El Juicio del Cadáver:Grotesca Página de la Historia Religiosa
Cecilia Ruiz de Ríos
Una de las páginas más escabrosas de la historia fue escrita en los anales de la iglesia católica en el siglo IX de la era cristiana, cuando se dio lo que conocemos como el Sínodo del Cadáver o el Juicio Al Papa Muerto. El papa Esteban VII comenzó mal el año 897 cuando en enero optó por llevar a juicio por serias acusaciones a los tristes despojos del Papa Formoso.
Formoso había muerto unos 9 meses antes que su pobre cadáver fuese exhumado por órdenes “de arriba” y para entonces, contrario a lo que sucediese con el cadáver del arpista palestino Daniel de Armati en el siglo XX a quien hallaron sin un ápice de descomposición, los restos de Formoso no olían como un campo florido. Lo juzgaban por diversos crímenes contra la iglesia católica a Formoso. Esteban VII
Tras exhumar los malolientes restos de Formosos, lo hizo vestir en atuendos papales y sentó al elegante cacaste en un trono papal para efectuar un juicio con Esteban presidiendo como juez. Como pretexto para tan macabro procedimiento se dijo que, contrariando las leyes de la iglesia, Formoso había aceptado ser obispo de Roma mientras aún era obispo de otra diócesis. Otra grave ofensa fue que coronó como emperador al bastardo descendiente del formidable Carlomagno después de haber coronado también al candidato favorito de Esteban. Para que no dijeran que era parcial, Esteban VII permitió que el cadáver gozase de un defensor, pero dado a que Esteban gritaba insultos al pestilente finado en voz de perifoneo combinado con tronera, el defensor apenas abrió la boca. Por supuesto que el fallecido fue declarado culpable. El cadáver fue despojados del rico atavío papal, le pusieron ropas de un laico,y los tres dedos de la mano derecha con los cuales impartía bendiciones le fueron cercenados. El cuerpo mutilado fue enterrado, pero casi de inmediato fue exhumado nuevamente para ser lanzado como costal de basura al río Tíber. Las ordenanzas emitidas por Formoso durante su reinado fueron anuladas de inmediato. Este asqueroso show no le ganó popularidad a Esteban VII. Los que apoyaban a Formoso se rebelaron, y urdiendo tramas depusieron Esteban VII y este papa fue al dar tras las rejas. En el verano de 897 la venganza de los partidarios de Formoso fue completa, y a Esteban VII lo estrangularon.
Más luego, el papa Teodoro II sirvió como sumo pontífice por 20 días nomás en noviembre de 897, pero apenas estuvo ungido anuló el Sínodo del Cadáver y reivindicó el nombre de Formoso. El muy maltrecho cadáver de Formoso fue encontrado y lo regresaron la Basílica de San Pedro, donde lo vistieron de nuevo con los ropajes papales y lo remitieron su propia tumba. Posteriormente el Papa Juan IX anularía nuevamente el Juicio Al Muerto, dictando además una ley que especifica que no se puede juzgar póstumamente a nadie. El papa Sergio III, quien estuvo reinando entre 904 y 911, declaró nulas las gestiones de Teodoro II y Juan IX para reafirmar la acusación contra el pobre Formoso. Sergio fue tan extremista como para colocar un epitafio laudatorio en la tumba de Esteban VII. Las decisiones de Sergio jamás fueron revertidas a pesar de que este mal sucesor de Pedro es considerado por los historiadores como un asesino, fornicador y sujeto muy amoral. Sus pronunciamientos respecto al sínodo del Cadáver no son tomados en cuenta por nadie.
Sin embargo, esta grotesca página de la historia papal despertó el interés del gran poeta inglés del siglo XIX, Robert Browning, y en su largo poema El Anillo y el Libro le dedica 134 versos al Sínodo del Cadáver en la parte titulada El Papa. De esta obra os traduzco del inglés un pequeñísimo fragmento:
Entonces Esteban, Papa y séptimo del nombre,
Gritó en el sínodo mientras estaba sentado en su poder,
Mientras la cólera temblaba en su frente y barba
“Ven a la corte, Formoso, extraviado desgraciado,
que te afanabas de ser tan papa como yo!”
