De Cristrianizador a estrechamente comido: Fernando de Magallanes
Cecilia Ruiz de Ríos
A pocas personas en la historia le ha traído más vainas el hecho de sentirse destinados por Dios a llevar a cabo tareas como al portugués, peludo, patuleco y fanático Fernando de Magallanes, quien sí le tenemos que rendir el charro por haber sido el primer hombre que circumnavegara la pelotita del mundo. Creyéndose casi primo hermano de Papachú, al parecer el inefable Colochón estaba durmiendo la siesta y no lo salvó cuando los nativos de la isla de Mactam se rebelaron y decidieron que Magallanes estaba de comérselo vivo y no precisamente a besos un 27 de abril de 1521.
Fernando había nacido alrededor de 1480 en Villa Real, Portugal, hijo del alcalde del pueblo Pedro Ruy de Magllhaes y Alda de Mezquita. Aunque su sangre no era tan azuleja, lo criaron en la corte portuguesa donde estudió astronomía, navegación, ciencias náuticas bajo los mejore stutores, entre ellos el célebre Martin Behaim. Aventajado alumno, desde muy menor se alborotó con la idea de viajar y explorar nuevas tierras. En 1505 él se fue en la expedición de Francisco de Almeida. La cual estaba lista para establecer un virreinato portugués en la India. En 1511 él estuvo en servicios a la patria en la conquista de Malaca y al año siguiente se fue con la expedición portuguesa a meterse a Marruecos, donde lo hirieron. Su hoja de servicios se vio manchada por una trifulca con su comandante, y él abandonó el ejército sin permiso. Cuando le fueron con el cuecho al rey, Fernando se vio en desgracia. Fernando al estar ocioso se dedicó de nuevo a sus estudios, y resolvió investigar sobre el dewscubrimiento de las Malucas hecho por su amigo Serrao. Fernando descubrió que su camarada había exagerado la distancia hacia las Malucas para sacarle más reales al rey, y Fernando optó por buscar las Molucas él mismo bajando por la costa de Sudamérica. Fue cuando Fernando renunció a su nacionalidad portuguesa, se hizo español y se le puso casi como alfombra a los españoles. Convenció a Diego Barbosa, el amo de llaves del castillo de Sevilla, de que valía la pena apoyarlo y hasta se casó con la hija de Diego, quien estaba más fea que una tarjeta de crédito sobregirada. Recurrió a Juan de Aranda, quien laboraba en la Oficina de Indias, y ofreció las islas Molucas al rey de España, quien no era nada desganadito: Carlos I. El 22 de marzo de 1518 el rey español dio su consentimiento para la expedición babeándose de codicia (le ayudaba la desigual quijada Habsburgo y una geofagia de dimensiones regias), sobre todo después que el cardenal Juan Rodríguez de Fonseca aconsejó al rey que ese viaje era conveniente. Antes de partir al viaje, Fernando hizo un acuerdo con Carlos I en cuanto a la repartición del botín que aún no habían logrado. Carlos lo nombró comandante de la flota. Eran 5 naves dadas por el gobierno con la impuestos del pueblo: 2 barcos de 130 tneladas, dos de 90 toneladas cada uno y uno de 60 toneladas. Irían 234 personas, y los nombres de las naves eran La Trinidad, el San Antonio, la Concepción, la Victoria y el Santiago. Iba de segundo al mano Sebastián de Elcano. Tras aparatosa misa en Sevilla, salieron un 20 de septiembre de 1519 de San Lúcar de Barrameda, dejando atrás una sarta de mujeres llorando y al rey temblando de codicia.
