POETA, BAILARIN, GRAN DIRIGENTE Y GENIO MILITAR: TORO SENTADO
Cecilia Ruiz de Ríos
Uno de los caudillos indígenas que más admiración y ternura me suscitan es Tatanka Iyotanka, más conocido como Toro Sentado. Este gran jefe indio norteamericano fue el hombre que le enseñó a los blancos con cuántas papas se hace un guiso junto a su aliado Caballo Loco un 25 de junio de 1876 en la Batalla de Little Bighorn.
Toro Sentado, gran jefe de la tribu Hunkpapa Lakota de los Sioux,nació a fines de agosto de 1831 en la zona de Grand River en lo que hoy es el estado de Dakota del Sur. Desde chico, mostró gran afición por la danza, la poesía y la música, y al parecer esto le heredó de su mamá, quien era de una prominente familia que valoraba mucho las artes. Toro Sentado además dio muestras de tener grandes habilidades para el liderazgo, y muchos primos y hermanos suyos que eran mayores que él en edad seguían sus consejos. Con el correr del tiempo, el chico escuálido pero saludable echó un cuerpo como para poner verde de envidia a un Jean Claude Van Damme, y se adiestró muy bien en el arte de la guerra. Aprendió a montar caballo de tal forma que pronto prescindió de la albarda y hacía malabarismos mientras montaba "en puro pelo".
Toro Sentado era un guapo mozalbete con mucho carisma cuando el gobierno de los Estados Unidos se puso goloso echando un ojo hambriento a las tierras de los Sioux. Los gringos cheles querían anexar las tierras de los Sioux y obligar a los pieles rojas a que se limitaran a vivir hacinados en una especie de ghetto campestre al que le llamaban "reserva". La idea de que las libertades de su pueblo fueran echadas al traste hizo de que Toro Sentado botara el plumero, perdón, la gorra.
La ira del gran dirigente fue mayor cuando en 1874, una expedición lidereada por el héroe de la Guerra de Secesión George Armstrong Custer, se metió en las Lomas Negras del Territorio Dakota. Esta area era considerada sagrada por los Sioux, pero el valor de estas tierras para los gringos era mayor porque se había descubierto oro y otros metales preciosos en ellas. El Tratado de Fort Laramie, que databa de 1868, había ubicado a las tales lomas fuera del alcance de los territorios pertenecientes a los blancos. A pesar de que este tratado estaba aún vigente, varios aventureros blancos comenzaron a pulular por las Lomas Negras, obligando a los Sioux Lakotas a que tomaran armas para defender su santuario.
Custer estaba dispuesto a jugárselas todas para echarle el guante a las Lomas Negras. El problema es que Toro Sentado, ya en buenas migas y mejor entendimiento con su amigo Caballo Loco(también dirigente Sioux) tenían planificado oponer viva resistencia al avance de los blancos. El 25 de junio de 1876, al mando de tropas de varias tribus, Toro Sentado y Caballo Loco arribaron al sitio donde se daría una de las batallas más encarnizadas de la historia:Little Bighorn. A decir verdad, Custer estaba acostumbrado a ser él quien diera las desagradables sorpresas de ataques relámpagos, pero cuando Toro Sentado y Caballo Loco le recetaron de su propia medicina, el asunto se puso color de hormiga para el chele Custer y sus soldados. Las huestes combinadas de Cheyennes del Norte con las Sioux aniquilaron velozmente a la Séptima Caballería de los Estados Unidos.El Teniente Coronel George Armstrong Custer, a quien tanto miedo combinado con respeto le tenían los indios, no quedó para contar el cuento...ni tampoco la mayor parte de sus soldados. esta batalla librada en lo que hoy es Montana fue llamada en el New York Herald como La Ultima Bravata de Custer.Para colmo, el despistado reportero de ese diario dio por muerto a Toro Sentado, quien a esas alturas del campeonato no solo estaba vivito y coleando sino que rascándose la morena barriga de la risa. Se tejió la leyenda que al huir Toro Sentado con sus seguidores a Canadá, se llevó consigo a un enloquecido y herido George Armstrong Custer, pero la verdad nunca se ha podido saber dado que cuando los gringos llegaron a presenciar el dantesco cuadro en Little Bighorn, solo el caballo llamado Comanche estaba vivo. El cuerpo de Custer nunca pudo ser reconocido a cabalidad.
En 1881, Toro Sentado recibió una promesa de amnistía. Tomando en cuenta que su pueblo estaba pasando por una hambruna tan pavorosa como la que tenemos en Matagalpa hoy en día, Toro Sentado tuvo que regresarse a territorio estadounidense para ver cómo resolvía el problema de su gente...ya que él sí era buen gobernante. A poco de haber regresado, los tramposos cheles gringos echaron preso a Toro Sentado, incumpliendo su palabra y alegando que lo de la amnistía era solamente la carnada para que el dirigente pudiera regresar confiado.
Cuando por fin lo soltaron, una de sus esposas había muerto.Atribulado, Toro Sentado se estableció en una reserva y continuó a expresar su hostilidad hacia los blancos que invadían las tierras de los Sioux.Algunos de los poemas más melancólicos de Toro Sentado datan de esta fecha.
