"No sea mi vientre tumba de las criaturas":Los vegetarianos de la Historia
Cecilia Ruiz de Ríos
Cuando yo laboraba en CORADEP para 1986, mi jefe el hermosísimo Bosco Parrales y yo éramos objeto de la burla de numerosos carnívoros cuando almorzábamos verduras heladas traídas de casa, observando un estricto vegetarianismo. Para los burlones, yo solía citarles la frase del gran monarca mugalo Akbar, quien decía que no sería su vientre la tumba de criaturas de Dios y que los animales tenían igual derecho a la vida que nosotros. Aunque ni el robusto publicista ni yo somos vegetarianos en la actualidad(y yo debí dejar esta dieta cuando me casé con un carnívoro consuetudinario en 1987), yo sigo profesando cierta admiración por personajes históricos que se negaron a comer cadáveres, por muy deliciosos que sean.
A la cabeza de los vegetarianos marcha uno de los emperadores más fascinantes que se sentó en el taburete real de Roma:Marco Aurelio. Este pobre hombre que tuvo que aguantar más que una corona de laureles un cabestro de cachos puestos por su esposa tenía más madera para filósofo que para gobernantes. El autor de Meditaciones prefería un enorme plato de ensalada fresca o frutas con miel que un asado. Por otro lado, la hermosísima negra nubia que llegó a ser la adorada consorte de un faraón egipcio, Tiye, amaba tan tiernamente a los animales que se negaba a saborear las ricas viandas hechas con carne en los banquetes palaciegos. Tiye además juraba hasta con los delicados deditos de sus pies que comer frutas ayudaba a conservar la líbido y la juventud. Numerosos santos se negaron a comer la carne de lo que consideraban sus semejantes, y entre ellos está el ex ricachón convertido en santo humilde Francisco de Asís, quien sobrevivía a base de leche, pasas, granos hervidos y legumbres. El amor de San Panchito por los animales y la naturaleza le ganaron fama como el primer santo ecológico y actual patrono de los animales, y entre los que le siguieron la onda de no comer carne figuran Santa Clara y Santa Agata(la que ofreció sus senos en un plato al Creador renunciando a los placeres hasta de su propia carne).
En la Edad Media, seguir una dieta vegetariana era obligatoria para los campesinos, quienes apenas comían por mantener gordo al señor feudal, y muchos nobles rehusaban comer vegetales considerándolos indignos de la mesa de una buen señor. Sin embargo, la gran mandamás de Cerdeña, Leonor de Arborea, consumía cantidades exportables de legumbres y nunca quiso comer carne después que presenció el sacrificio de un cerdo. Leonor además fue protectora de los halcones y muchos otros animales. En Polonia, la bella reina Jadwiga era un modelo de humildad y frugalidad al sentarse a la mesa. No comía más que panes, granos, frutas y legumbres, y criticaba ácidamente a los que abusaban de la buena mesa. Jadwiga además fue protectora de sabios y acabó siendo canonizada. Juana de Arco, santa patrona de Francia, tampoco comía carnes, a pesar de que Carlos VII, el rey a quien ella garantizó su corona, a menudo le ofrecía los más exquisitos manjares de su mes. El gran monarca mugalo Akbar, quien tuvo en sus manos el destino de la India durante uno delos períodos más prósperos de la historia de ese país, se negaba rotundamente a comer carne. Cuando un cortesano le preguntó por dicha preferencia,Akbar le contestó,"No moriría tranquilo si mi vientre fuera la tumba de los animales, de las criaturas de Dios que tanto amo."Y prosiguió tranquilamente jugando con su cortejo de gatos y perros. Sin embargo, la soberbia de presentarse como frugal e impecable fue lo que llevó al odiado Torquemada de la inquisición española a negarse el
bistec en su plato. Torquemada también sabía que era más fácil en aquel entonces introducir veneno en un guiso de carne que en una ensalada, y Torquemada, como mucho las debía, mucho las temía y tampoco viajaba sinescolta, ni cuando iba al retrete. Y rezan las malas lenguas con la mía de presidente del club que el olor a carne asada que prefería el nefasto dominico era el del cuerpo desnudo de un judío rostizándose sin sal en la hoguera.
