con las tripas de fuera en Waterloo. Marengo murió en 1831 cuando ya a Napo se lo habían almorzado los gusanos en su tumba, pero antes de su deceso, el caballo que NO ERA blanco vivió como rehén de honor de los ingleses, quien lo trataron a cuerpo de rey hasta que falleció de viejo a los 38 años de edad. Que luego lo hayan disecado para exhibirlo en el Museo del Ejército ya son otros cien pesos.
La leyenda del caballo blanco de Napoleón quizás se origina en los tiempos cuando el Pequeño Gran Corso era apenas un tenientito de medio pelo de artillería. En ese entonces tenía un corcel blanco llamado Sultán, pero el equino color nieve no duró mucho pues se murió de un empacho después que Napo lo puso a comer cantidades navegables de ostras.
Dandy es el nombre del caballo del pavoroso general gringo George Armstrong Custer. Este generalito chele había sido héroe de la Guerra de Secesión, pero luego se deshonró yendo a matar indios y en la Batalla de Little Big Horn iba a dejar el cacaste, no así su corcel Dandy(quien no fue a la fatídica batalla porque estaba recuperándose en su establo de una pata golpeada). Dandy sirvió para consolar al afligido padre y la trastornada viuda de Custer, quienes al perder a su controversial hijo y espoo respectivamente volcaron toda su ternura sobre el chimbarón Dandy, quien vivió sus últimos trece años en medio del respeto, avena, besos y mantas gruesas que su nuevo status conllevaba. Otro ilustre equino que sobrevivió a la ignominiosa
batalla de Little Bighorn en el siglo pasado fue el corcel Comanche, el cual tras su agitada vida de caballo de comandante fue retirado con honores militares, pensión y el rol de consolador del pobre General Sturgis, quien perdió a un hijo en la batalla.
Sefton es el nombre de un corcel inglés que en 1982, cuando formaba parte del regimiento de Caballería Doméstica de la Reina, sobrevivió a un ataque sorpresa del Ejército Republicano Irlandés. 7 otros equinos fallecieron como resultado de una espantosa bomba. Sefton, entonces de 19 años de edad, resultó gravemente lesionado al recibir 38 heridas y casi se desangra al rompérsele la yugular, pero su vida fue salvada por un soldado que metió su puño cerrado en el cuello para evitar que la hemorragia siguiera. A partir de ese fatídico julio del 82, Sefton no fue anónimo. Lo declararon héroe en Inglaterra, recibió miles de cartas y telegramas mientras se recuperaba de sus heridas en un hospital veterinario, y luego se le otorgó una pensión para garantizarle la manta, avena y leche de por vida. Al ser presentado en público una vez que se recuperó, fue ovacionado y no pocos lloramos de alegría de confirmar que el bandido caballo tenía más vidas que un gato. Sefton murió en 1993 y fue sepultado con gran pompa.
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