EL CLOSET ARDIENTE...DE WARREN GAMALIEL HARDING
Cecilia Ruiz de Ríos
Entre las páginas más coloradas de la historia de Estados Unidos emerge la figura de Nan Britton, la amante del presidente estadounidense Warren Gamaliel Harding, una mujer que se aficionó más al bolsillo de su amante que a sus caricias y que cuando éste murió, quiso apoderarse de su herencia. La historia de Nan es la de toda mujer despechada dispuesta a hacer daño al no lograr su cometido, y después de la muerte de Harding fue la persona que más manchó el nombre de esta desafortunado y lujurioso hombre.
Warren Gamaliel Harding, nacido en Corsica, Ohio, en 1865 y muerto de supuesta hemorragia cerebral ya siendo presidente en 1923, fue el mandatario número 29 en ocupar la Casa Blanca al ser electo en 1920. Había sido periodista, senador y sobre todo objeto de controversias desde que entró a la luz pública. Era intensamente infeliz con su esposa machorra, Florence Mabel Kling, quien era tan fea y andrògina que la apodaban "El espantapájaros". Su altivez y soberbia le ganaron a Florence el apodo de "La Duquesa".
Nan Britton nació en 1896 en el mismo terruño de Harding, y era hija de un médico llamado Samuel Britton. Desde el inicio de su adolescencia, Nan se infatuó con Harding, quien para entonces era editor periodístico con ambiciones políticas. Poseedora de una curvilínea figura y una carita de muñeca, Nan desde entonces era descarada y gritó a los cuatro vientos su enamoramiento violento con Harding. Consiguió fotos suyas y empapeló su dormitorio con ellas. La pasión de la adolescente era tan galopante que su padre incluso tuvo que ir en una ocasión al despacho de Harding para advertirle del problema.
Cuando Harding ya había llegado a senador, Nan vivía en Cleveland y se alojaba en la YWCA, trabajando como dependienta en una tienda de porcelana. Para entonces el padre de Nan había muerto, y la joven recurrió a varios amigos de su finado progenitor pidiendo ayuda para poderse ir a estudiar secretariado a Nueva York.
De estas andanzas hizo partícipe a Harding, a quien escribió con esperanzas de que éste "agarrara la seña". Una vez que consiguió algún dinero de los amigos de papi, Nan se va a Nueva York y ahí la llega a visitar Harding. Este le avisa que está alojado en un hotel donde por pura equivocación le han dado la suite nupcial. Harding la lleva a la alcoba pretextando la necesidad de privacidad. Ahí se dan el primer beso y aunque los arrumacos son intensos, Nan conserva la cabeza fría y no cede su supuesta virginidad ante el senador. Harding no cede ante la solicitud de empleo en Washington, pero le consigue un puesto de mecanógrafa en la empresa United States Steel Corporation ahí mismo en Nueva York.
Al regreso de esa entrevista de trabajo, Harding, tembloroso por sus ímpetus insatisfechos, se baja aparatosamente del taxi solo para caerse estrepitosamente, pegando la frente contra la cuneta mientras Nan, quien sabe que lo trae loco, reprime la risa. Al partir, aunque no ha habido sexo, Harding le deja en la media de seda 30 dólares a Nan, creando de esta forma a un monstruo insaciablemente voraz que nunca se cansará de pedirle metálico de ahí en adelante.
Después de que Nan se va al lecho con Harding en el Hotel Imperial en Nueva York, en una agitada noche donde hasta unos detectives los siguieron para pescarlos desnudos e interrogarlos, Nan y Harding se ven en distintos hoteles en los cuales Harding la inscribe primero como sobrina, luego como su secretaria y después hasta como su esposa.
La visita una vez por semana y ella siempre lo va a traer a la estación Pennsylvania. En 1913 Nan queda embarazada, y aunque Harding quiere que aborte, ella da a luz a una niña el 22 de octubre a las 2 p.m. La niña se llamará Elizabeth Ann, y Harding evitará cargarla o reconocerla por mucho tiempo. Una vez que Harding se lanza a la campaña presidencial, sus esfuerzos se ven entorpecidos por una acusación increíble: varios afirman que Harding tiene sangre negra procedente de esclavos (una mácula enorme en tiempos en que los negros eran maltratados.) Una vidente, Madame Marcia, le afirma a la esposa de Harding que él llegará a la Casa Blanca pero morirá sin finalizar su período, algo que en efecto se cumplirá.