Bajaron por las islas de Cabo Verde hacia la orilla del Brasil, pasando por la boca del Río Plata y el 31 de marzo de 1520, debido al frío, Fernando optó por pasar el invierno en el puerto de San Julián. Estando ahí, un motin estalló y Fernando muy cristianamente dedicó ejecutar a dos hombres(Quesada y Mendoza) y abandonó en las costas a uno de apellido Cartagena. El 24 de agosto nuevamente se fueron al mar y la historia recordaría el nombre de Fernando al pasar por el estrecho que hoy llamamos Magallanes. La nave llamada San Antonio secretamente desertó y se regresaron a España para hablar cochinadas de Magallanes al rey. Al entrar al otro océano, Fernando lo encontró tranquilo y le llamó Mar Pacífico. Posteriormente Fernando, tras mucho trajín y sustos, llegarían al archipiélago de San Lázaro-hoy Las Filipinas en honor al rey Felipe-y pensó que sería bueno estarse ahí un rato mientras reparaba los barcos. El jefe aborigen de Cebú-Datu Humabun- lo recibió amistosamente y hasta se bautizó él y su numerosa familia,pero no todos los nativos lo miraban con buenos ojos a este hombre quien esperaba descansar un poco antes de llegar a las Molucas. Muchos nativos no gustaron de la forma cruel con que Fernando quería inmiscuirse en una trifulca contra otro jefe nativo (Lapu Lapu).Cuando Fernando atacó a los hombres de Lapu Lapu, estos no ofrecieron tregua. Antes de morir Fernando casi vio arrancado de cuajo uno de sus brazos, y al verlo extenuado, los hombres de Lapu Lapu mataron a Magallanes y se lo comieron sin sal ni arroz, siguiendo la fiesta con Duarte Barbosa y un tipo de apellido Serrano. Humabun ofreció rescate por los restos de su amigo Fernando pero ya no quedaba nada del festín caníbal.Los barcos Trinidad y Victoria salieron prestos, pero solamente el Victoria con Sebastián de Elcano llegarían a las Molucas. Este sería el sobreviviente quien junto a 18 otros espantados hombres regresaría a España el 22 de septiembre de 1522. El barco vendría cargado de especies, cuyo valor era incalculable, pero los restos del explorador a quienes muchos tildaron de ambicioso, vendepatria, comesantos y sudadiablos quien utilizaba a Dios como instrumento para su autoengradecimiento, quedarían perdidos en un destino triste similar al del gentil James Cook a quien en 1779 se lo comieron los hawaianos.
Cecilia Ruiz de Ríos
A pocas personas en la historia le ha traído más vainas el hecho de sentirse destinados por Dios a llevar a cabo tareas como al portugués, peludo, patuleco y fanático Fernando de Magallanes, quien sí le tenemos que rendir el charro por haber sido el primer hombre que circumnavegara la pelotita del mundo. Creyéndose casi primo hermano de Papachú, al parecer el inefable Colochón estaba durmiendo la siesta y no lo salvó cuando los nativos de la isla de Mactam se rebelaron y decidieron que Magallanes estaba de comérselo vivo y no precisamente a besos un 27 de abril de 1521.
Fernando había nacido alrededor de 1480 en Villa Real, Portugal, hijo del alcalde del pueblo Pedro Ruy de Magllhaes y Alda de Mezquita. Aunque su sangre no era tan azuleja, lo criaron en la corte portuguesa donde estudió astronomía, navegación, ciencias náuticas bajo los mejore stutores, entre ellos el célebre Martin Behaim. Aventajado alumno, desde muy menor se alborotó con la idea de viajar y explorar nuevas tierras. En 1505 él se fue en la expedición de Francisco de Almeida. La cual estaba lista para establecer un virreinato portugués en la India. En 1511 él estuvo en servicios a la patria en la conquista de Malaca y al año siguiente se fue con la expedición portuguesa a meterse a Marruecos, donde lo hirieron. Su hoja de servicios se vio manchada por una trifulca con su comandante, y él abandonó el ejército sin permiso. Cuando le fueron con el cuecho al rey, Fernando se vio en desgracia. Fernando al estar ocioso se dedicó de nuevo a sus estudios, y resolvió investigar sobre el dewscubrimiento de las Malucas hecho por su amigo Serrao. Fernando