La desventurada emperatriz de México: Carlota
Cecilia Ruiz de Ríos
Carlota de Bélgica, breve emperatriz de México
Una de las reinas que más llanto soltó en este valle de lágrimas fue indudablemente Carlota de Bélgica, a quien le tocó el absurdo rol histórico de ser emperatriz de México cuando su esposo Maximiliano de Habsburgo se ciñó la corona de dicha nación.
En 1840, Carlota había nacido de la unión matrimonial del rey belga Leopoldo I con su segunda esposa Luisa María de Orléans, hija del rey francés. Carlota llevó tal nombre en un esfuerzo de Luisa por congraciarse con su marido, quien nunca pudo olvidar a Carlota Augusta de Inglaterra, su primera esposa muerta tras un parto difícil.
Carlota tenía apenas 10 años cuando su mamá murió, marcando un final triste para su niñez mimada. Era una chica muy linda, de cabellos negros, ojos pardos y de muy bonitos modales. A los 13 años, ya leía con fruición a Plutarco.
En 1856, cuando ella tenía 16 años de edad, se enamoró a primera vista del archiduque Maximiliano de Habsburgo, hermano del emperador Francisco José de Austro-Hungría.
Max ya tenía 24 años y estaba muy guapo, y durante la visita a Bruselas no le hizo demasiado caso a la bella princesa que lo seguía con ojos de almíbar.
Sin embargo, Max comprendió que Carlota le convenía, y pidió su mano al rey Leopoldo I, quien hubiera preferido que su hija se casara con Pedro V de Portugal.
El 27 de julio de 1857, tras lograr Max que le dieran una buena dote a Carlota, la pareja se casó y viajaron a través de Viena hacia Trieste, donde estaba la villa Miramar de Max. Max era el virrey de Lombardía y Venecia.
Max no esperó mucho para mostrar que no estaba dispuesto a cambiar sus costumbres de lascivo playboy, y durante la luna de miel le dio jaqueca a la sensible Carlota.
A menudo Max se le iba a Viena a Carlota para «viajes políticos» pero en realidad seguía frecuentando los burdeles.
En 1859 estalló la guerra de liberación italiana y la pareja se vio forzada a huir. A finales de ese año, Max se fue al Brasil y a muchos les sobraron patas y «tapas» para irle con el cuecho a Carlota de los excesos sexuales de Max en Río de Janeiro.
Cuando Max regresó a Europa, venía contagiado de sífilis y obligó a su esposa a acostarse con él.
Al verse infectada Carlota, optó por nunca más compartir el lecho con su zanganísimo marido. Aunque nunca se habló de divorcio y conservaban la fachada de un matrimonio bien avenido, Carlota prefería leer, pintar, nadar, escribir e irse de compras mientras que en la intimidad conservaban camas separadas.
En 1863 Napoleón III de Francia(sobrino del primer Napo) le ofreció la corona de México a Max, quedando bien así con charro ajeno. Max lo dudó, pero Carlota lo empujó a aceptar.
Un grupo de mejicanos ricos lo convencieron que el pueblo de México precisaba un chele como emperador.
Napoleón III prometió que nunca abandonaría a Max en su designio como emperador, y Max convencido de la lealtad del galo firmó el acuerdo.
La abuela francesa de Carlota tuvo una extraña premoción y dijo llorando,»Muerte ¡Veo muerte para ellos!» Max renunció a sus derechos a la corona de imperio austro-húngaro y aunque Carlota trató de negociar con su cuñado Francisco José I, el emperador austríaco se paró en sus trece y Max debió firmar su renuncia.
Al partir hacia México, Carlota-quien hasta entonces había sido Charlotte como la araña publicista de las comiquitas-pasó a llamarse con la versión hispana de su nombre.
Los mejicanos no recibieron muy cálidamente a la pareja. Los conservadores apoyaban a Max, quien curiosamente era de ideas liberales, pero los liberales preferían a su presidente de rasgos indígenas, el estadista Benito Juárez.
Los seguidores de Juárez llevaban lucha de guerrillas contra las tropas de ocupación francesa. Max se adaptó bien a su rol de emperador. Gozó con mujeres criollas y Concepción Sedano y Leguizano le tuvo un hijo, un bastardo que no podía ascender al trono.