Una vez electo en 1920, Harding llega a ver a su Nan inmediatamente después de su triunfo. Cuando ya se establece en la Casa Blanca, Nan lo sigue hasta Washington y Harding echa por la borda toda prudencia, permitiendo que le visite en su oficina... donde hay un closet de apenas 5 pies cuadrados. En este closet Harding consumará apurados amores de conejo asustado con su querida, mientras su fiel agente del Servicio Secreto, Jim Sloan, vigila.
En una ocasión, la esposa de Harding casi los pesca amándose de pie en el closet. Solo la rigidez del agente evita que Florence los halle in fraganti, y apenas la airada esposa sale iracunda a buscar otro acceso a la oficina de Harding, el agente corre a avisarle a su jefe, a quien encuentra sudoroso y con los pantalones abullonados alrededor de los tobillos. Nan es llevada a un carro para que huya, y cuando Florence entra al despacho de Harding, lo encuentra sentado en su escritorio con cara de cobrador por haber tenido que practicar contra su voluntad el coitus interruptus. La existencia de Elizabeth Ann aflige a Warren Harding. Le ofrece 500 dólares por mes a la hermana casada de Nan para que adopte legalmente a la niña.
Nan, siempre sedienta de dinero, acepta monetario del hombre que al morir Harding será brevemente su esposo, el capitán noruego Magnus Cricken, mientras anda dándose la gran vida en Francia. Cuando Nan anda allá, se entera de la muerte de Harding en California durante una gira presidencial. Creyendo que Harding le ha dejado algo de dinero, se apresura a regresar a Estados Unidos.
Comienza a presionar a la familia Harding para que le entreguen lo que ella estima le corresponde por haber sido la querida del presidente y haberle dado una hija. Cuando los Hardings no le dan nada, saca al mercado dos libros: La Hija del Presidente, el cual fue un bestséller, y luego Honesty or Politics, el cual ya no se vende bien pues la gente está cansada de sus desplantes y la ven sencillamente como lo que fue: una mujer aprovechada que solamente fue la amante de uno de los presidentes más desprestigiados de Estados Unidos.
Entre las páginas más coloradas de la historia de Estados Unidos emerge la figura de Nan Britton, la amante del presidente estadounidense Warren Gamaliel Harding, una mujer que se aficionó más al bolsillo de su amante que a sus caricias y que cuando éste murió, quiso apoderarse de su herencia. La historia de Nan es la de toda mujer despechada dispuesta a hacer daño al no lograr su cometido, y después de la muerte de Harding fue la persona que más manchó el nombre de esta desafortunado y lujurioso hombre.
Warren Gamaliel Harding, nacido en Corsica, Ohio, en 1865 y muerto de supuesta hemorragia cerebral ya siendo presidente en 1923, fue el mandatario número 29 en ocupar la Casa Blanca al ser electo en 1920. Había sido periodista, senador y sobre todo objeto de controversias desde que entró a la luz pública. Era intensamente infeliz con su esposa machorra, Florence Mabel Kling, quien era tan fea y andrògina que la apodaban "El espantapájaros". Su altivez y soberbia le ganaron a Florence el apodo de "La Duquesa".
Nan Britton nació en 1896 en el mismo terruño de Harding, y era hija de un médico llamado Samuel Britton. Desde el inicio de su adolescencia, Nan se infatuó con Harding, quien para entonces era editor periodístico con ambiciones políticas. Poseedora de una curvilínea figura y una carita de muñeca, Nan desde entonces era descarada y gritó a los cuatro vientos su enamoramiento violento con Harding. Consiguió fotos suyas y empapeló su dormitorio con ellas. La pasión de la adolescente era tan galopante que su padre incluso tuvo que ir en una ocasión al despacho de Harding para advertirle del problema.
Cuando Harding ya había llegado a senador, Nan vivía en Cleveland y se alojaba en la YWCA, trabajando como dependienta en una tienda de porcelana. Para entonces el padre de Nan había muerto, y la joven recurrió a varios amigos de su finado progenitor pidiendo ayuda para poderse ir a estudiar secretariado a Nueva York.