En 1885, Toro Sentado consiguió que le dieran permiso para salirse de su confinamiento en la reserva y se fue en una gira con el Show del Salvaje Oeste de Buffalo Bill. Se cree que le dieron permiso a Toro Sentado para que no fuera eje de descontento en la reserva, y que era mejor tenerlo distraído antes que se pusiera a urdir planes de rebeldía. Para colmo, unos seguidores del llamado mesías indígena Wovoka -quien años antes había hecho una predicción que prometía la caída de los blancos presores-habían puesto la situación tensa. Wovoka le había enseñado la Danza del Espíritu a Toro Sentado. Se suponía que mediante esta danza se invocaba al Gran espíritu para solicitar su ayuda en la devolución de las tierras usurpadas para que los indígenas vivieran de nuevo en abundancia y paz. Toro Sentado, quien era muy aficionado a la danza y además no estaba nada contento de ver a su pueblo despojado, incorporó este baile a su repertorio del show. Las tropas gringas tuvieron miedo al ver la popularidad de la danza, y creyeron que eso causaría un levantamiento generalizado de los indios. le achacaron a Toro Sentado el rol de azuzador. El 15 de diciembre de 1890 arrestaron al gran dirigente mientras sus seguidores protestaban vociferando. Mientras arrastraban a Toro Sentado, sus seguidores opusieron resistencia y hubo una rebatiña de todos los diablos. Los gringos aprovecharon esta situación y cuando el pleito acabó, ya habían asesinado a Toro Sentado y a doce indígenas más acusados de ser revoltosos.
No sería el único dirigente indígena que fuera asesinado por la codicia y crueldad del gringo blanco. Igual suerte corrió su viejo amigo y compañero de armas Caballo Sentado cuando un 5 de septiembre de 1877, a poco más de un año de la Batalla de Little Bighorn, este valiente indígena fue bayoneteado por la espalda por un soldado gringo. Quizás el menudo consuelo para los indios fue que con su prematura muerte, Toro Sentado no tuvo que pasar la gran humillación pública de aparecer en un desfile como trofeo de cacería a la par de un sonriente Teddy Roosevelt, a como le sucedió al gran Gerónimo a inicios del siglo XX.
Sin embargo, el recuerdo de este hombre quien fue gran poeta, buen bailarín, inspirado compositor y gallardo guerrero no se ha borrado de la historia de los Estados Unidos, y su valentía y honestidad a la hora de buscar la autodeterminación de su pueblo sigue siendo un ejemplo para los oprimidos y vejados del mundo.
Cecilia Ruiz de Ríos
Uno de los caudillos indígenas que más admiración y ternura me suscitan es Tatanka Iyotanka, más conocido como Toro Sentado. Este gran jefe indio norteamericano fue el hombre que le enseñó a los blancos con cuántas papas se hace un guiso junto a su aliado Caballo Loco un 25 de junio de 1876 en la Batalla de Little Bighorn.
Toro Sentado, gran jefe de la tribu Hunkpapa Lakota de los Sioux,nació a fines de agosto de 1831 en la zona de Grand River en lo que hoy es el estado de Dakota del Sur. Desde chico, mostró gran afición por la danza, la poesía y la música, y al parecer esto le heredó de su mamá, quien era de una prominente familia que valoraba mucho las artes. Toro Sentado además dio muestras de tener grandes habilidades para el liderazgo, y muchos primos y hermanos suyos que eran mayores que él en edad seguían sus consejos. Con el correr del tiempo, el chico escuálido pero saludable echó un cuerpo como para poner verde de envidia a un Jean Claude Van Damme, y se adiestró muy bien en el arte de la guerra. Aprendió a montar caballo de tal forma que pronto prescindió de la albarda y hacía malabarismos mientras montaba "en puro pelo".
Toro Sentado era un guapo mozalbete con mucho carisma cuando el gobierno de los Estados Unidos se puso goloso echando un ojo hambriento a las tierras de los Sioux. Los gringos cheles querían anexar las tierras de los Sioux y obligar a los pieles rojas a que se limitaran a vivir hacinados en una especie de ghetto campestre al que le llamaban "reserva". La idea de que las libertades de su pueblo fueran echadas al traste hizo de que Toro Sentado botara el plumero, perdón, la gorra.
La ira del gran dirigente fue mayor cuando en 1874, una expedición lidereada por el héroe de la Guerra de Secesión George Armstrong Custer, se metió en las Lomas Negras del Territorio Dakota. Esta area era considerada sagrada por los Sioux, pero el valor de estas tierras para los gringos era mayor porque se había descubierto oro y otros metales preciosos en ellas. El Tratado de Fort Laramie, que databa de 1868, había ubicado a las tales lomas fuera del alcance de los territorios pertenecientes a los blancos. A pesar de que este tratado estaba aún vigente, varios aventureros blancos comenzaron a pulular por las Lomas Negras, obligando a los Sioux Lakotas a que tomaran armas para defender su santuario.
