LOS HEROICOS PERROS COMBATIENTES DE LA HISTORIA
Cecilia Ruiz de Ríos
Cecilia Ruiz de Ríos
Hoy Día Mundial de los Animales cabe reconocer que muchos de los perros de la historia que han combatido en las guerras tienen más valor y nobleza que muchos generales timborros que han sido combatientes de escritorio. Los humanos debemos reconocer nuestra gran deuda al ser que muchos llaman “el mejor amigo del hombre” quien ha sido tan fiel a la raza humana para dolor suyo, pues han acompañado al hombre hasta cuando pelea.
Los perros han estado presente en las guerras desde el inicio de los tiempos. Jamás podríamos olvidar los estilizados galgos que Julio César llevó consigo al ir a deschincacar las Galias en el año 52 antes de Cristo. De esa aventura en la que le costó mucho salir victorioso, Julio César trajo de vuelta a Roma los poderosos mastines franceses(llamados bouledogues) para que se incorporasen a las legiones romanas. Estos robustos animalitos serían usados en miles de campañas militares del geófago imperio romano, incluyendo cuando Marco Aurelio se fue a pelear sus Guerras Marcománicas con todo un cortejo de canes. Durante la Edad media, los mejores amigos del hombre hasta consiguieron que les hicieran poderosas armaduras de metal.Los célebres perros del rey ciego Juan de Bohemia estuvieron a la vanguardia durante varias batallas de la cruenta Guerra de los Cien Años en la cual Inglaterra trató de comerse a toda Francia. El imperio otomano nacido con Osman I también reconocería el valor militar de los perros, y cuando los sultanes salían a combatir para adquirir más territorio, los canes no se quedaban en casa. Una vez acabado el período bélico, eran devueltos a casa con honores.
Sin embargo, los perros no se vieron formalmente integrados a unidades militares permanentes hasta fines del siglo XIX tras la Guerra Franco-prusiana en la cual la Alemania(Prusia de entonces bajo Otto Von Bismarck)le arrancó no solo al trono al inepto Napoleón III sino también las provincias de Lorena y Alsacia (las cuales fueron regurgitadas por Alemania tras verse derrotada en la I Guerra Mundial). Algunos historiadores jocosamente se refieren a la Guerra Franco Prusiana como la Guerra de los Animales pues de parte de Francia, las palomas mensajeras fueron las que mejor se desenvolvieron durante el sitio a París, y por parte de los alemanes los temibles pastores animales hicieron destrozos destruyendo objetivos medianos y pequeños.
Los perros durante la I Guerra Mundial incluso ayudaron a rescatar heridos por parte de la Cruz Roja, además de llevar paquetes chicos y medicamentos tras las líneas de fuego. Solo las tropas alemanas reportan haber usado 30 mil canes en sus filas durante “la Gran Guerra”(a como fue llamada la I Guerra Mundial). No sería hasta en la II Guerra Mundial que los perros se desempeñarían de la forma más heroica, como combatientes activos a la par de los soldados que pelearon en el conflicto. Una buena parte de los canes de guerra eran pastores alemanes, labradores o Dobermanns como en el caso del 3er Pelotón Perruno de los gringos. De hecho, uno de estos canes en UAM fue llamado por el destino para convertirse en superhéroe de dimensiones supermanescas al salvar la vida de 250 marines durante una cruenta batalla al alertar a los soldados gringos sobre la presencia oculta de huestes japonesas. Kurt, que era el nombre de este leal perro, era un alegre can que sabía tomar cerveza al lado de los soldados, y su imagen en bronce quedó para la eternidad en el memorial canino que existe en la isla de Guam. Por otra parte, Chips, quien formaba parte de las tropas del increíble general George Patton durante la II Guerra Mundial, se cubrió de gloria durante la invasión aliada a Italia cuando detectó una trampa cazabobos en Sicilia y salvó a todo su regimiento. Patton lo consideraba su mejor combatiente.
