El Fundador de los artificiales Trastámaras: Enrique II de Castilla
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace poco, hubo un tironcito de mechas entre dos personajes coloridos de nuestro ámbito de la cultura y lo divertido fue que la manzanita de la discordia fue nada menos que el ancestro de la “muy catoliquísima” Isabel de Castilla, a quien junto a su odioso esposo Fernando de Aragón le debemos que el piojoso Cristóbal Colón viniera a deschincacarnos la civilización en 1492.
Dado que numerosos lectores han preguntado a mi correo sobre la realidad del pobre Enrique II de Trastámara, rey de Castilla, vamos a ver de qué se trataba este monarca. Vino al mundo al lado equivocado de la sábana como cuarto espurio del total de una marimba de 10 que fabricaron sin boda Alfonso XI y doña Leonor de Guzmán. Pero el generoso conde de Trastámara le cogió aprecio al bebé y lo adoptó dándole su apellido y apoyo financiero. El muchacho era avispado, con unos ojos profundos de mirada casi gitana, suaves rizos rojizos y cara de querube. En resumen no dejaba de tener su encanto y gracejo. En la adolescencia comenzó a tener amores furtivos con pajes, y eso le marcaría por siempre en sus preferencias de parejas. Pero como no se podía casar con otro mancebo, lo matrimoniaron a los 17 añitos con Juana Manuel de Castilla, señora de Villena, hija del infante don Juan Manuel un 27 de julio de 1350. Con ella habría de manufacturar al futuro rey de Castilla y León Juan y las infantas Juana y Leonor.
De una relación con Elvira Iñiguez de la Vega tendría otras dos hijas: Constanza y Juanita. Once espurios más nacidos de sus arrumacos con damas de la corte completarían un total de 14 “hijos naturales”(en caso que los de matrimonio fuésemos artificiales, pregunta el inefable Gabo).Para 1366, pidió apoyo a Francia en tiempos en que el rey era Carlos V y su consorte Juana de Borbón. También le apoyó Aragón para sublevar a los nobles en contra de su hermano Pedro I el Cruel(a no confundirlo con Pedro I El Severo de Portugal). Le ayudaría en esa invasión el francés Bertrand du Guesclin. Enrique sufriría un revés en la batalla de Nájera en 1367 cuando su hermano Pedro I consiguió ayuda de Eduardo (cuyo nombre El Príncipe Negro venía de una armadura negra con la cual dicen que hasta dormía), príncipe de Gales de turno con sus tropas inglesas.
Sin embargo, un año más luego Enrique pudo asir el cetro y coronarse como rey castellano. Pedro fue eliminado por órdenes suyas. De esta forma, el bastardo Enrique con el apellido prestado de Trastámara logra quedarse con el corona de Castilla. Enrique no era santo de la devoción ni de ingleses, ni de los aragoneses, portugueses o navarros. Solo le apoyaban los galos, y por ese apoyo pagó carísimo tendiendo que proporcionar soldados castellanos para que fueran carne de cañón en la Guerra de los Cien Años mediante la cual los ingleses querían comerse la soberanía de Francia. Los franceses dejarían el erario de Enrique más ralo que talón de guatuza, y Enrique se vería forzado a emprender una devaluación de la moneda, y para callarles el pico a los nobles otorgaría las “mercedes enriqueñas” mediante las cuales el rey dotó de bienes y rentas a los nobles. Antisemita rábido, Enrique despeluzará las fortunas de grandes familias judías sefarditas, y las consecuencias de su racismo las pagará su hijo y sucesor Juan I.
La inestabilidad de su corona siempre hizo que Enrique pasara malos momentos. Pero no le tembló la mano cuando sus hermanos Fadrique Alfonso, Sancho y Tello le hicieron la vida imposible. También le tocó pelear con el rey lusitano Fernando I Fernando I de Portugal (hijo deslucido del rey Pedro I de Portugal, nieto de Sancho IV de Castilla “Sancho el Bravo”) y después al inglesito Juan de Gante, duque de Lancaster, casado con su propia sobrina Constanza de Castilla(hija de su hermanastro Pedro el Cruel). En sus últimos años le llamaron el “Rey de la Baraja” dado que tras haber sido adusto con los judíos, súbitamente le dio por protegerlos y ser muy sonriente con ellos. Uno de sus logros más importante en ese periodo fue la vertebración definitiva de la Audiencia, tribunal superior de justicia. A diferencia de su hermano Pedro I, quien era un autócrata malcriado, el rey Enrique II convocó personal y constantemente a las Cortes.
