Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 25 de noviembre de 2007

quien serìa yo sin ellos?


Los inmarcesibles teachers
Cecilia Ruiz de Ríos

“La flor de la sabiduría es la que nunca se marchita, sea el maestro su eterno jardinero.” Dijo el gran Oda Nobunaga, patriota y general japones que dio preciosas lecciones en cuanto a la práctica del patriotismo. Aunque los maestros ganamos salarios de miseria y nos vemos atropellados por doquier, la docencia ha sido lo más adictivo que yo he probado(incluso más que la Cocacola que abandone hace mas de un año). Como maestra empírica (además de periodista papafrita pues mis títulos están en idiomas e historia y jamás tuve cartón ni de reportera ni por cursar carrera de magisterio), no soy más que el resultado de varios profesores inolvidables a quien no puedo dejar de rendir el charro por haberme aguantado con tanta paciencia y amor.
Todo alumno tiene un coco imaginario o real en el closet de su enseñanza. El mío arribó en tercer grado en la forma de una inglesa profe, la Sra.Stewart. Era una señora que ya peinaba canas, muy parecida al rockero Rod Stewart, con cara de sabia y un acento feroz cockney. Ese acento ingles se me quedaría pegado en la boca por el resto de mi vida. Sin embargo, esta profe estaba preocupadísima porque yo era media lengua y la r se me atascaba entre los dientes de maíz y lo que llegaría a ser la lengua más viperina del país. Sugirió que me llevaran a docenas de medicos pero ningún hijo de Hipócrates daba con la raíz del clavo. Mrs.Stewart me ponía a hacer gárgaras de canela.
En una ocasión la estricta dama no me quería dejar que fuese a “donde el rey va solo”(el baño) y tras casi protagonizar un bochorno,logre escaparme. Una vez que hube terminado mi faena, un murciélago bebe cayó por un hoyo del cielo raso encima del inodoro donde yo estaba y tuvo tan mal tino de caer en mis bombachas. El pobre animal al verse en tan rara compañía(lease mi posterior)comenzó a aletear como loco y yo salí al patio de primaria dando gritos y pronunciando la r bien por primera vez en la vida…”el murciégalo, el murciégalo” mientras la teacher no sabía si desternillarse de la risa o sacar al pobre quiróptero de mis ropas. Una vez pasado el alboroto, Mrs.Stewart se sintió feliz que yo hubiese perdido mi r gálica y pudiera tener dicción perfecta, pero siempre me decía con gran malicia,”Te envió saludos el muercielago,Ceci!”
Caer en manos de doña Carmen Cajina de Mendieta y Mr. James Martin es lo mejor que me pudo haber pasado en secundaria, aunque en el aquel entonces no me percataba de lo afortunada que yo era. A ellos debo haberme convertido en escritora y haber adquirido la gula insaciable por la lectura. La hermosa doña Carmen me impartió castellano entre 1º. y 3er año, soportó pacientemente que me aprendiera La Mosca de Pepito y la versión inmencionable de la Margarita de nuestro Ruben Darío y yo diría que por su paciencia conmigo merece que el Papa gatero actual la canonice. Mr. Martin era un gringote grandote,con pelo liso de obsidiana y unos anteojos peligrosos, pues veía por encima de ellos y nada se le escapaba. Fue el genuino forjador de mi gramática inglesa sin mácula, y en una ocasión me negó un 100 solo por una coma mal puesta. Lo aborrecí con pasión en el momento, hoy se lo agradezco humildemente de rodillas si es necesario. Ya siendo profesional, hace unos 5 años volví a ver a Mr.Martin cuando estuvo momentáneamente dando clases en el mismo colegio de jaqueca donde estudie yo, y al enterarse el que yo había publicado varios libros y relatos, me pidió copias de ellos “ya que me siento co-autor porque yo te enseñe a escribir,”me dijo…y con todo el derecho del mundo!