Los perros siguieron prestando servicio militar sin huir o amedrentarse como princesas remilgadas en la década de los 50. Al estallar el conflicto bélico en 1951 que acabó rasgando a la nación coreana en dos países al finalizar dicho conflicto, la responsabilidad de entrenar a los canes cayó en manos de la policía militar. Durante la II Guerra Mundial, muchos perros que eran la mascota de casa habían sido reclutados en Estados Unidos para servir en el frente de guerra, ocasionando mares de lágrimas en sus socios(de veras somos amos de los animales?) cuando muchos de ellos no regresaron a casa para reincorporarse a la vida civil. Los perros allá fueron al lejano Oriente a servir en Korea, una guerra muy lejos de ser olvidada. Pero lo peor fue cuando los preciosos canes gringos fueron a la guerra de Vietnam. Ellos habrían de salvar a más de 10 mil soldados gringos que mejor se hubieran quedado en casa sin andar de metiches donde no los llamaban, pero nadie se ocupó de salvar la vida de estos aguerridos animalitos. Una vez que los yanquis salieron mal sopapeados por el glorioso y heroico pueblo de Ho Chi Mihn, a los perros se les habría de pagar de la mejor manera que paga el ser humano: siendo malagradecidos. Tras haberlos utilizado en combate, el ejército gringo adujo no tener presupuesto para llevarlos a casa, y muchos de ellos o se quedaron en Vietnam sin dueño, o fueron sacrificados como puerca moneda de pago por haber cometido la tontería de ser tan fiel a algo tan indigno de lealtad como el ser humano. Muchos soldados norteamericanos lloraron lágrimas de hiel al verse separados de sus fieles cuates con pelo, y muchos de ellos debían sus mismitas vidas a la sagacidad y lealtad de su perro.300 canes perecieron en acción combativa, 200 nomás regresaron a casa y el resto fueron sacrificados o abandonados. Algunos hermosos pastores alemanes fueron recogidos por familias vietnamitas, quienes con gusto compartieron su poco arroz con estos “gringuitos agradables”. La historia oficial de la Yunait-estáte quieto por supuesto que tapa el sanguinolento y asqueroso parche de la ingratitud hacia sus heroicos perros que dieron la vida en aras del imperialismo, y para lavarse las manos como rubios Pilatos modernos, ha levantado varios memoriales y estatuas a los perros de guerra. Lástima que con eso no logran devolverle a los canes lo más preciado que ellos tenían: sus vidas y el afecto de sus socios.
Los canes siguen cumpliendo sin chistar su servicio militar no solo en Estados Unidos, sino en varios ejércitos de naciones ricas y pobres por igual. Los hemos visto actuar de forma protagónica en operativos como Tormenta del Desierto, la agresión a Afganistán tras la voladura de las Torres Gemelas y en la invasión a Irak. Quizás como una forma de lavar las manchas de lodo de su historia, recientemente se introdujo una enmienda que permitirá que los gloriosos veteranos caninos de cualquier guerra(y EU tiene guerras para rato!) sean adoptados por discapacitados u otros ciudadanos en Estados Unidos, pasando los perros a recibir cariño y buena vida como justo pago por sus valiosos servicios.
Los perros han estado presente en las guerras desde el inicio de los tiempos. Jamás podríamos olvidar los estilizados galgos que Julio César llevó consigo al ir a deschincacar las Galias en el año 52 antes de Cristo. De esa aventura en la que le costó mucho salir victorioso, Julio César trajo de vuelta a Roma los poderosos mastines franceses(llamados bouledogues) para que se incorporasen a las legiones romanas. Estos robustos animalitos serían usados en miles de campañas militares del geófago imperio romano, incluyendo cuando Marco Aurelio se fue a pelear sus Guerras Marcománicas con todo un cortejo de canes. Durante la Edad media, los mejores amigos del hombre hasta consiguieron que les hicieran poderosas armaduras de metal.Los célebres perros del rey ciego Juan de Bohemia estuvieron a la vanguardia durante varias batallas de la cruenta Guerra de los Cien Años en la cual Inglaterra trató de comerse a toda Francia. El imperio otomano nacido con Osman I también reconocería el valor militar de los perros, y cuando los sultanes salían a combatir para adquirir más territorio, los canes no se quedaban en casa. Una vez acabado el período bélico, eran devueltos a casa con honores.
Sin embargo, los perros no se vieron formalmente integrados a unidades militares permanentes hasta fines del siglo XIX tras la Guerra Franco-prusiana en la cual la Alemania(Prusia de entonces bajo Otto Von Bismarck)le arrancó no solo al trono al inepto Napoleón III sino también las provincias de Lorena y Alsacia (las cuales fueron regurgitadas por Alemania tras verse derrotada en la I Guerra Mundial). Algunos historiadores jocosamente se refieren a la Guerra Franco Prusiana como la Guerra de los Animales pues de parte de Francia, las palomas mensajeras fueron las que mejor se desenvolvieron durante el sitio a París, y por parte de los alemanes los temibles pastores animales hicieron destrozos destruyendo objetivos medianos y pequeños.