Al verse sin posibilidad que Carlota durmiera con él para darle un hijo legítimo, Max hizo el ridículo adoptando a un nieto del ex emperador azteca Agustín Iturbide, pero al hacer esto la madre del joven le acusó de robachicos.
En 1866 Napoleón III se negó a darle más dinero y apoyo a Max. Anunció el retiro de las tropas francesas de México.Carlota estaba de malas tras la muerte de su papá.
Cuando Max le sugirió una abdicación, se negó a permitirle tal medida. Carlota viajó a París, y encontró a Napoleón II enfermo, pero Eugenia de Montijo, la esposa española de Napoleón III la recibió.
Eugenia convenció a su marido que recibiera a Carlota, y aunque Carlota lloró como plañidera bien pagada, no convenció a Napoleón III que dejara sus tropas en México. Carlota habló muy mal de Napoleón III y se fue a Trieste, y estando en Miramar recibió noticias muy malas de México en cuanto a la situación de su esposo.
Se fue a Roma a llorarle al papa de turno, arrodillándose para decirle que la querían envenenar sazonando su comida con arsénico. Luego metió el dedo en una taza de chocolate que bebía el papa y chupó el dedo.
El papa ordenó que le alistaran una cama en la biblioteca del Vaticano, donde durmió siendo la única dama que oficialmente ha pernoctado en la Santa Sede.
Al día siguiente pidió visitar un orfelinato y una vez ahí hizo el ridículo al quemarse la mano sacando un trozo de carne de una sartén que estaba en el fuego.
En su cuarto de hotel, Carlota pidió que llevaran pollos vivos, los cuales debían ser sacrificados por su sirvienta delante de ella para garantizar que no la envenenaran. Los familiares de Carlota fueron notificados y la llevaron a Trieste antes que hiciera más disparates.
Desde entonces Carlota vivió en Miramar escoltada por los parientes de Max y sin permiso para tener visitas. No fue invitada para la boda de su hermano Felipe y pasaba el tiempo leyendo.
Rumores se esparcieron en cuanto a si estaba embarazada producto de una aventura, y hasta se dijo que parió un chico a inicios de 1867, pero nunca se pudo probar dicha especie.
En 1867 las tropas francesas salieron de México y Max anunció su regreso a casa. Al avanzar los simpatizantes de Juárez, Max se fue a Querétaro. Victor Hugo y José Garibaldi pidieron que se salvara la vida de Max, pero en la mañana del 19 de junio de 1867 Max fue llevado ante el pelotón de fusilamiento.
Antes de ser impactado, dio una pieza de oro a cada hombre del pelotón de fusilamiento, pidiendo que apuntaran directo al corazón.María Enriqueta, la cuñada a quien tanto aborreció Carlota, llegó a Trieste para llevársela de regreso a Bélgica. En el palacio de Laken vivió Carlota y en 1868 se vio afectada por ataques de frenesí violento.En la primavera de 1869 la recluyeron en el castillo de Tervuren, el cual se incendió diez años más tarde. Carlota fue amarrada para llevarla a Laken. Su hermano Leopoldo II nunca la visitaba.
El 19 de enero de 1927 Carlota murió de neumonía a los 86 años de edad.
Cecilia Ruiz de Ríos
Carlota de Bélgica, breve emperatriz de México
Una de las reinas que más llanto soltó en este valle de lágrimas fue indudablemente Carlota de Bélgica, a quien le tocó el absurdo rol histórico de ser emperatriz de México cuando su esposo Maximiliano de Habsburgo se ciñó la corona de dicha nación.
En 1840, Carlota había nacido de la unión matrimonial del rey belga Leopoldo I con su segunda esposa Luisa María de Orléans, hija del rey francés. Carlota llevó tal nombre en un esfuerzo de Luisa por congraciarse con su marido, quien nunca pudo olvidar a Carlota Augusta de Inglaterra, su primera esposa muerta tras un parto difícil.