Independientemente de que como monarca pudo haber sido mejor, Enrique II de Castilla siempre fue considerado un hombre muy letrado y encantador. Ante él sucumbieron hermosas mujeres, pero también agraciados donceles, y sus amores con un paje de origen sefardita italiano, Paolo, fueron la comidilla de la corte. Además de Paolo, Enrique gozó de numerosos mancebos de extracción campesina, recompensando a muchos de ellos con costosos regalos. Enrique gozaba ataviándose en finas sedas y ropas de colorido extremo, ya que su natural apostura hacía que se viera bien en cualquier cosa que se pusiera.
Enrique II falleció en Santo Domingo de la Calzada, en el año 1379, dejando a su hijo Juan I como rey en el inestable trono castellano.
De esta forma, la dinastía Trastámara en la cual encontraremos más adelante en la historia al personajes tan diversos como el pobre cornudo e impotente Enrique IV y a su ambiciosa y dominante media hermanita Isabel “La Católica”(muy cristiana la chica, robándole el trono a su sobrinita))de Castilla, se afianzó en el trono español con la misma astucia que otra dinastía adulterada (la de los Romanov a partir del zar Pablo I, a quien Catalina II la Grande lo fabricó con un amante de apellido Saltykov y no con su esposo Pedro III Romanov).
Lo curioso de este soberano fue que en plena Edad Media, cuando aquellos que preferían a los de su mismo género eran perseguidos y ejecutados, Enrique jamás ocultó su preferencia por los chicos y contrario a la idea de que los gays son cobardes, fue uno de los reyes guerreros más valientes que tuvo la historia de la península ibérica.
Cecilia Ruiz de Ríos
Hace poco, hubo un tironcito de mechas entre dos personajes coloridos de nuestro ámbito de la cultura y lo divertido fue que la manzanita de la discordia fue nada menos que el ancestro de la “muy catoliquísima” Isabel de Castilla, a quien junto a su odioso esposo Fernando de Aragón le debemos que el piojoso Cristóbal Colón viniera a deschincacarnos la civilización en 1492.
Dado que numerosos lectores han preguntado a mi correo sobre la realidad del pobre Enrique II de Trastámara, rey de Castilla, vamos a ver de qué se trataba este monarca. Vino al mundo al lado equivocado de la sábana como cuarto espurio del total de una marimba de 10 que fabricaron sin boda Alfonso XI y doña Leonor de Guzmán. Pero el generoso conde de Trastámara le cogió aprecio al bebé y lo adoptó dándole su apellido y apoyo financiero. El muchacho era avispado, con unos ojos profundos de mirada casi gitana, suaves rizos rojizos y cara de querube. En resumen no dejaba de tener su encanto y gracejo. En la adolescencia comenzó a tener amores furtivos con pajes, y eso le marcaría por siempre en sus preferencias de parejas. Pero como no se podía casar con otro mancebo, lo matrimoniaron a los 17 añitos con Juana Manuel de Castilla, señora de Villena, hija del infante don Juan Manuel un 27 de julio de 1350. Con ella habría de manufacturar al futuro rey de Castilla y León Juan y las infantas Juana y Leonor.
De una relación con Elvira Iñiguez de la Vega tendría otras dos hijas: Constanza y Juanita. Once espurios más nacidos de sus arrumacos con damas de la corte completarían un total de 14 “hijos naturales”(en caso que los de matrimonio fuésemos artificiales, pregunta el inefable Gabo).Para 1366, pidió apoyo a Francia en tiempos en que el rey era Carlos V y su consorte Juana de Borbón. También le apoyó Aragón para sublevar a los nobles en contra de su hermano Pedro I el Cruel(a no confundirlo con Pedro I El Severo de Portugal). Le ayudaría en esa invasión el francés Bertrand du Guesclin. Enrique sufriría un revés en la batalla de Nájera en 1367 cuando su hermano Pedro I consiguió ayuda de Eduardo (cuyo nombre El Príncipe Negro venía de una armadura negra con la cual dicen que hasta dormía), príncipe de Gales de turno con sus tropas inglesas.