Los perros durante la I Guerra Mundial incluso ayudaron a rescatar heridos por parte de la Cruz Roja, además de llevar paquetes chicos y medicamentos tras las líneas de fuego. Solo las tropas alemanas reportan haber usado 30 mil canes en sus filas durante “la Gran Guerra”(a como fue llamada la I Guerra Mundial). No sería hasta en la II Guerra Mundial que los perros se desempeñarían de la forma más heroica, como combatientes activos a la par de los soldados que pelearon en el conflicto. Una buena parte de los canes de guerra eran pastores alemanes, labradores o Dobermanns como en el caso del 3er Pelotón Perruno de los gringos. De hecho, uno de estos canes en UAM fue llamado por el destino para convertirse en superhéroe de dimensiones supermanescas al salvar la vida de 250 marines durante una cruenta batalla al alertar a los soldados gringos sobre la presencia oculta de huestes japonesas. Kurt, que era el nombre de este leal perro, era un alegre can que sabía tomar cerveza al lado de los soldados, y su imagen en bronce quedó para la eternidad en el memorial canino que existe en la isla de Guam. Por otra parte, Chips, quien formaba parte de las tropas del increíble general George Patton durante la II Guerra Mundial, se cubrió de gloria durante la invasión aliada a Italia cuando detectó una trampa cazabobos en Sicilia y salvó a todo su regimiento. Patton lo consideraba su mejor combatiente.
Los perros siguieron prestando servicio militar sin huir o amedrentarse como princesas remilgadas en la década de los 50. Al estallar el conflicto bélico en 1951 que acabó rasgando a la nación coreana en dos países al finalizar dicho conflicto, la responsabilidad de entrenar a los canes cayó en manos de la policía militar. Durante la II Guerra Mundial, muchos perros que eran la mascota de casa habían sido reclutados en Estados Unidos para servir en el frente de guerra, ocasionando mares de lágrimas en sus socios(de veras somos amos de los animales?) cuando muchos de ellos no regresaron a casa para reincorporarse a la vida civil. Los perros allá fueron al lejano Oriente a servir en Korea, una guerra muy lejos de ser olvidada. Pero lo peor fue cuando los preciosos canes gringos fueron a la guerra de Vietnam. Ellos habrían de salvar a más de 10 mil soldados gringos que mejor se hubieran quedado en casa sin andar de metiches donde no los llamaban, pero nadie se ocupó de salvar la vida de estos aguerridos animalitos. Una vez que los yanquis salieron mal sopapeados por el glorioso y heroico pueblo de Ho Chi Mihn, a los perros se les habría de pagar de la mejor manera que paga el ser humano: siendo malagradecidos. Tras haberlos utilizado en combate, el ejército gringo adujo no tener presupuesto para llevarlos a casa, y muchos de ellos o se quedaron en Vietnam sin dueño, o fueron sacrificados como puerca moneda de pago por haber cometido la tontería de ser tan fiel a algo tan indigno de lealtad como el ser humano. Muchos soldados norteamericanos lloraron lágrimas de hiel al verse separados de sus fieles cuates con pelo, y muchos de ellos debían sus mismitas vidas a la sagacidad y lealtad de su perro.300 canes perecieron en acción combativa, 200 nomás regresaron a casa y el resto fueron sacrificados o abandonados. Algunos hermosos pastores alemanes fueron recogidos por familias vietnamitas, quienes con gusto compartieron su poco arroz con estos “gringuitos agradables”. La historia oficial de la Yunait-estáte quieto por supuesto que tapa el sanguinolento y asqueroso parche de la ingratitud hacia sus heroicos perros que dieron la vida en aras del imperialismo, y para lavarse las manos como rubios Pilatos modernos, ha levantado varios memoriales y estatuas a los perros de guerra. Lástima que con eso no logran devolverle a los canes lo más preciado que ellos tenían: sus vidas y el afecto de sus socios.
Los canes siguen cumpliendo sin chistar su servicio militar no solo en Estados Unidos, sino en varios ejércitos de naciones ricas y pobres por igual. Los hemos visto actuar de forma protagónica en operativos como Tormenta del Desierto, la agresión a Afganistán tras la voladura de las Torres Gemelas y en la invasión a Irak. Quizás como una forma de lavar las manchas de lodo de su historia, recientemente se introdujo una enmienda que permitirá que los gloriosos veteranos caninos de cualquier guerra(y EU tiene guerras para rato!) sean adoptados por discapacitados u otros ciudadanos en Estados Unidos, pasando los perros a recibir cariño y buena vida como justo pago por sus valiosos servicios.
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