De estas andanzas hizo partícipe a Harding, a quien escribió con esperanzas de que éste "agarrara la seña". Una vez que consiguió algún dinero de los amigos de papi, Nan se va a Nueva York y ahí la llega a visitar Harding. Este le avisa que está alojado en un hotel donde por pura equivocación le han dado la suite nupcial. Harding la lleva a la alcoba pretextando la necesidad de privacidad. Ahí se dan el primer beso y aunque los arrumacos son intensos, Nan conserva la cabeza fría y no cede su supuesta virginidad ante el senador. Harding no cede ante la solicitud de empleo en Washington, pero le consigue un puesto de mecanógrafa en la empresa United States Steel Corporation ahí mismo en Nueva York.
Al regreso de esa entrevista de trabajo, Harding, tembloroso por sus ímpetus insatisfechos, se baja aparatosamente del taxi solo para caerse estrepitosamente, pegando la frente contra la cuneta mientras Nan, quien sabe que lo trae loco, reprime la risa. Al partir, aunque no ha habido sexo, Harding le deja en la media de seda 30 dólares a Nan, creando de esta forma a un monstruo insaciablemente voraz que nunca se cansará de pedirle metálico de ahí en adelante.
Después de que Nan se va al lecho con Harding en el Hotel Imperial en Nueva York, en una agitada noche donde hasta unos detectives los siguieron para pescarlos desnudos e interrogarlos, Nan y Harding se ven en distintos hoteles en los cuales Harding la inscribe primero como sobrina, luego como su secretaria y después hasta como su esposa.
La visita una vez por semana y ella siempre lo va a traer a la estación Pennsylvania. En 1913 Nan queda embarazada, y aunque Harding quiere que aborte, ella da a luz a una niña el 22 de octubre a las 2 p.m. La niña se llamará Elizabeth Ann, y Harding evitará cargarla o reconocerla por mucho tiempo. Una vez que Harding se lanza a la campaña presidencial, sus esfuerzos se ven entorpecidos por una acusación increíble: varios afirman que Harding tiene sangre negra procedente de esclavos (una mácula enorme en tiempos en que los negros eran maltratados.) Una vidente, Madame Marcia, le afirma a la esposa de Harding que él llegará a la Casa Blanca pero morirá sin finalizar su período, algo que en efecto se cumplirá.
Una vez electo en 1920, Harding llega a ver a su Nan inmediatamente después de su triunfo. Cuando ya se establece en la Casa Blanca, Nan lo sigue hasta Washington y Harding echa por la borda toda prudencia, permitiendo que le visite en su oficina... donde hay un closet de apenas 5 pies cuadrados. En este closet Harding consumará apurados amores de conejo asustado con su querida, mientras su fiel agente del Servicio Secreto, Jim Sloan, vigila.
En una ocasión, la esposa de Harding casi los pesca amándose de pie en el closet. Solo la rigidez del agente evita que Florence los halle in fraganti, y apenas la airada esposa sale iracunda a buscar otro acceso a la oficina de Harding, el agente corre a avisarle a su jefe, a quien encuentra sudoroso y con los pantalones abullonados alrededor de los tobillos. Nan es llevada a un carro para que huya, y cuando Florence entra al despacho de Harding, lo encuentra sentado en su escritorio con cara de cobrador por haber tenido que practicar contra su voluntad el coitus interruptus. La existencia de Elizabeth Ann aflige a Warren Harding. Le ofrece 500 dólares por mes a la hermana casada de Nan para que adopte legalmente a la niña.
Nan, siempre sedienta de dinero, acepta monetario del hombre que al morir Harding será brevemente su esposo, el capitán noruego Magnus Cricken, mientras anda dándose la gran vida en Francia. Cuando Nan anda allá, se entera de la muerte de Harding en California durante una gira presidencial. Creyendo que Harding le ha dejado algo de dinero, se apresura a regresar a Estados Unidos.
Comienza a presionar a la familia Harding para que le entreguen lo que ella estima le corresponde por haber sido la querida del presidente y haberle dado una hija. Cuando los Hardings no le dan nada, saca al mercado dos libros: La Hija del Presidente, el cual fue un bestséller, y luego Honesty or Politics, el cual ya no se vende bien pues la gente está cansada de sus desplantes y la ven sencillamente como lo que fue: una mujer aprovechada que solamente fue la amante de uno de los presidentes más desprestigiados de Estados Unidos.
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