Sin embargo, un año más luego Enrique pudo asir el cetro y coronarse como rey castellano. Pedro fue eliminado por órdenes suyas. De esta forma, el bastardo Enrique con el apellido prestado de Trastámara logra quedarse con el corona de Castilla. Enrique no era santo de la devoción ni de ingleses, ni de los aragoneses, portugueses o navarros. Solo le apoyaban los galos, y por ese apoyo pagó carísimo tendiendo que proporcionar soldados castellanos para que fueran carne de cañón en la Guerra de los Cien Años mediante la cual los ingleses querían comerse la soberanía de Francia. Los franceses dejarían el erario de Enrique más ralo que talón de guatuza, y Enrique se vería forzado a emprender una devaluación de la moneda, y para callarles el pico a los nobles otorgaría las “mercedes enriqueñas” mediante las cuales el rey dotó de bienes y rentas a los nobles. Antisemita rábido, Enrique despeluzará las fortunas de grandes familias judías sefarditas, y las consecuencias de su racismo las pagará su hijo y sucesor Juan I.
La inestabilidad de su corona siempre hizo que Enrique pasara malos momentos. Pero no le tembló la mano cuando sus hermanos Fadrique Alfonso, Sancho y Tello le hicieron la vida imposible. También le tocó pelear con el rey lusitano Fernando I Fernando I de Portugal (hijo deslucido del rey Pedro I de Portugal, nieto de Sancho IV de Castilla “Sancho el Bravo”) y después al inglesito Juan de Gante, duque de Lancaster, casado con su propia sobrina Constanza de Castilla(hija de su hermanastro Pedro el Cruel). En sus últimos años le llamaron el “Rey de la Baraja” dado que tras haber sido adusto con los judíos, súbitamente le dio por protegerlos y ser muy sonriente con ellos. Uno de sus logros más importante en ese periodo fue la vertebración definitiva de la Audiencia, tribunal superior de justicia. A diferencia de su hermano Pedro I, quien era un autócrata malcriado, el rey Enrique II convocó personal y constantemente a las Cortes.
Independientemente de que como monarca pudo haber sido mejor, Enrique II de Castilla siempre fue considerado un hombre muy letrado y encantador. Ante él sucumbieron hermosas mujeres, pero también agraciados donceles, y sus amores con un paje de origen sefardita italiano, Paolo, fueron la comidilla de la corte. Además de Paolo, Enrique gozó de numerosos mancebos de extracción campesina, recompensando a muchos de ellos con costosos regalos. Enrique gozaba ataviándose en finas sedas y ropas de colorido extremo, ya que su natural apostura hacía que se viera bien en cualquier cosa que se pusiera.
Enrique II falleció en Santo Domingo de la Calzada, en el año 1379, dejando a su hijo Juan I como rey en el inestable trono castellano.
De esta forma, la dinastía Trastámara en la cual encontraremos más adelante en la historia al personajes tan diversos como el pobre cornudo e impotente Enrique IV y a su ambiciosa y dominante media hermanita Isabel “La Católica”(muy cristiana la chica, robándole el trono a su sobrinita))de Castilla, se afianzó en el trono español con la misma astucia que otra dinastía adulterada (la de los Romanov a partir del zar Pablo I, a quien Catalina II la Grande lo fabricó con un amante de apellido Saltykov y no con su esposo Pedro III Romanov).
Lo curioso de este soberano fue que en plena Edad Media, cuando aquellos que preferían a los de su mismo género eran perseguidos y ejecutados, Enrique jamás ocultó su preferencia por los chicos y contrario a la idea de que los gays son cobardes, fue uno de los reyes guerreros más valientes que tuvo la historia de la península ibérica.
1 comentario:
Hola Cesi, me gustaria escuchar tu historia de Sancho VII de Navarra, Peronella Ramirez de Aragon, Pedro II de Aragon, Fernando I de Castilla y la del Rey Frances que ordeno el asesinato de los Templarios. Oye, por casualidad entre tus preferencias musicales se encuentra Perla Blandon, la Perla de la Cancion Nicaraguense? Tengo largo rato de andar buscando sus canciones sin conseguirlo... saludos desde Miami Lake, Florida
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