Los genios ingleses Percy Bysshe Shelley y su esposa Mary(autora del Frankenstein) era estrictamente ovo-lacto vegetarianos, y en varias ocasiones lograron convencer a su amigo poeta George Gordon, Lord Byron, que lograría adelgazar si observara una dieta sin carne. En Rusia, el Conde León Tolstoy, quien además tenía ideas poco compatibles con su rancia nobleza, escribió Anna Karenina y La Guerra y la Paz mientras consumía enormes platos de ensalada de fruta. No se le quedaba atrás la enfermera inglesa Florence Nightingale, veterana de la Guerra de Crimea quien tras ver tanta carnicería en sus pacientes no quiso volver a probar carne en el resto de su larga y productiva vida. Florence incluso quiso convertir a sus gatos Bismarck, Disraeli y Gladstone al vegetarianismo,fracasando aparatosamente. Henri Dunant, el suizo quien fundó la Cruz Roja inspirado por el ejemplo de abnegación de Florence Nightingale, era de una frugalidad tan absoluta que incluso comía muy pocos vegetales y frutas.
Monarcas como Eduardo el Confesor de la Edad Media inglesa y la hermosísima Sissy emperatriz de Austro-Hungría en el siglo XIX incursionaron repetidamente en el vegetarianismo, así como el legendario rey tailandés Mongkut de Siam, quien aún cuando estaba coronado prefería platos de legumbres con arroz.Cuando el poeta gringo Walt Whitman fue enfermero durante la Guerra Civil de su país recomendaba a los soldados heridos no comer carne para que las heridas se les sanaran más aprisa. La madre gringa de la danza moderna, Isadora Duncan, en numerosas ocasiones se sometió a estrictas dietas vegetarianas, al igual que la novelista hindú Kamala Napurdalah. La pícara autora de Zinnia solía mencionar entre risas que la única carne que consumía y no precisamente en la mesa era la del macho humano. El gran poeta bengalí Rabindranath Tagore, Premio Nóbel de Literatura de 1913. también practicó el vegetarianismo junto a su gran amigo, el leguleyo convertido el independentista Mohandas "Mahatma"Gandhi. Entre los directores de orquesta, el recordado griego Dmitri Mitropoulos no solo practicaba el vegetarianismo, sino que también abogaba por el celibato.
Por su parte, el inefable Tío Ho Chi Mihn en varias ocasiones incursionó en el vegetarianismo, pero en una ocasión el padre de la independencia vietnamita se vio tentado por un plato de camarones y aunque sucumbió con una pavorosa currutaca tras tamaño abuso, abandonó el vegetarianismo gradualmente para incluir mariscos y pollo al final de su vida.
Cecilia Ruiz de Ríos
Cuando yo laboraba en CORADEP para 1986, mi jefe el hermosísimo Bosco Parrales y yo éramos objeto de la burla de numerosos carnívoros cuando almorzábamos verduras heladas traídas de casa, observando un estricto vegetarianismo. Para los burlones, yo solía citarles la frase del gran monarca mugalo Akbar, quien decía que no sería su vientre la tumba de criaturas de Dios y que los animales tenían igual derecho a la vida que nosotros. Aunque ni el robusto publicista ni yo somos vegetarianos en la actualidad(y yo debí dejar esta dieta cuando me casé con un carnívoro consuetudinario en 1987), yo sigo profesando cierta admiración por personajes históricos que se negaron a comer cadáveres, por muy deliciosos que sean.
A la cabeza de los vegetarianos marcha uno de los emperadores más fascinantes que se sentó en el taburete real de Roma:Marco Aurelio. Este pobre hombre que tuvo que aguantar más que una corona de laureles un cabestro de cachos puestos por su esposa tenía más madera para filósofo que para gobernantes. El autor de Meditaciones prefería un enorme plato de ensalada fresca o frutas con miel que un asado. Por otro lado, la hermosísima negra nubia que llegó a ser la adorada consorte de un faraón egipcio, Tiye, amaba tan tiernamente a los animales que se negaba a saborear las ricas viandas hechas con carne en los banquetes palaciegos. Tiye además juraba hasta con los delicados deditos de sus pies que comer frutas ayudaba a conservar la líbido y la juventud. Numerosos santos se negaron a comer la carne de lo que consideraban sus semejantes, y entre ellos está el ex ricachón convertido en santo humilde Francisco de Asís, quien sobrevivía a base de leche, pasas, granos hervidos y legumbres. El amor de San Panchito por los animales y la naturaleza le ganaron fama como el primer santo ecológico y actual patrono de los animales, y entre los que le siguieron la onda de no comer carne figuran Santa Clara y Santa Agata(la que ofreció sus senos en un plato al Creador renunciando a los placeres hasta de su propia carne).