descubrió que su camarada había exagerado la distancia hacia las Malucas para sacarle más reales al rey, y Fernando optó por buscar las Molucas él mismo bajando por la costa de Sudamérica. Fue cuando Fernando renunció a su nacionalidad portuguesa, se hizo español y se le puso casi como alfombra a los españoles. Convenció a Diego Barbosa, el amo de llaves del castillo de Sevilla, de que valía la pena apoyarlo y hasta se casó con la hija de Diego, quien estaba más fea que una tarjeta de crédito sobregirada. Recurrió a Juan de Aranda, quien laboraba en la Oficina de Indias, y ofreció las islas Molucas al rey de España, quien no era nada desganadito: Carlos I. El 22 de marzo de 1518 el rey español dio su consentimiento para la expedición babeándose de codicia (le ayudaba la desigual quijada Habsburgo y una geofagia de dimensiones regias), sobre todo después que el cardenal Juan Rodríguez de Fonseca aconsejó al rey que ese viaje era conveniente. Antes de partir al viaje, Fernando hizo un acuerdo con Carlos I en cuanto a la repartición del botín que aún no habían logrado. Carlos lo nombró comandante de la flota. Eran 5 naves dadas por el gobierno con la impuestos del pueblo: 2 barcos de 130 tneladas, dos de 90 toneladas cada uno y uno de 60 toneladas. Irían 234 personas, y los nombres de las naves eran La Trinidad, el San Antonio, la Concepción, la Victoria y el Santiago. Iba de segundo al mano Sebastián de Elcano. Tras aparatosa misa en Sevilla, salieron un 20 de septiembre de 1519 de San Lúcar de Barrameda, dejando atrás una sarta de mujeres llorando y al rey temblando de codicia.
Bajaron por las islas de Cabo Verde hacia la orilla del Brasil, pasando por la boca del Río Plata y el 31 de marzo de 1520, debido al frío, Fernando optó por pasar el invierno en el puerto de San Julián. Estando ahí, un motin estalló y Fernando muy cristianamente dedicó ejecutar a dos hombres(Quesada y Mendoza) y abandonó en las costas a uno de apellido Cartagena. El 24 de agosto nuevamente se fueron al mar y la historia recordaría el nombre de Fernando al pasar por el estrecho que hoy llamamos Magallanes. La nave llamada San Antonio secretamente desertó y se regresaron a España para hablar cochinadas de Magallanes al rey. Al entrar al otro océano, Fernando lo encontró tranquilo y le llamó Mar Pacífico. Posteriormente Fernando, tras mucho trajín y sustos, llegarían al archipiélago de San Lázaro-hoy Las Filipinas en honor al rey Felipe-y pensó que sería bueno estarse ahí un rato mientras reparaba los barcos. El jefe aborigen de Cebú-Datu Humabun- lo recibió amistosamente y hasta se bautizó él y su numerosa familia,pero no todos los nativos lo miraban con buenos ojos a este hombre quien esperaba descansar un poco antes de llegar a las Molucas. Muchos nativos no gustaron de la forma cruel con que Fernando quería inmiscuirse en una trifulca contra otro jefe nativo (Lapu Lapu).Cuando Fernando atacó a los hombres de Lapu Lapu, estos no ofrecieron tregua. Antes de morir Fernando casi vio arrancado de cuajo uno de sus brazos, y al verlo extenuado, los hombres de Lapu Lapu mataron a Magallanes y se lo comieron sin sal ni arroz, siguiendo la fiesta con Duarte Barbosa y un tipo de apellido Serrano. Humabun ofreció rescate por los restos de su amigo Fernando pero ya no quedaba nada del festín caníbal.Los barcos Trinidad y Victoria salieron prestos, pero solamente el Victoria con Sebastián de Elcano llegarían a las Molucas. Este sería el sobreviviente quien junto a 18 otros espantados hombres regresaría a España el 22 de septiembre de 1522. El barco vendría cargado de especies, cuyo valor era incalculable, pero los restos del explorador a quienes muchos tildaron de ambicioso, vendepatria, comesantos y sudadiablos quien utilizaba a Dios como instrumento para su autoengradecimiento, quedarían perdidos en un destino triste similar al del gentil James Cook a quien en 1779 se lo comieron los hawaianos.
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