Erudito, Justo y Desafortunado: El Emperador José II de Habsburgo
Cecilia Ruiz de Ríos
Cuando Jong-Yun, mi brillante alumno coreano, me preguntó por qué mi adorado gato pelirrojo no es simplemente Chepito, sino Emperador José II de Habsburgo, tuve que prometerle que iba a desenmarañarle en un artículo mi eterna fascinación por este gran monarca austríaco que ha sido incomprendido por muchos. José II fue el mayor de los varones de la gran emperatriz austríaca Ma. Teresa de Habsburgo y su díscolo esposo Franz I Stefan, y fue visto por muchos como un auténtico revolucionario montado en el trono.
Nacido un 13 de marzo de 1741 en Viena, era el cuarto vástago de la numerosa prole de Ma. Teresa, siendo precedido por tres hembras.Chepito(y ahí me dispensan el abuso, pero el cariño que le tengo a este soberano es enorme)resultó ser el hijo que mayor jaqueca dio a la formidable emperatriz.Recibió abundante palo de sus padres por rebelde, le pusieron un tutor soldado para meterlo en cintura, un Jesuita lo instruyó en religión y un historiador pesado solo logró que el chico sintiera repulsión e irreverencia por las figuras del pasado.Martini, su profe de leyes, fue quien mejor resultado tuvo pues gracias a sus peroratas, Chepito concibió su preocupación eterna por el bienestar de los pobres y los derechos del hombre. Chepito admiraba en secreto a Federico el Grande de Prusia, el hombre que le arrebató a Silesia a su mamá. Chepito adoraba la música, el arte y los buenos libros, y no es de sorprenderse que su erudición fuera creciendo de forma galopante mientras que su obediencia y tolerancia hacia la religión fuera menguando cada vez más.
En 1756 Chepito estuvo de co regente con su mamá, pero dado que administraba solamente asuntos de negocio y aspectos militares, se sintió maniatado y tras opípara pelea con su madre, se fue resentido a viajar por Italia, Francia y los vastos dominios de los Habsburgos. En dos ocasiones estuvo con su ídolo Federico II de Prusia, y el destino le tenía reservado un encuentro con Catalina II de Rusia en 1780, con quien descubrió que tenía mucho en común por el amor de ambos por las letras y la filosofía. Cuando María Teresa murió en 1780, Chepito se sintió con las manos sueltas y comenzó a proceder con una serie de reformas y decretos que dejarían boquiabierta a la nobleza y atónito al mundo entero.
Para entonces, Chepito ya había conocido el amor en la persona de Isabella de Parma, su primera esposa. Esta hermosa mujer era la hija del duque Felipe de Borbón y Parma y su mujer Elisabeth de Francia, y aunque todo comenzó como una boda arreglada, el amor no tardó en hacerse presente tras la boda realizada un 6 de octubre de 1760 por todo lo alto en Schonbrunn, contando hasta con estreno de música de Juan Sebastián Bach... Isabella era una mujer muy dulce que le aguantaba las rabietas frecuentes a Chepito, quien padecía de lunas monumentales. Isabella dio a Chepito una hija llamada Ma. Teresa un 20 de marzo de 1762, y esta chiquilla habría de contar con la adoración de su regio padre, siendo la única que sobrevivió al parto. Isabella tendría más hijos con Chepito, pero todos murieron siendo bebés, como en el caso de Ma. Cristina en 1763. Ma. Teresa era el ídolo de Chepito, quien sufrió horrores cuando la chiquilla enfermó súbitamente a los 8 años de edad muriendo un 24 de enero de 1770. Chepito había enviudado de Isabella el 27 de noviembre de 1763 y luego lo volvieron a matrimoniar con Ma. Josefa de Bavaria, con quien no fue tan feliz que digamos.
Quizás la infelicidad familiar de Chepito lo llevó a dedicarse como todo un workaholic a su trabajo como monarca. Tenía las mejores intenciones del mundo de legislar a favor de todos, pero desgraciadamente de buenas intenciones está pavimentado el camino al averno. Quería reformar la jurisprudencia imperial y soltar una cuota de poder para minimizar la influencia del trono en la vida cotidiana. Chepito protegió a los judíos, dándole iguales derechos en un imperio donde los anteriores monarcas se habían servido del capital hebreo sin dar las gracias. Chepito quería crear un imperio en el cual todas las razas que lo componían se vieran deprovistas de prejuicios y se fundieran como un solo pueblo. Le quitó muchos derechos a la iglesia, y les recortó las alas en cuanto a la acumulación de riquezas. Prohibió la profusión de asuetos con motivos religiosos, afirmando que "A Dios le gusta que trabajemos, no que andemos de vagos." Abolió los privilegios de la iglesia haciéndoles pagar impuestos igual que todos, y el Edicto de Tolerancia de 1781 permitió que todos pudieran tener libertad de cultos. Chepito prohibió imágenes y adornos lujosos en las iglesias, y en 1783 mientras visitaba Roma osó desafiar a la autoridad papal afirmando que él podría arrogarse el derecho de crear su propio estado-iglesia.Los monasterios fueron cerrados en buen porcentaje, y Pío VI visitó Viena con esperanzas de detener al "monstruoso "Chepito, pero el emperador no parecía sentir nada que no fuera asco por la iglesia.
