GATEAU EL GATO QUE SE FUE EN UNA CRUZADA
Cecilia Ruiz de Ríos
Quizás el mayor refuerzo que ha recibido la leyenda que reza que los gatos poseen 9 vidas se haya dado en la Edad Media, cuando un robusto ejemplar macho de gato Manx (cola de borla) acompañó a su adorado socio(los gatos no tienen amo) y quedó vivito y coleando por rato después de irse en la primera cruzada. Gateau(en francés pudincito o quequito) se fue en una canasta mullida a la Tierra Santa con su socio el trovador, faldero y noble francés Guillermo IX de Aquitania, y muchos historiadores nos pegaríamos tres caídas por haber estado en su lugar debido a las experiencias que esta criaturita coleccionó.
Gateau llegó al regazo de su amigo Guillermo gracias a que su madre, Irelia, era la gata Manx predilecta del castillo en Poitiers. Irelia había sido el regalo viviente de Amalie, una pelirroja inglesa que fue amante de Guillermo. Fue el único macho de su camada, y aunque sus hermanas fueron conservadas en el hogar de Guillermo como mimadas mascotas, el absoluto favorito fue Gateau, nacido en 1100 el 4 de octubre cuando Guillermo ya tenía casi 29 años de edad. La riqueza de Guillermo, quien era duque de Aquitania y Gascuña y conde de Poitiers le permitió al gatito deleitarse en su preferencia por los pastelillos y por eso le pusieron nombre de comida. Al igual que su socio, era sensual, simpático y glotón, dotado de unos ojos verdes impresionantes.
Guillermo ya estaba casado con su segunda esposa Felipa de Toulouse cuando decidió irse en la primera cruzada guiada por Godofredo de Bouillon, Roberto de Normandía y Raimundo de Toulouse, la mujer le dijo a Guillermo que dejara al gato pues no se sabía qué desventura podía pasar. Sonriente pero firme, Guillermo le dijo que lo pensaría, pero en realidad se sacó a Gateau escondido en una forrada canastona. En 1101 Guillermo llegó a la Tierra Santa sin mayores problemas que el haber pasado verguenzas porque era mal comandante y generalmente salía huyendo de sus escaramuzas. En Anatolia su falta de planificación y atrevimiento hizo que hubiesen pérdidas en los combates, pero Gateau y él lograron salvar el pellejo en todas estas ocasiones. En una ocasión el libidinoso gato se escapó del campamento de Guillermo mientras éste dormía empiernado con una hermosa sarracena. Tras el amor con su amante, Guillermo buscó a quien muchos juzgan fue el verdadero gran amor de su vida y se llevó el pavoroso chasco de no encontrar al alegre y borludo micifuz. El susto fue breve, pues dos lugartenientes de Guillermo lograron echarle mano al gato tras echarle una dosis de agua fría cuando el animal se disponía a “hacer gatitos” con una hermosa angora joven.
Guillermo agradeció a sus oficiales que le rescataran al miau, pero les aconsejó que no usaran semejante método tan bárbaro pues un balde de agua fría a la hora de amar era “como para dejar inservible a cualquiera!”A los sarracenos les caía en gracia ver al regordete y alegre Guillermo acompañado por su gato, algo inusual pues la mayor parte de los caballeros cristianos consideraban que los gatos eran socios del demonio y no apta compañía para un ferviente cruzado dispuesto a salvar la tumba de Cristo de los infieles. Cuando Guillermo echó viaje de vuelta para su casa, iba cargado de numerosos regalos que los “infieles” le habían hecho al gato, entre ellos un collar de ámbar que Gateau portó alrededor de su rollizo pescuezo toda su vida.
En 1102 Guillermo, sin mayor pena ni gloria, regresó a su terruño con el gato atuto, el cual acabó el viaje muy bien acompañado pues al pasar por una aldea Guillermo recibió como obsequio una enorme gata persa negra a quien llamó Perséfona. Esta gata acabaría siendo la predilecta de Gateau, ya que la mayor parte de la numerosa marimba de gatitos que dejó provenían del vientre fecundo de Perséfona.
Una vez que Guillermo abandonó definitivamente a Felipa de Toulouse para lanzarse a una aventura amorosa con Dangereuse, una audaz mujer casada que le coqueteaba agresivamente, Gateau tuvo la enorme suerte de provocar un flechazo inmediato con la nueva doyenne del castillo de Guillermo. A ratos, Guillermo bromeaba a su nueva amante que se había decidido por él mayormente para tener acceso a Gateau. Dangereuse solía peinarle la borla a Gateau, lo cual al coqueto minino le encantaba.
