Bienvenidos a El Mundo según Cecilia

Ni en broma ni en serio sino que en ambas formas y gracias a la guìa de mi hija Elizabeth, aquì estoy dando a luz a mi cuarta intervenciòn en Internet, siendo mis anteriores websites www.cablenet.com.ni/historyarte , www.cablenet.com.ni/historia/histoper y www.cablenet.com.ni/rubendario .Soy Cecilia, historiadora y profesora de idiomas tan orgullosamente nicaraguense como nuestro rìo San Juan, tengo 48 años y 27 dìas al momento de comenzar este parto, y es un intento por saltarme la barrera de las censuras, derribar el muro de Berlìn de los convencionalismos gazmoños y evitar que mis aportes se vean entorpecidos por la mediocridad. Aquì encontrarèis mis artìculos sobre historia, mis relatos de terror que sacan tinta de la sangre de los campos de guerra de la Nicaragua violenta de los años80, mis pensamientos filosòficos y mi amor incondicional por los animales. Quizàs sea la màxima expresiòn del egocentrismo militante y el sadismo utilitario, pero os prometo que no estarèis indiferente a nada, que ya es algo en este mundo de tedio y aburrimiento. Pasad adelante y gozad, o a como dicen los "cops" en Estados Unidos: Relax and enjoy it!
Cecilia Ruiz de Ríos
31 de octubre de 2007,Managua