Custer estaba dispuesto a jugárselas todas para echarle el guante a las Lomas Negras. El problema es que Toro Sentado, ya en buenas migas y mejor entendimiento con su amigo Caballo Loco(también dirigente Sioux) tenían planificado oponer viva resistencia al avance de los blancos. El 25 de junio de 1876, al mando de tropas de varias tribus, Toro Sentado y Caballo Loco arribaron al sitio donde se daría una de las batallas más encarnizadas de la historia:Little Bighorn. A decir verdad, Custer estaba acostumbrado a ser él quien diera las desagradables sorpresas de ataques relámpagos, pero cuando Toro Sentado y Caballo Loco le recetaron de su propia medicina, el asunto se puso color de hormiga para el chele Custer y sus soldados. Las huestes combinadas de Cheyennes del Norte con las Sioux aniquilaron velozmente a la Séptima Caballería de los Estados Unidos.El Teniente Coronel George Armstrong Custer, a quien tanto miedo combinado con respeto le tenían los indios, no quedó para contar el cuento...ni tampoco la mayor parte de sus soldados. esta batalla librada en lo que hoy es Montana fue llamada en el New York Herald como La Ultima Bravata de Custer.Para colmo, el despistado reportero de ese diario dio por muerto a Toro Sentado, quien a esas alturas del campeonato no solo estaba vivito y coleando sino que rascándose la morena barriga de la risa. Se tejió la leyenda que al huir Toro Sentado con sus seguidores a Canadá, se llevó consigo a un enloquecido y herido George Armstrong Custer, pero la verdad nunca se ha podido saber dado que cuando los gringos llegaron a presenciar el dantesco cuadro en Little Bighorn, solo el caballo llamado Comanche estaba vivo. El cuerpo de Custer nunca pudo ser reconocido a cabalidad.
En 1881, Toro Sentado recibió una promesa de amnistía. Tomando en cuenta que su pueblo estaba pasando por una hambruna tan pavorosa como la que tenemos en Matagalpa hoy en día, Toro Sentado tuvo que regresarse a territorio estadounidense para ver cómo resolvía el problema de su gente...ya que él sí era buen gobernante. A poco de haber regresado, los tramposos cheles gringos echaron preso a Toro Sentado, incumpliendo su palabra y alegando que lo de la amnistía era solamente la carnada para que el dirigente pudiera regresar confiado.
Cuando por fin lo soltaron, una de sus esposas había muerto.Atribulado, Toro Sentado se estableció en una reserva y continuó a expresar su hostilidad hacia los blancos que invadían las tierras de los Sioux.Algunos de los poemas más melancólicos de Toro Sentado datan de esta fecha.
En 1885, Toro Sentado consiguió que le dieran permiso para salirse de su confinamiento en la reserva y se fue en una gira con el Show del Salvaje Oeste de Buffalo Bill. Se cree que le dieron permiso a Toro Sentado para que no fuera eje de descontento en la reserva, y que era mejor tenerlo distraído antes que se pusiera a urdir planes de rebeldía. Para colmo, unos seguidores del llamado mesías indígena Wovoka -quien años antes había hecho una predicción que prometía la caída de los blancos presores-habían puesto la situación tensa. Wovoka le había enseñado la Danza del Espíritu a Toro Sentado. Se suponía que mediante esta danza se invocaba al Gran espíritu para solicitar su ayuda en la devolución de las tierras usurpadas para que los indígenas vivieran de nuevo en abundancia y paz. Toro Sentado, quien era muy aficionado a la danza y además no estaba nada contento de ver a su pueblo despojado, incorporó este baile a su repertorio del show. Las tropas gringas tuvieron miedo al ver la popularidad de la danza, y creyeron que eso causaría un levantamiento generalizado de los indios. le achacaron a Toro Sentado el rol de azuzador. El 15 de diciembre de 1890 arrestaron al gran dirigente mientras sus seguidores protestaban vociferando. Mientras arrastraban a Toro Sentado, sus seguidores opusieron resistencia y hubo una rebatiña de todos los diablos. Los gringos aprovecharon esta situación y cuando el pleito acabó, ya habían asesinado a Toro Sentado y a doce indígenas más acusados de ser revoltosos.
No sería el único dirigente indígena que fuera asesinado por la codicia y crueldad del gringo blanco. Igual suerte corrió su viejo amigo y compañero de armas Caballo Sentado cuando un 5 de septiembre de 1877, a poco más de un año de la Batalla de Little Bighorn, este valiente indígena fue bayoneteado por la espalda por un soldado gringo. Quizás el menudo consuelo para los indios fue que con su prematura muerte, Toro Sentado no tuvo que pasar la gran humillación pública de aparecer en un desfile como trofeo de cacería a la par de un sonriente Teddy Roosevelt, a como le sucedió al gran Gerónimo a inicios del siglo XX.
Sin embargo, el recuerdo de este hombre quien fue gran poeta, buen bailarín, inspirado compositor y gallardo guerrero no se ha borrado de la historia de los Estados Unidos, y su valentía y honestidad a la hora de buscar la autodeterminación de su pueblo sigue siendo un ejemplo para los oprimidos y vejados del mundo.
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