Siendo estudiante del conservatorio nacional aquí en Managua habría de conocer a dos extraordinarios profesores: el galán y subyugador viejeño Julio Max Blanco(quien me daría clases de composición y piano) y el hombre que pasó a ser un segundo padre para mí: Salvador Cardenal Arguello, fundador de Radio Gueguense y el mejor musicólogo centroamericano. Don Julio y don Salva serían los perfectos ejemplos de puño de hierro con guante de seda: severos, estrictos, exigentes pero inmensamente dulces, caballerosos y respetuosos. Si por su lado don Julio tuvo miles de alumnos, don Salva solo escogió dos para ser sus pupilos directos: el leones Silvio Alejandro Cortez y yo.
Sin embargo, don Salva sigue teniendo miles de alumnos a traves de sus obras Pequeñas Lecciones de Música(que yo me lleve a Francia y las traduje al frances para el Conservatorio Nacional de allá) y Nicaragua, Música y canto. Don Salva además brindó su incondicional apoyo para ayudarme en la consecución de la beca que me llevó a Francia.
Una vez en Francia, hubo de todo un poco. En el Conservatorio regional de Estrasburgo, donde estuve llevando unas clases de música, Jean Batigne resultó ser un enorme oso barbudo con unas manos mágicas para la percusión pero tambien con el mal genio más bien sembrado que yo he visto en ser humano alguno. Mis cartas a Salvador Cardenal mencionando el carácter ogresco de este genial frances se asemejaban a las peripecias y lloros de una novela dickensiana, y los consejos para criar callos y aguantarlo que me mandaba don Salva eran interminables. Sin embargo, en París habría de toparme a dos increíbles teachers galas que me devolverían el ánimo: Madame Claude Yvette Marais de Valois, la gran pianista, y la Dra. Danielle Rocher, historiadora que fue discípula de nada menos que de mi ídolo Sir Winston Churchill. Madame Marais, a pesar de ser linajuda y muy adinerada, era maestra por vocación y una protectora de la juventud.
Amante de los dulces, los gatos, los niños y los autos veloces y tras tantos añs de matrimonio aún locamente infatuada de su marido jazzista senegales, aprender con ella fue un placer interminable. Cuando murió en un accidente al inicio de la decada de los 90 llore como un diluvio. La doctora Rocher aún vive y mantenemos el contacto por e-mail. Dotada de unos impactantes ojos verdes, piernas de Marlene Dietrich y una erudición espeluznante, la señora habla 8 idiomas y posee un sentido del humor irreverente y chispeante. Buena parte de los “inmencionables detalles” de los famosos que he repetido en mis escritos de historia hallan su origen en alguna tarde de clase en la universidad, donde ella nos revelaba lo que yacía entre las secas líneas de libros de historia mientras todos nos partíamos de la risa. Fue ella quien me enseñó a llamar pan al pan y vino al vino aunque me vinieran críticas o censura encima.
Muchas veces la universidad nos corona con título y muchos conocimientos pero la vida real fuera de las aulas nos imparte el barniz final en nuestra búsqueda de la sabiduría y el roce mundano. Ya casada, madre de una cría, y a los 33 años me toparía a un icreíble maestro práctico en un evento de lanzamiento de productos Scribe en un hotel capitalino. Este teacher tendría una sensual mollera desnuda, una tremenda experiencia de la vida y cero pelos en la lengua: Emigdio Suárez. Me hizo “una propuesta que no podes rehúsar” por citar a Mario Puzo en El Padrino, y trabajando a su lado aprendí cosas que jamás tuvieron cátedra ni en la Sorbonne IV sobre la calle Victor Cousin de París ni en otro lado.
A los 47 años, mis 30 primaveras como profesora mucho le deben a esos profesores que tuve. Gracias a ellos, los que han estudiado conmigo han podido ir avanzando, a trompicones a veces, por la senda de la enseñanza.He aprendido tanto de mis profes como de los alumnos que como flores de distintos colores han adornado mis días. Y he verificado que a los alumnos no les importa cuánto unos sabe, hasta que ellos sepan cuánto me importan ellos a mí.

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