Gateau en toda su vida tuvo dos compañeras fieles: Perséfona y Fabiolla, quien fue un regalo de un bardo italiano que era uno de los mejores amigos de Guillermo. De ambas gatas, llegó a tener una descendencia de aproximadamente 30 gatitos, de los cuales unos 27 sobrevivieron a la infancia y llegaron a crear lo que hoy jocosamente llaman “la simiente con pelo de Guillermo el Trovador.” Hasta la vez existen gatos descendientes del famoso Gateau, y muchos de ellos han sido valorados en miles de dólares por ejemplar.
Gateau murió de achaques de viejo en 1119, el 20 de diciembre, agriándole la Navidad a su socio. Fue sepultado en una rica tumba. Guillermo, aunque tuvo otros gatos a los que amó y dedicó poesías, jamás habría de reponerse de la pérdida de su amigo de correrías. En 1120 se lanzó junto con la reina Urraca de Castilla a una serie de aventuras bélicas que durarían hasta 1123 en un esfuerzo vano de sacar a los moros de Córdoba como parte de lo que hoy conocemos como La Reconquista. Posteriormente Guillermo prestaría tropas al rey galo Felipe I en su lucha contra el agresivo Guillermo el Conquistador.
Guillermo de Aquitania moriría un 10 de febrero de 1126 con la satisfacción de haber casado a la hija de su amante Dangereuse con su heredero Guillermo X de Aquitania(los padres de Leonor de Aquitania). Pero el recuerdo de la tierna amistad que le unió con su aventurero Gateau quedó plasmado en numerosos poemas, entre ellos la frase de “Cuando la elegancia quiso existir, se vistió de uñas, pelo y bigotes y se hizo gato.” Qué mejor tributo para su felino quien lo supo acompañar hasta en una Cruzada?
Cecilia Ruiz de Ríos
Quizás el mayor refuerzo que ha recibido la leyenda que reza que los gatos poseen 9 vidas se haya dado en la Edad Media, cuando un robusto ejemplar macho de gato Manx (cola de borla) acompañó a su adorado socio(los gatos no tienen amo) y quedó vivito y coleando por rato después de irse en la primera cruzada. Gateau(en francés pudincito o quequito) se fue en una canasta mullida a la Tierra Santa con su socio el trovador, faldero y noble francés Guillermo IX de Aquitania, y muchos historiadores nos pegaríamos tres caídas por haber estado en su lugar debido a las experiencias que esta criaturita coleccionó.
Gateau llegó al regazo de su amigo Guillermo gracias a que su madre, Irelia, era la gata Manx predilecta del castillo en Poitiers. Irelia había sido el regalo viviente de Amalie, una pelirroja inglesa que fue amante de Guillermo. Fue el único macho de su camada, y aunque sus hermanas fueron conservadas en el hogar de Guillermo como mimadas mascotas, el absoluto favorito fue Gateau, nacido en 1100 el 4 de octubre cuando Guillermo ya tenía casi 29 años de edad. La riqueza de Guillermo, quien era duque de Aquitania y Gascuña y conde de Poitiers le permitió al gatito deleitarse en su preferencia por los pastelillos y por eso le pusieron nombre de comida. Al igual que su socio, era sensual, simpático y glotón, dotado de unos ojos verdes impresionantes.
Guillermo ya estaba casado con su segunda esposa Felipa de Toulouse cuando decidió irse en la primera cruzada guiada por Godofredo de Bouillon, Roberto de Normandía y Raimundo de Toulouse, la mujer le dijo a Guillermo que dejara al gato pues no se sabía qué desventura podía pasar. Sonriente pero firme, Guillermo le dijo que lo pensaría, pero en realidad se sacó a Gateau escondido en una forrada canastona. En 1101 Guillermo llegó a la Tierra Santa sin mayores problemas que el haber pasado verguenzas porque era mal comandante y generalmente salía huyendo de sus escaramuzas. En Anatolia su falta de planificación y atrevimiento hizo que hubiesen pérdidas en los combates, pero Gateau y él lograron salvar el pellejo en todas estas ocasiones. En una ocasión el libidinoso gato se escapó del campamento de Guillermo mientras éste dormía empiernado con una hermosa sarracena. Tras el amor con su amante, Guillermo buscó a quien muchos juzgan fue el verdadero gran amor de su vida y se llevó el pavoroso chasco de no encontrar al alegre y borludo micifuz. El susto fue breve, pues dos lugartenientes de Guillermo lograron echarle mano al gato tras echarle una dosis de agua fría cuando el animal se disponía a “hacer gatitos” con una hermosa angora joven.