Chepito parecía no cansarse de firmar decretos. Obligó a que los ataúdes fueran reciclables, implementando modelos con un fondo movible que permitiera depositar al finado solo envuelto en sábanas en la fosa. Esto le atrajo el odio de los leoninos dueños de pompas fúnebres, los cuales siguen haciendo fortuna con el dolor de la muerte. Chepito usaba la lógica para explicar su punto de vista:"Algún día se acabarán los metales y los bosques que nos dan la madera por tanto ataúd enterrado..francamente que mucho desperdiciamos nuestros recursos naturales!" Chepito además favoreció a los más pobres, a los artesanos y a los artistas. Era un hombre extrañamente abordable, accesible a como no había sido ningún Habsburgo antes que él. Su amor por los niños- a pesar de que ninguno de los propios sobrevivió- y por los animales era una constante. Enriqueció el zoo de Schonbrunn con criaturas que le fueron regaladas tanto por dignatarios como por admiradores del vulgo. Tanta pasión de Chepito por emitir decretos hizo que algunos nobles le llamaran El Loco José, sobre todo si las reformas les tocaban los bolsillos a los encopetados.
Chepito estaba destinado a morir solo y frustrado, en circunstancias que hasta la vez hacen sospechar envenenamiento, un 20 de febrero de 1790 en Viena. Tras de sí quedaban incontables decretos firmados, y otro rollo de documentos esperando su firma. El imperio austríaco ya había perdido a Bélgica, y Hungría estaba fermentando un descontento que explotaría en el siglo siguiente.Al no dejar hijos Chepito, su hermano menor Leopoldo subió al trono como Leopoldo II para una breve estadía de 2 años en el taburete dorado.
A pesar de que Chepito fracasó como emperador dado que muchas de sus reformas fueron olvidadas tras su muerte, el pueblo austríaco sigue sintiendo una particular ternura por su recuerdo, a como demuestran las flores que decoran su sepulcro. Su ejemplo de monarca ilustrado y preocupado por el bienestar del pueblo nos hace desear que este singular Habsburgo reencarnara en uno de estos paísitos que tanto necesitan justicia, y aquellos que hemos tenido el honor de visitar su tumba le seguimos rindiendo el charro por haber sido un hombre erudito, compasivo y enérgico.
Cecilia Ruiz de Ríos
Cuando Jong-Yun, mi brillante alumno coreano, me preguntó por qué mi adorado gato pelirrojo no es simplemente Chepito, sino Emperador José II de Habsburgo, tuve que prometerle que iba a desenmarañarle en un artículo mi eterna fascinación por este gran monarca austríaco que ha sido incomprendido por muchos. José II fue el mayor de los varones de la gran emperatriz austríaca Ma. Teresa de Habsburgo y su díscolo esposo Franz I Stefan, y fue visto por muchos como un auténtico revolucionario montado en el trono.
Nacido un 13 de marzo de 1741 en Viena, era el cuarto vástago de la numerosa prole de Ma. Teresa, siendo precedido por tres hembras.Chepito(y ahí me dispensan el abuso, pero el cariño que le tengo a este soberano es enorme)resultó ser el hijo que mayor jaqueca dio a la formidable emperatriz.Recibió abundante palo de sus padres por rebelde, le pusieron un tutor soldado para meterlo en cintura, un Jesuita lo instruyó en religión y un historiador pesado solo logró que el chico sintiera repulsión e irreverencia por las figuras del pasado.Martini, su profe de leyes, fue quien mejor resultado tuvo pues gracias a sus peroratas, Chepito concibió su preocupación eterna por el bienestar de los pobres y los derechos del hombre. Chepito admiraba en secreto a Federico el Grande de Prusia, el hombre que le arrebató a Silesia a su mamá. Chepito adoraba la música, el arte y los buenos libros, y no es de sorprenderse que su erudición fuera creciendo de forma galopante mientras que su obediencia y tolerancia hacia la religión fuera menguando cada vez más.
En 1756 Chepito estuvo de co regente con su mamá, pero dado que administraba solamente asuntos de negocio y aspectos militares, se sintió maniatado y tras opípara pelea con su madre, se fue resentido a viajar por Italia, Francia y los vastos dominios de los Habsburgos. En dos ocasiones estuvo con su ídolo Federico II de Prusia, y el destino le tenía reservado un encuentro con Catalina II de Rusia en 1780, con quien descubrió que tenía mucho en común por el amor de ambos por las letras y la filosofía. Cuando María Teresa murió en 1780, Chepito se sintió con las manos sueltas y comenzó a proceder con una serie de reformas y decretos que dejarían boquiabierta a la nobleza y atónito al mundo entero.
