Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 23 de marzo de 2008

Ana de Bretaña una monarca formidable


ANA DE BRETAÑA: REINA, INDEPENDENTISTA Y PATRONA DE LAS ARTES
Cecilia Ruiz de Ríos
Una de las más completas féminas de todos los tiempos indudablemente es Ana de Bretaña, quien fue dos veces reina de Francia y una de las mentes más privilegiadas de todos los tiempos. La fama de esta gran dama como patrona de las artes muchas veces eclipsó el hecho de que luchó a brazo partido por mantener la independencia de la península de Bretaña, territorio que acabó siendo tragado por Francia.
Ana nació en el castillo de Nantes un 25 de enero de 1477, siendo sus padres el Duque de Bretaña Francisco II y la hermosa Margarita de Foix. Gozando de buena salud y unos cabellos castaños preciosos, Ana probó tener buena sesera debajo de tanto mechaje. Su infancia se vio colmada de estudios con los mejores preceptores, y se destacó en música, historia y matemáticas. Como chiquilla, la realidad de la vida pronto se atisbó cuando Francia comenzó a luchar por anexionarse la península de Bretaña como un territorio más. El rey Luis XI hizo lo que pudo para vencer la resistencia de los bretones, y al morir él, Ana Beaujeau en calidad de regente para Carlos VIII también siguió con deseos de tragarse el rico ducado.
Ana tenía apenas 12 añitos cuando su papá murió y a ella le tocó heredar su responsabilidad. Aunque apenas tenía formas de mujer, le sobraban los pretendientes. Se comprometió con el Archiduque Maximiliano de Habsburgo. Para colmo, la hija de su prometido (Margarita) había sido matrimoniada con el rey galo Carlos VIII, aunque la boda no se había consumado todavía. Carlos VIII mandó sus tropas a conquistar Bretaña, logrando dominar varias aldeas bretonas. Luego el rey personalmente sitió a Rennes, refugiándose ahí con Ana. El pueblo bretón le lloró a su duquesa que rompiera con Maximiliano para acordar matrimonio con Carlos.
Ana, quien se consideraba una genuina servidora de su gente, los complació y acordó conocerlo mejor. De la primera presentación, Ana y Carlos se gustaron mutuamente. Roma consintió a anular los compromisos previos de ambos para permitir que hubiera boda. Los esponsales se celebraron en Langeais en el castillo real un 6 de diciembre de 1491. Curiosamente, este matrimonio que fue propiciado por la política, acabó siendo una buena relación a nivel personal. Ana y Carlos compartían aficiones similares, y les gustaba proteger a artistas y sabios. Ana para mayor dicha suya lograba conservar la independencia de su amada Bretaña.

Ana y su Carlos lograron engendrar 4 hijos, entre ellos el delfín Carlos Orlando, quien moriría a los 3 años de edad Mientras que sus hermanitos jamás lograron pasar de unos días posteriores al parto. En 1498 Carlos murió de una forma bastante estúpida al impactar accidentalmente su cabeza contra una puerta. Su muerte deja a Ana dueña y señora única de Bretaña, y a do días de enviudar ella restaura la Cancillería de Bretaña. Apenas andaba Ana de luto cuando Luis XII, el nuevo rey de Francia y primo del finado, le propone matrimonio a Ana. Esta vez no es una atribulada duquesa vencida que concede casarse con su vencedor para evitarle tragedias al pueblo. Esta vez es una reina independiente que escoge libremente casarse sin intenciones de alienar su patria. Esta nueva boda se da en Nantes un 8 de enero de 1499. En octubre de ese año, Ana dará a luz a su hija Claudia, y en 1510 le seguirá su otro retoño Renée.
Para septiembre de 1504, Ana logra firmar el tratado de Blois que estipula el matrimonio de su hija Claudia con el futuro Carlos de Luxemburgo. Ella considera que la independencia de Bretaña se garantizaría mejor casando a su hija con un austriaco que con un francés. Tras una grave enfermedad, Luis XII hace un testamento en el cual rompe el compromiso de Claudia y ordena un enlace con Francisco de Angulema, futuro rey galo Francisco I. Ana busca como guardar la independencia de su tierra y parte en un extenso peregrinaje de su ducado. Trata de disuadir al rey y se encuentra con una negación categórica. Luis XII le gana la partida a su esposa reuniendo a los Estados Generales, quienes dan la aprobación de la boda de Claudia con Francisco. Ana solo logra agregar una cláusula al contrato: que si les nace un hijo o hija, ella se reserva la posibilidad de disponer del ducado a su favor.
Ana a los 36 años comienza a perder su buena salud. La única forma de salvar Bretaña es de casar a Renée a toda velocidad y darle la Bretaña como dote, pero la enfermedad de Ana avanza a paso galopante y no logra cimentar la boda de Renée. Ana muere un 9 de enero de 1514. Como reina de Francia, tiene derecho a que sus restos reposen en la catedral de San Denis en París. Pero si bien su cuerpo fue a parar ahí, Ana lega su corazón a su terruño, Bretaña. El generoso corazón de esta mujer es puesto en un receptáculo de oro y transferido a Nantes. Luis XII, muy atribulado (y quizás arrepentido por la forma como la despojó de Bretaña) moriría menos de un año tras el deceso de su esposa tras haber logrado que Claudia se casara con Francisco llevando como dote Bretaña. El corazón de Ana no estaría indefinidamente en Nantes. Tras la revolución francesa, la tumba de esta reliquia fue rota y la envoltura de oro por poco acaba fundida. El corazón desapareció por varios años, pero luego lo encontraron desprovisto de la envoltura.
Pero el ímpetu de Ana por conservar la soberanía y autodeterminación de su pueblo es una de las historias de valentía y patriotismo más conmovedoras de la historia, y sus esfuerzos por la independencia de su patria merece que a ella se le coloque a la par de héroes como Tipoo Sultán, Ho Chi Mihn y la reina Nzingha de Angola.

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