Guillermo agradeció a sus oficiales que le rescataran al miau, pero les aconsejó que no usaran semejante método tan bárbaro pues un balde de agua fría a la hora de amar era “como para dejar inservible a cualquiera!”A los sarracenos les caía en gracia ver al regordete y alegre Guillermo acompañado por su gato, algo inusual pues la mayor parte de los caballeros cristianos consideraban que los gatos eran socios del demonio y no apta compañía para un ferviente cruzado dispuesto a salvar la tumba de Cristo de los infieles. Cuando Guillermo echó viaje de vuelta para su casa, iba cargado de numerosos regalos que los “infieles” le habían hecho al gato, entre ellos un collar de ámbar que Gateau portó alrededor de su rollizo pescuezo toda su vida.
En 1102 Guillermo, sin mayor pena ni gloria, regresó a su terruño con el gato atuto, el cual acabó el viaje muy bien acompañado pues al pasar por una aldea Guillermo recibió como obsequio una enorme gata persa negra a quien llamó Perséfona. Esta gata acabaría siendo la predilecta de Gateau, ya que la mayor parte de la numerosa marimba de gatitos que dejó provenían del vientre fecundo de Perséfona.
Una vez que Guillermo abandonó definitivamente a Felipa de Toulouse para lanzarse a una aventura amorosa con Dangereuse, una audaz mujer casada que le coqueteaba agresivamente, Gateau tuvo la enorme suerte de provocar un flechazo inmediato con la nueva doyenne del castillo de Guillermo. A ratos, Guillermo bromeaba a su nueva amante que se había decidido por él mayormente para tener acceso a Gateau. Dangereuse solía peinarle la borla a Gateau, lo cual al coqueto minino le encantaba.
Gateau en toda su vida tuvo dos compañeras fieles: Perséfona y Fabiolla, quien fue un regalo de un bardo italiano que era uno de los mejores amigos de Guillermo. De ambas gatas, llegó a tener una descendencia de aproximadamente 30 gatitos, de los cuales unos 27 sobrevivieron a la infancia y llegaron a crear lo que hoy jocosamente llaman “la simiente con pelo de Guillermo el Trovador.” Hasta la vez existen gatos descendientes del famoso Gateau, y muchos de ellos han sido valorados en miles de dólares por ejemplar.
Gateau murió de achaques de viejo en 1119, el 20 de diciembre, agriándole la Navidad a su socio. Fue sepultado en una rica tumba. Guillermo, aunque tuvo otros gatos a los que amó y dedicó poesías, jamás habría de reponerse de la pérdida de su amigo de correrías. En 1120 se lanzó junto con la reina Urraca de Castilla a una serie de aventuras bélicas que durarían hasta 1123 en un esfuerzo vano de sacar a los moros de Córdoba como parte de lo que hoy conocemos como La Reconquista. Posteriormente Guillermo prestaría tropas al rey galo Felipe I en su lucha contra el agresivo Guillermo el Conquistador.
Guillermo de Aquitania moriría un 10 de febrero de 1126 con la satisfacción de haber casado a la hija de su amante Dangereuse con su heredero Guillermo X de Aquitania(los padres de Leonor de Aquitania). Pero el recuerdo de la tierna amistad que le unió con su aventurero Gateau quedó plasmado en numerosos poemas, entre ellos la frase de “Cuando la elegancia quiso existir, se vistió de uñas, pelo y bigotes y se hizo gato.” Qué mejor tributo para su felino quien lo supo acompañar hasta en una Cruzada?
2 comentarios:
Hola Cecilia.
Me encantaría saber si tenés fuentes bibliograficas o documentales sobre Guillermo de Aquitania, la fuente de esta anécdota.
Te agradecería mucho si me la hicieras conocer, porqu estoy buscando datos sobre su biografía.
Saludos
Que buena historia...es así como debería ser, revivirla, tocarla, sentirla (la historia). Te aliento para que continúes escribiendo.
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