Para entonces, Chepito ya había conocido el amor en la persona de Isabella de Parma, su primera esposa. Esta hermosa mujer era la hija del duque Felipe de Borbón y Parma y su mujer Elisabeth de Francia, y aunque todo comenzó como una boda arreglada, el amor no tardó en hacerse presente tras la boda realizada un 6 de octubre de 1760 por todo lo alto en Schonbrunn, contando hasta con estreno de música de Juan Sebastián Bach... Isabella era una mujer muy dulce que le aguantaba las rabietas frecuentes a Chepito, quien padecía de lunas monumentales. Isabella dio a Chepito una hija llamada Ma. Teresa un 20 de marzo de 1762, y esta chiquilla habría de contar con la adoración de su regio padre, siendo la única que sobrevivió al parto. Isabella tendría más hijos con Chepito, pero todos murieron siendo bebés, como en el caso de Ma. Cristina en 1763. Ma. Teresa era el ídolo de Chepito, quien sufrió horrores cuando la chiquilla enfermó súbitamente a los 8 años de edad muriendo un 24 de enero de 1770. Chepito había enviudado de Isabella el 27 de noviembre de 1763 y luego lo volvieron a matrimoniar con Ma. Josefa de Bavaria, con quien no fue tan feliz que digamos.
Quizás la infelicidad familiar de Chepito lo llevó a dedicarse como todo un workaholic a su trabajo como monarca. Tenía las mejores intenciones del mundo de legislar a favor de todos, pero desgraciadamente de buenas intenciones está pavimentado el camino al averno. Quería reformar la jurisprudencia imperial y soltar una cuota de poder para minimizar la influencia del trono en la vida cotidiana. Chepito protegió a los judíos, dándole iguales derechos en un imperio donde los anteriores monarcas se habían servido del capital hebreo sin dar las gracias. Chepito quería crear un imperio en el cual todas las razas que lo componían se vieran deprovistas de prejuicios y se fundieran como un solo pueblo. Le quitó muchos derechos a la iglesia, y les recortó las alas en cuanto a la acumulación de riquezas. Prohibió la profusión de asuetos con motivos religiosos, afirmando que "A Dios le gusta que trabajemos, no que andemos de vagos." Abolió los privilegios de la iglesia haciéndoles pagar impuestos igual que todos, y el Edicto de Tolerancia de 1781 permitió que todos pudieran tener libertad de cultos. Chepito prohibió imágenes y adornos lujosos en las iglesias, y en 1783 mientras visitaba Roma osó desafiar a la autoridad papal afirmando que él podría arrogarse el derecho de crear su propio estado-iglesia.Los monasterios fueron cerrados en buen porcentaje, y Pío VI visitó Viena con esperanzas de detener al "monstruoso "Chepito, pero el emperador no parecía sentir nada que no fuera asco por la iglesia.
Chepito parecía no cansarse de firmar decretos. Obligó a que los ataúdes fueran reciclables, implementando modelos con un fondo movible que permitiera depositar al finado solo envuelto en sábanas en la fosa. Esto le atrajo el odio de los leoninos dueños de pompas fúnebres, los cuales siguen haciendo fortuna con el dolor de la muerte. Chepito usaba la lógica para explicar su punto de vista:"Algún día se acabarán los metales y los bosques que nos dan la madera por tanto ataúd enterrado..francamente que mucho desperdiciamos nuestros recursos naturales!" Chepito además favoreció a los más pobres, a los artesanos y a los artistas. Era un hombre extrañamente abordable, accesible a como no había sido ningún Habsburgo antes que él. Su amor por los niños- a pesar de que ninguno de los propios sobrevivió- y por los animales era una constante. Enriqueció el zoo de Schonbrunn con criaturas que le fueron regaladas tanto por dignatarios como por admiradores del vulgo. Tanta pasión de Chepito por emitir decretos hizo que algunos nobles le llamaran El Loco José, sobre todo si las reformas les tocaban los bolsillos a los encopetados.
Chepito estaba destinado a morir solo y frustrado, en circunstancias que hasta la vez hacen sospechar envenenamiento, un 20 de febrero de 1790 en Viena. Tras de sí quedaban incontables decretos firmados, y otro rollo de documentos esperando su firma. El imperio austríaco ya había perdido a Bélgica, y Hungría estaba fermentando un descontento que explotaría en el siglo siguiente.Al no dejar hijos Chepito, su hermano menor Leopoldo subió al trono como Leopoldo II para una breve estadía de 2 años en el taburete dorado.
A pesar de que Chepito fracasó como emperador dado que muchas de sus reformas fueron olvidadas tras su muerte, el pueblo austríaco sigue sintiendo una particular ternura por su recuerdo, a como demuestran las flores que decoran su sepulcro. Su ejemplo de monarca ilustrado y preocupado por el bienestar del pueblo nos hace desear que este singular Habsburgo reencarnara en uno de estos paísitos que tanto necesitan justicia, y aquellos que hemos tenido el honor de visitar su tumba le seguimos rindiendo el charro por haber sido un hombre erudito, compasivo y enérgico.
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