Carlota tenía apenas 10 años cuando su mamá murió, marcando un final triste para su niñez mimada. Era una chica muy linda, de cabellos negros, ojos pardos y de muy bonitos modales. A los 13 años, ya leía con fruición a Plutarco.
En 1856, cuando ella tenía 16 años de edad, se enamoró a primera vista del archiduque Maximiliano de Habsburgo, hermano del emperador Francisco José de Austro-Hungría.
Max ya tenía 24 años y estaba muy guapo, y durante la visita a Bruselas no le hizo demasiado caso a la bella princesa que lo seguía con ojos de almíbar.
Sin embargo, Max comprendió que Carlota le convenía, y pidió su mano al rey Leopoldo I, quien hubiera preferido que su hija se casara con Pedro V de Portugal.
El 27 de julio de 1857, tras lograr Max que le dieran una buena dote a Carlota, la pareja se casó y viajaron a través de Viena hacia Trieste, donde estaba la villa Miramar de Max. Max era el virrey de Lombardía y Venecia.
Max no esperó mucho para mostrar que no estaba dispuesto a cambiar sus costumbres de lascivo playboy, y durante la luna de miel le dio jaqueca a la sensible Carlota.
A menudo Max se le iba a Viena a Carlota para «viajes políticos» pero en realidad seguía frecuentando los burdeles.
En 1859 estalló la guerra de liberación italiana y la pareja se vio forzada a huir. A finales de ese año, Max se fue al Brasil y a muchos les sobraron patas y «tapas» para irle con el cuecho a Carlota de los excesos sexuales de Max en Río de Janeiro.
Cuando Max regresó a Europa, venía contagiado de sífilis y obligó a su esposa a acostarse con él.
Al verse infectada Carlota, optó por nunca más compartir el lecho con su zanganísimo marido. Aunque nunca se habló de divorcio y conservaban la fachada de un matrimonio bien avenido, Carlota prefería leer, pintar, nadar, escribir e irse de compras mientras que en la intimidad conservaban camas separadas.
En 1863 Napoleón III de Francia(sobrino del primer Napo) le ofreció la corona de México a Max, quedando bien así con charro ajeno. Max lo dudó, pero Carlota lo empujó a aceptar.
Un grupo de mejicanos ricos lo convencieron que el pueblo de México precisaba un chele como emperador.
Napoleón III prometió que nunca abandonaría a Max en su designio como emperador, y Max convencido de la lealtad del galo firmó el acuerdo.
La abuela francesa de Carlota tuvo una extraña premoción y dijo llorando,»Muerte ¡Veo muerte para ellos!» Max renunció a sus derechos a la corona de imperio austro-húngaro y aunque Carlota trató de negociar con su cuñado Francisco José I, el emperador austríaco se paró en sus trece y Max debió firmar su renuncia.
Al partir hacia México, Carlota-quien hasta entonces había sido Charlotte como la araña publicista de las comiquitas-pasó a llamarse con la versión hispana de su nombre.
Los mejicanos no recibieron muy cálidamente a la pareja. Los conservadores apoyaban a Max, quien curiosamente era de ideas liberales, pero los liberales preferían a su presidente de rasgos indígenas, el estadista Benito Juárez.
Los seguidores de Juárez llevaban lucha de guerrillas contra las tropas de ocupación francesa. Max se adaptó bien a su rol de emperador. Gozó con mujeres criollas y Concepción Sedano y Leguizano le tuvo un hijo, un bastardo que no podía ascender al trono.
Al verse sin posibilidad que Carlota durmiera con él para darle un hijo legítimo, Max hizo el ridículo adoptando a un nieto del ex emperador azteca Agustín Iturbide, pero al hacer esto la madre del joven le acusó de robachicos.
En 1866 Napoleón III se negó a darle más dinero y apoyo a Max. Anunció el retiro de las tropas francesas de México.Carlota estaba de malas tras la muerte de su papá.
Cuando Max le sugirió una abdicación, se negó a permitirle tal medida. Carlota viajó a París, y encontró a Napoleón II enfermo, pero Eugenia de Montijo, la esposa española de Napoleón III la recibió.