Cecilia Ruiz de Ríos
Una de las páginas más escabrosas de la historia fue escrita en los anales de la iglesia católica en el siglo IX de la era cristiana, cuando se dio lo que conocemos como el Sínodo del Cadáver o el Juicio Al Papa Muerto. El papa Esteban VII comenzó mal el año 897 cuando en enero optó por llevar a juicio por serias acusaciones a los tristes despojos del Papa Formoso.
Formoso había muerto unos 9 meses antes que su pobre cadáver fuese exhumado por órdenes “de arriba” y para entonces, contrario a lo que sucediese con el cadáver del arpista palestino Daniel de Armati en el siglo XX a quien hallaron sin un ápice de descomposición, los restos de Formoso no olían como un campo florido. Lo juzgaban por diversos crímenes contra la iglesia católica a Formoso. Esteban VII
Tras exhumar los malolientes restos de Formosos, lo hizo vestir en atuendos papales y sentó al elegante cacaste en un trono papal para efectuar un juicio con Esteban presidiendo como juez. Como pretexto para tan macabro procedimiento se dijo que, contrariando las leyes de la iglesia, Formoso había aceptado ser obispo de Roma mientras aún era obispo de otra diócesis. Otra grave ofensa fue que coronó como emperador al bastardo descendiente del formidable Carlomagno después de haber coronado también al candidato favorito de Esteban. Para que no dijeran que era parcial, Esteban VII permitió que el cadáver gozase de un defensor, pero dado a que Esteban gritaba insultos al pestilente finado en voz de perifoneo combinado con tronera, el defensor apenas abrió la boca. Por supuesto que el fallecido fue declarado culpable. El cadáver fue despojados del rico atavío papal, le pusieron ropas de un laico,y los tres dedos de la mano derecha con los cuales impartía bendiciones le fueron cercenados. El cuerpo mutilado fue enterrado, pero casi de inmediato fue exhumado nuevamente para ser lanzado como costal de basura al río Tíber. Las ordenanzas emitidas por Formoso durante su reinado fueron anuladas de inmediato. Este asqueroso show no le ganó popularidad a Esteban VII. Los que apoyaban a Formoso se rebelaron, y urdiendo tramas depusieron Esteban VII y este papa fue al dar tras las rejas. En el verano de 897 la venganza de los partidarios de Formoso fue completa, y a Esteban VII lo estrangularon.
Más luego, el papa Teodoro II sirvió como sumo pontífice por 20 días nomás en noviembre de 897, pero apenas estuvo ungido anuló el Sínodo del Cadáver y reivindicó el nombre de Formoso. El muy maltrecho cadáver de Formoso fue encontrado y lo regresaron la Basílica de San Pedro, donde lo vistieron de nuevo con los ropajes papales y lo remitieron su propia tumba. Posteriormente el Papa Juan IX anularía nuevamente el Juicio Al Muerto, dictando además una ley que especifica que no se puede juzgar póstumamente a nadie. El papa Sergio III, quien estuvo reinando entre 904 y 911, declaró nulas las gestiones de Teodoro II y Juan IX para reafirmar la acusación contra el pobre Formoso. Sergio fue tan extremista como para colocar un epitafio laudatorio en la tumba de Esteban VII. Las decisiones de Sergio jamás fueron revertidas a pesar de que este mal sucesor de Pedro es considerado por los historiadores como un asesino, fornicador y sujeto muy amoral. Sus pronunciamientos respecto al sínodo del Cadáver no son tomados en cuenta por nadie.
Sin embargo, esta grotesca página de la historia papal despertó el interés del gran poeta inglés del siglo XIX, Robert Browning, y en su largo poema El Anillo y el Libro le dedica 134 versos al Sínodo del Cadáver en la parte titulada El Papa. De esta obra os traduzco del inglés un pequeñísimo fragmento:
Entonces Esteban, Papa y séptimo del nombre,
Gritó en el sínodo mientras estaba sentado en su poder,
Mientras la cólera temblaba en su frente y barba
“Ven a la corte, Formoso, extraviado desgraciado,
que te afanabas de ser tan papa como yo!”
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