En la Edad Media, seguir una dieta vegetariana era obligatoria para los campesinos, quienes apenas comían por mantener gordo al señor feudal, y muchos nobles rehusaban comer vegetales considerándolos indignos de la mesa de una buen señor. Sin embargo, la gran mandamás de Cerdeña, Leonor de Arborea, consumía cantidades exportables de legumbres y nunca quiso comer carne después que presenció el sacrificio de un cerdo. Leonor además fue protectora de los halcones y muchos otros animales. En Polonia, la bella reina Jadwiga era un modelo de humildad y frugalidad al sentarse a la mesa. No comía más que panes, granos, frutas y legumbres, y criticaba ácidamente a los que abusaban de la buena mesa. Jadwiga además fue protectora de sabios y acabó siendo canonizada. Juana de Arco, santa patrona de Francia, tampoco comía carnes, a pesar de que Carlos VII, el rey a quien ella garantizó su corona, a menudo le ofrecía los más exquisitos manjares de su mes. El gran monarca mugalo Akbar, quien tuvo en sus manos el destino de la India durante uno delos períodos más prósperos de la historia de ese país, se negaba rotundamente a comer carne. Cuando un cortesano le preguntó por dicha preferencia,Akbar le contestó,"No moriría tranquilo si mi vientre fuera la tumba de los animales, de las criaturas de Dios que tanto amo."Y prosiguió tranquilamente jugando con su cortejo de gatos y perros. Sin embargo, la soberbia de presentarse como frugal e impecable fue lo que llevó al odiado Torquemada de la inquisición española a negarse el
bistec en su plato. Torquemada también sabía que era más fácil en aquel entonces introducir veneno en un guiso de carne que en una ensalada, y Torquemada, como mucho las debía, mucho las temía y tampoco viajaba sinescolta, ni cuando iba al retrete. Y rezan las malas lenguas con la mía de presidente del club que el olor a carne asada que prefería el nefasto dominico era el del cuerpo desnudo de un judío rostizándose sin sal en la hoguera.
Los genios ingleses Percy Bysshe Shelley y su esposa Mary(autora del Frankenstein) era estrictamente ovo-lacto vegetarianos, y en varias ocasiones lograron convencer a su amigo poeta George Gordon, Lord Byron, que lograría adelgazar si observara una dieta sin carne. En Rusia, el Conde León Tolstoy, quien además tenía ideas poco compatibles con su rancia nobleza, escribió Anna Karenina y La Guerra y la Paz mientras consumía enormes platos de ensalada de fruta. No se le quedaba atrás la enfermera inglesa Florence Nightingale, veterana de la Guerra de Crimea quien tras ver tanta carnicería en sus pacientes no quiso volver a probar carne en el resto de su larga y productiva vida. Florence incluso quiso convertir a sus gatos Bismarck, Disraeli y Gladstone al vegetarianismo,fracasando aparatosamente. Henri Dunant, el suizo quien fundó la Cruz Roja inspirado por el ejemplo de abnegación de Florence Nightingale, era de una frugalidad tan absoluta que incluso comía muy pocos vegetales y frutas.
Monarcas como Eduardo el Confesor de la Edad Media inglesa y la hermosísima Sissy emperatriz de Austro-Hungría en el siglo XIX incursionaron repetidamente en el vegetarianismo, así como el legendario rey tailandés Mongkut de Siam, quien aún cuando estaba coronado prefería platos de legumbres con arroz.Cuando el poeta gringo Walt Whitman fue enfermero durante la Guerra Civil de su país recomendaba a los soldados heridos no comer carne para que las heridas se les sanaran más aprisa. La madre gringa de la danza moderna, Isadora Duncan, en numerosas ocasiones se sometió a estrictas dietas vegetarianas, al igual que la novelista hindú Kamala Napurdalah. La pícara autora de Zinnia solía mencionar entre risas que la única carne que consumía y no precisamente en la mesa era la del macho humano. El gran poeta bengalí Rabindranath Tagore, Premio Nóbel de Literatura de 1913. también practicó el vegetarianismo junto a su gran amigo, el leguleyo convertido el independentista Mohandas "Mahatma"Gandhi. Entre los directores de orquesta, el recordado griego Dmitri Mitropoulos no solo practicaba el vegetarianismo, sino que también abogaba por el celibato.
Por su parte, el inefable Tío Ho Chi Mihn en varias ocasiones incursionó en el vegetarianismo, pero en una ocasión el padre de la independencia vietnamita se vio tentado por un plato de camarones y aunque sucumbió con una pavorosa currutaca tras tamaño abuso, abandonó el vegetarianismo gradualmente para incluir mariscos y pollo al final de su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario