LOS CORAZONES PERDIDOS DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace poco, un insistente morboso a quien obviamente no le dijeron sus padres que "mujer casada ni frita ni asada", me canturreaba que "había perdido el corazón" al conocerme. Muerta de la risa le tuve que mencionar que en la historia, corazones realmente perdidos o hallados en los más raros lugares han sido aquellos que han sido extraídos de los cuerpos de célebres personajes, y que no debe ser ninguna ganga acabar como pollo en piezas como culminación tras llevarse el atroz disgusto de morirse.
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace poco, un insistente morboso a quien obviamente no le dijeron sus padres que "mujer casada ni frita ni asada", me canturreaba que "había perdido el corazón" al conocerme. Muerta de la risa le tuve que mencionar que en la historia, corazones realmente perdidos o hallados en los más raros lugares han sido aquellos que han sido extraídos de los cuerpos de célebres personajes, y que no debe ser ninguna ganga acabar como pollo en piezas como culminación tras llevarse el atroz disgusto de morirse.
Patriotas como la reina Ana de Bretaña o William Wallace han dejado sus corazones para sus terruños, y o es de extrañarse que estos vitales órganos hayan sido sepultados aparte de sus cuerpos. Otros corazones, como el del zángano Rey Sol Luis XIV tuvieron peor final, ya que el del constructor de Versalles acabó siendo comido por un excéntrico inglés.
Federico Chopin, pianista y compositor polaco nacido un 22 de febrero de 1810 y muerto un 17 de octubre de 1849 en París merced a una galopante tisis, encabeza la lista de personas cuyo corazón reposa alejando del resto de su cuerpo. resulta que este Chopin fue un patriota bien extraño, que se autodefinió como enclenque para no luchar con las armas por su adorada Polonia, yéndose a vivir la dolce vita en París mientras componía polonesas y mazurcas como forma de sentirse muy polaco. Cuando falleció gritando y sollozando que su adorada George Sand no le cumplió con la promesa de que él muriera en sus brazos, pidió que al estar ya tieso le abrieran el cuerpo(también para garantizarse que no lo enterraran vivo) y que aunque su cadáver fuera a parar al cementerio Pére Lachaise de París, su corazón debía ser enviado a su patria. El corazón de Chopin aún existe en la capilla de Santa María en Varsovia.
Otro corazón que sirvió de macabra reliquia fue el del aguerrido Guillermo I, Príncipe de Orange y Conde de Nassau, a quien se le acredita el haber dominado el arte de callar a tiempo para luego dar respuesta contundentes. Este padre de la independencia holandesa murió asesinado, y su 4ta. esposa. la francesa Luisa de Coligny, conservó con ella el corazón de Guillermo, y no se separaba de él ni para dormir.
Otra esposa que quiso conservar el corazón de su idolatrado tormento fue Mary Godwin Shelley, la madre del género de terror al haber escrito la famosísima novela Frankenstein. Y razón tenía para querer poseer esta reliquia, dado que le costó mucho llegar a reinar en el corazón de su adorado Percy Bysshe Shelley, poeta inglés. resulta que la Mary comenzó siendo querida de Percy cuando éste estaba casado con otra señora, la cual acabó suicidándose al saber que Percy tenía a Mary como sucursal. A la muerte de la primera esposa, Percy se casó con Mary, y ésta pasó de Mary Godwin a Mary Shelley. Shelley se ahogó cerca de Italia, y Mary exigió que abrieran el cadáver para sacarle el corazón. Mary solía viajar a todos lados con esa macabra reliquia.
Muchos son los que casi se orinan de la risa al escuchar canciones bobaliconas y azucaradas respecto a "mi corazón que explota de amor por tí." Pero la realidad es que ya hubo un corazón que explotó, y no precisamente de amor sino que de putrefacción. Cuando Guillermo el Conquistador, más conocido como el Bastardo, murió tras haberse reventado los intestinos al caerse de su corcel en la batalla de Mantes, sus mismos sirvientes no querían sepultarlo cristianamente. Un piadoso caballero decidió enterrarlo en una abadía en Caen, Normandía, pero a esas alturas del campeonato el pobre cadáver de
quien conquistara el trono inglés en 1066 ya estaba tan podrido que cuando lo quisieron meter en un ataúd demasiado chiquito, el tórax y el abdomen de Guillermo explotaron bañando a los pobres frailes de pavorosos fragmentos. El corazón del gran guerrero saltó en mil pedazos como bomba de contacto...aunque no fuera por efectos de pasión alguna!
Otro corazón francés que pareció ser inmarcesible fue el de la bellísima y aguerrida santa Juana de Arco. Juana defendió la soberanía gala a como nadie antes que ella, y tras haber puesto en el trono al pusilánime y malagradecido Carlos VII, cayó en manos de los ingleses, quienes la hicieron en un macabro asado en la plaza del mercado de Ruan un 30 de mayo. Quemada como bruja y hereje, Juana se vio reducida a cenizas asiendo una cruz improvisada, y cuando se apagó la hoguera, su corazón yacía entre los restos.
Felipe II de Orléans, sobrino del Rey Sol Luis XIV, fue el regente que sostuvo en sus manos las riendas del reino de Francia tras la muerte de Luis XIV en 1715, ya que el heredero, el futuro Luis XV, a esas alturas era un niñito incapaz de poderse coronar. Felipe como Duque de Orléans fue un hombre de numerosos amores y múltiples intereses, y cuando murió un 2 de diciembre de 1723, venía de pasar chismorreando con su amante Madame de Falaris. Una vez tieso, los galenos comenzaron a preparar su cuerpo, pero cuenta la leyenda que un enorme perro negro que fue el animal predilecto de Felipe se lanzó encima del cadáver abierto y se comió buena parte del corazón de quien en vida fuera su amo. Los despojos de Felipe, ya sin el corazón fueron enterrados en la iglesia parisina de Saint Denis 14 días luego de su deceso, cuando una nutrida concurrencia siguió el cortejo fúnebre cantando coplas burlescas alusivas a la mala fama de mujeriego que tenía el hermoso Felipe.
En nuestro siglo, dos controversiales figuras de la música y la literatura habrían de ver extricados sus corazones tras irse de este valle de lágrimas. Cuando Daniel de Armati fue asesinado en el Líbano en medio de la conflagración bélica de entonces, su cadáver fue enterrado en Souk-el-Gharb, un sitio de colinas. Cuando su cadáver fue encontrado por fin a inicios de la década del 90 por su primogénita Ramona, no ostentaba hedor ni descomposición alguna.Armati parecía estar durmiendo nomás. Pero grande fue el grito que pegó Ramona cuando vio el cadáver de su padre, pues le faltaba el corazón, el cual al parecer fue extraído por los asesinos del gran compositor árabe. Los restos de Armati hoy reposan en un cementerio parisino, y nunca se supo quien se llevó el corazón del genio. Kamala Napurdalah, gran novelista hindú cuya trayectoria literaria es tan agitada como su récord amoroso, pidió a su hijo mayor Jehangir Selim que le sacaran el corazón apenas muriera. El resto del cuerpo de la hindú fue quemado en una pira fúnebre prendida por su primogénito, y sus cenizas regadas por el río Ganges, pero el corazón de la autora de Zinnia lo conserva hasta la vez su nieto predilecto Suleiman, un abogado que es el primogénito de su adorado Jehangir Selim.
ojo nota: no es error tipográfico lo de la batalla de Mantes. Mantes es un pueblecito diminuto en Normandía, a no confundirse con la ciudad bretona de NANTES.
Federico Chopin, pianista y compositor polaco nacido un 22 de febrero de 1810 y muerto un 17 de octubre de 1849 en París merced a una galopante tisis, encabeza la lista de personas cuyo corazón reposa alejando del resto de su cuerpo. resulta que este Chopin fue un patriota bien extraño, que se autodefinió como enclenque para no luchar con las armas por su adorada Polonia, yéndose a vivir la dolce vita en París mientras componía polonesas y mazurcas como forma de sentirse muy polaco. Cuando falleció gritando y sollozando que su adorada George Sand no le cumplió con la promesa de que él muriera en sus brazos, pidió que al estar ya tieso le abrieran el cuerpo(también para garantizarse que no lo enterraran vivo) y que aunque su cadáver fuera a parar al cementerio Pére Lachaise de París, su corazón debía ser enviado a su patria. El corazón de Chopin aún existe en la capilla de Santa María en Varsovia.
Otro corazón que sirvió de macabra reliquia fue el del aguerrido Guillermo I, Príncipe de Orange y Conde de Nassau, a quien se le acredita el haber dominado el arte de callar a tiempo para luego dar respuesta contundentes. Este padre de la independencia holandesa murió asesinado, y su 4ta. esposa. la francesa Luisa de Coligny, conservó con ella el corazón de Guillermo, y no se separaba de él ni para dormir.
Otra esposa que quiso conservar el corazón de su idolatrado tormento fue Mary Godwin Shelley, la madre del género de terror al haber escrito la famosísima novela Frankenstein. Y razón tenía para querer poseer esta reliquia, dado que le costó mucho llegar a reinar en el corazón de su adorado Percy Bysshe Shelley, poeta inglés. resulta que la Mary comenzó siendo querida de Percy cuando éste estaba casado con otra señora, la cual acabó suicidándose al saber que Percy tenía a Mary como sucursal. A la muerte de la primera esposa, Percy se casó con Mary, y ésta pasó de Mary Godwin a Mary Shelley. Shelley se ahogó cerca de Italia, y Mary exigió que abrieran el cadáver para sacarle el corazón. Mary solía viajar a todos lados con esa macabra reliquia.
Muchos son los que casi se orinan de la risa al escuchar canciones bobaliconas y azucaradas respecto a "mi corazón que explota de amor por tí." Pero la realidad es que ya hubo un corazón que explotó, y no precisamente de amor sino que de putrefacción. Cuando Guillermo el Conquistador, más conocido como el Bastardo, murió tras haberse reventado los intestinos al caerse de su corcel en la batalla de Mantes, sus mismos sirvientes no querían sepultarlo cristianamente. Un piadoso caballero decidió enterrarlo en una abadía en Caen, Normandía, pero a esas alturas del campeonato el pobre cadáver de
quien conquistara el trono inglés en 1066 ya estaba tan podrido que cuando lo quisieron meter en un ataúd demasiado chiquito, el tórax y el abdomen de Guillermo explotaron bañando a los pobres frailes de pavorosos fragmentos. El corazón del gran guerrero saltó en mil pedazos como bomba de contacto...aunque no fuera por efectos de pasión alguna!
Otro corazón francés que pareció ser inmarcesible fue el de la bellísima y aguerrida santa Juana de Arco. Juana defendió la soberanía gala a como nadie antes que ella, y tras haber puesto en el trono al pusilánime y malagradecido Carlos VII, cayó en manos de los ingleses, quienes la hicieron en un macabro asado en la plaza del mercado de Ruan un 30 de mayo. Quemada como bruja y hereje, Juana se vio reducida a cenizas asiendo una cruz improvisada, y cuando se apagó la hoguera, su corazón yacía entre los restos.
Felipe II de Orléans, sobrino del Rey Sol Luis XIV, fue el regente que sostuvo en sus manos las riendas del reino de Francia tras la muerte de Luis XIV en 1715, ya que el heredero, el futuro Luis XV, a esas alturas era un niñito incapaz de poderse coronar. Felipe como Duque de Orléans fue un hombre de numerosos amores y múltiples intereses, y cuando murió un 2 de diciembre de 1723, venía de pasar chismorreando con su amante Madame de Falaris. Una vez tieso, los galenos comenzaron a preparar su cuerpo, pero cuenta la leyenda que un enorme perro negro que fue el animal predilecto de Felipe se lanzó encima del cadáver abierto y se comió buena parte del corazón de quien en vida fuera su amo. Los despojos de Felipe, ya sin el corazón fueron enterrados en la iglesia parisina de Saint Denis 14 días luego de su deceso, cuando una nutrida concurrencia siguió el cortejo fúnebre cantando coplas burlescas alusivas a la mala fama de mujeriego que tenía el hermoso Felipe.
En nuestro siglo, dos controversiales figuras de la música y la literatura habrían de ver extricados sus corazones tras irse de este valle de lágrimas. Cuando Daniel de Armati fue asesinado en el Líbano en medio de la conflagración bélica de entonces, su cadáver fue enterrado en Souk-el-Gharb, un sitio de colinas. Cuando su cadáver fue encontrado por fin a inicios de la década del 90 por su primogénita Ramona, no ostentaba hedor ni descomposición alguna.Armati parecía estar durmiendo nomás. Pero grande fue el grito que pegó Ramona cuando vio el cadáver de su padre, pues le faltaba el corazón, el cual al parecer fue extraído por los asesinos del gran compositor árabe. Los restos de Armati hoy reposan en un cementerio parisino, y nunca se supo quien se llevó el corazón del genio. Kamala Napurdalah, gran novelista hindú cuya trayectoria literaria es tan agitada como su récord amoroso, pidió a su hijo mayor Jehangir Selim que le sacaran el corazón apenas muriera. El resto del cuerpo de la hindú fue quemado en una pira fúnebre prendida por su primogénito, y sus cenizas regadas por el río Ganges, pero el corazón de la autora de Zinnia lo conserva hasta la vez su nieto predilecto Suleiman, un abogado que es el primogénito de su adorado Jehangir Selim.
ojo nota: no es error tipográfico lo de la batalla de Mantes. Mantes es un pueblecito diminuto en Normandía, a no confundirse con la ciudad bretona de NANTES.
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