Eugenia convenció a su marido que recibiera a Carlota, y aunque Carlota lloró como plañidera bien pagada, no convenció a Napoleón III que dejara sus tropas en México. Carlota habló muy mal de Napoleón III y se fue a Trieste, y estando en Miramar recibió noticias muy malas de México en cuanto a la situación de su esposo.
Se fue a Roma a llorarle al papa de turno, arrodillándose para decirle que la querían envenenar sazonando su comida con arsénico. Luego metió el dedo en una taza de chocolate que bebía el papa y chupó el dedo.
El papa ordenó que le alistaran una cama en la biblioteca del Vaticano, donde durmió siendo la única dama que oficialmente ha pernoctado en la Santa Sede.
Al día siguiente pidió visitar un orfelinato y una vez ahí hizo el ridículo al quemarse la mano sacando un trozo de carne de una sartén que estaba en el fuego.
En su cuarto de hotel, Carlota pidió que llevaran pollos vivos, los cuales debían ser sacrificados por su sirvienta delante de ella para garantizar que no la envenenaran. Los familiares de Carlota fueron notificados y la llevaron a Trieste antes que hiciera más disparates.
Desde entonces Carlota vivió en Miramar escoltada por los parientes de Max y sin permiso para tener visitas. No fue invitada para la boda de su hermano Felipe y pasaba el tiempo leyendo.
Rumores se esparcieron en cuanto a si estaba embarazada producto de una aventura, y hasta se dijo que parió un chico a inicios de 1867, pero nunca se pudo probar dicha especie.
En 1867 las tropas francesas salieron de México y Max anunció su regreso a casa. Al avanzar los simpatizantes de Juárez, Max se fue a Querétaro. Victor Hugo y José Garibaldi pidieron que se salvara la vida de Max, pero en la mañana del 19 de junio de 1867 Max fue llevado ante el pelotón de fusilamiento.
Antes de ser impactado, dio una pieza de oro a cada hombre del pelotón de fusilamiento, pidiendo que apuntaran directo al corazón.María Enriqueta, la cuñada a quien tanto aborreció Carlota, llegó a Trieste para llevársela de regreso a Bélgica. En el palacio de Laken vivió Carlota y en 1868 se vio afectada por ataques de frenesí violento.En la primavera de 1869 la recluyeron en el castillo de Tervuren, el cual se incendió diez años más tarde. Carlota fue amarrada para llevarla a Laken. Su hermano Leopoldo II nunca la visitaba.
El 19 de enero de 1927 Carlota murió de neumonía a los 86 años de edad.
3 comentarios:
Hola Cecilia:
Un buen artículo, y no obstante que tu tema central fué carlota, pudiste resumir de una manera amena parte de la historia de mi pais. Excelente!!!!.
Adriana De la Cruz.
Morelos, México
Hola Cecilia,
Me gustaría saber si sabes algo más sobre el supuesto hijo de Charlotte, que, según rumores, parió a inicios de 1867?
Resulta que mi bis bis abuelo fue encontrado en una cuna en un pueblo costero de allí y los rumores decían que sus padres provenian de Miramar. Él se casó y fue asesinado joven cuando su mujer esperaba su segundo hijo, el cúal era mi bis abuelo. Esto sucedión en el año 1893. Por ahora no tengo muchos datos más sobre él, aparte de su nombre, Simon Massalin.
Te agradecería mucho si tuvieses alguna información al respecto.
Un saludo cordial desde España,
A
Saludos, Cecy
Pues aparentemente el hijo de Carlota si existió. El padre es el que resultó elusivo, sin embargo: algunos dicen que el amante de Carlota fue el príncipe húngaro Psalm Psalm, que fue jefe militar de los voluntarios húngaros en México.
Mi candidato favorito es el coronel mexicano Feliciano Rodríguez, dragón y comandante de los Guardias de la Emperatriz: alto, rubio y de ojos azules, de él decína sus majestados imperiales, maravillados: "¡No parece mexicano!"
El hijo de estos amoríos, al pareecer, fue nada más y nada menos que Maxime Weygand, el Mariscal de Francia sobre el que reace la difícil tarea de rendir los ejércitos de Francia ante las tropas alemanas en 1940.
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