domingo, 25 de noviembre de 2007

nada que ver con el Gladiador


El incomodísimo emperador Cómmodo
Cecilia Ruiz de Ríos
Tras el arribo bombástico de la cinta Gladiador, muchos alumnos y lectores me han solicitado información sobre Cómmodo, el odioso emperador romano que aparece como antagonista del gallardo general Máximo en la película. A como ya es costumbre, Hollywood hizo otra de sus ya proverbiales estupideces con la historia.
A como suele suceder en muchas ocasiones, con Cómmodo se dio aquello de "una rosa dio una espina." Su padre, Marco Aurelio, había sido uno de los emperadores más justos, probos e ilustrados del imperio romano. Había expandido las fronteras del imperio, hecho numerosas reformas y hasta había tenido el humanismo de suspender las grotescas lidias entre animales y gladiadores.Pero este filósofo y aguerrido general que era Marco Aurelio tenía una debilidad: adoraba a su bella pero infiel esposa Faustina, y quizás si se hubiera apareado con una hiena le hubiera salido la prole de mejor calidad. Con ella tuvo varios hijos, entre ellos la voluntariosa Lucila, y en 161 un par de mellizos (siendo uno de ellos Cómmodo, y el otro gemelo se murió en el parto.) No faltó quien conociendo las perversas costumbres de Faustina afirmara que los gemelitos eran regalito de un gladiador (recordemos que muchas matronas romanas pagaban buenos sestercios por refocilarse por una noche con musculosos gladiadores y atletas). Marco Aurelio adoraba a sus hijos y era un padre sobreprotector, y solía ser tan cabrón con su infiel cónyuge que ascendía a buenos puestos a los amantes de ésta. Faustina murió en 175 D.C. dejando a Marco Aurelio afligido y apenas se había enfriado el cuerpo de la perversa cuando éste la deificó y le bautizó una ciudad con su nombre. Marco Aurelio trató de forjar en Cómmodo a un digno sucesor. Desde chico lo quiso acostumbrar a los honores, nombrándole César adjunto cuando el diablillo apenas tenía 5 años y aún se meaba en la cama.
Cómmodo desde pequeño tuvo muy malas actuaciones. Cuando un esclavo le llevó demasiado caliente el agua para el baño, ordenó que el sirviente fuera arrojado vivo a un horno y el pobre tipo se salvó cuando un ingenioso compañero suyo ideó echar la piel de un cordero al fuego para que el chiquillo creyera que se había cumplido su orden. Cómmodo siempre prefirió jugar, hacer mucho ejercicio, bailar, cantar y andar de fiesta, pero odiaba los libros y era la pesadilla de sus tutores. Le gustaba andar con atletas y gladiadores, y era experto en trucos, mentiras, malas palabras y crueldad. Su padre lo casó con la bella Crispina, quien era gran amante del lujo pero no de su torpe y asqueroso marido. Marco Aurelio esperaba que a su deceso, Cómmodo pudiera tomar las riendas del imperio, y se lo llevó consigo en 178 a la Tercera Guerra Marcománica contra los bárbaros cerca del Danubio. Una vez en Vindobona (hoy Viena), la peste se apoderó del viejo César, quien murió poco menos que maquillado con sus propios excrementos tras presentar a su hijo como sucesor ante las fuerzas armadas(siendo falso que Cómmodo haya asesinado a su papá, a como se insinúa en Gladiador). Commodo tenía apenas 18 años, y en lugar de sellar la victoria de su padre sobre los bárbaros, hizo inmediatamente la paz con ellos para poderse largar a Roma a disfrutar de su nuevo cargo.
Como César, Cómmodo quiso disfrutar todos los privilegios del cargo sin abstenerse de nada. Para entonces era tan diestro con la flecha, el arco y la lidia que quiso mostrar a la plebe romana que era todo un gladiador. Por un tiempo abandonó su palacio para vivir entre los gladiadores en su escuela, condujo aurigas en las carreras y luchó en la arena contra animales y hombres. Por supuesto, los hombres tenían el mandato de dejarse matar por él, pero los animales no distinguían entre realeza y plebe y muchas veces estuvo a punto de ser aplastado por un furibundo hipopótamo o marcado por las garras de un hambriento tigre. Sus honorarios como gladiador provenían del erario del Tesoro Romano...y cobraba caro. Cómmodo además era un ludópata que en una mesa de juego podría derrochar millones en una sola sentada, bebía como contratado por Baco y tenía dos harenes, uno con 300 mujeres bellas y otro con 300 muchachos adolescentes. Entre las amantes favoritas estaba Marcia, de quien se dice que era cristiana y convencía a Cómmodo que libe-rara a los cristianos presos, pero sus costumbres sexuales eran más similares a las de una María Magdalena antes de conocer a Jesús. Cómmodo además aprovechaba que su hermana Lucila ya había enviudado para cometer incesto con ella, pero cuando descubrió que Lucila estaba involucrada en un complot en contra suya, la exilió a Capri y ahí la hizo ejecutar, por lo cual la versión en Gladiador de que ella lo vio morir en el circo es otra falacia más de Hollywood.
Cómmodo vivía en una estado cons-tante de ebriedad y frenesí sexual, y hasta reza la leyenda que en una ocasión quiso copular con una pantera negra que estaba en celo. Jugaba a los favoritos con sus funcionarios y dos de sus más allegados, Perennis y luego Cleandro, fueron entregados al senado y la plebe respectivamente para ser ejecutados tras haber gozado de ser los "mano derecha" sucesivos del caprichoso Cómmodo. Cómmodo vivió atemorizado después de un atentado a manos del senador Quintiano, y después de esta agresión concibió un odio monstruoso contra los senadores. Poco a poco Cómmodo se fue despachando a numerosos senadores acusados de conspiración y complot, una vez que se hubo aburrido de exterminar a sus familiares. En un solo día, 23 senadores perdieron la vida. Preso de una galopante egomanía, Cómmodo hizo forjar estatus suyas, y quiso llamar a Roma la Colonia Commodiana. El circo seguía siendo el medio propagandístico más usado por Cómmodo, y en él hacía gala de una valentía que no tenía ni para la guerra ni para gobernar.
Un 31 de diciembre del año 192, Cómmodo planificaba para estrenar el año nuevo un show especial en el circo. Leto, el sucesor del asesinado Cleandro en el cargo de jefe de los pretorianos, juzgó que ya eran intolerables las locuras de su jefe. Leto se enteró que Cómmodo pensaba iniciar una nueva ronda de asesinatos, y entre los nombres en la negra lista estaba el suyo y el de la apasionada Marcia. Ese último día del año 192 Marcia se armó de valor y le puso veneno en la comida a Cómmodo, al cual al igual que al tenebroso Rasputín tantos siglos más luego, ni le hizo cosquillas ni efecto alguno más grave que una buena currutaca. Desesperados, Leto y Marcia buscaron a un atleta con el cual el empe-rador a menudo practicaba lucha para que éste ahogara en su tina de baño a Cómmodo. De esa forma, a los 31 años de edad, Cómmodo murió ahogado en las perfumadas aguas de su baño y no en lucha en el circo contra un general que nunca existió. De esta forma se acabó la estirpe de los Antoninos, quedando en el poder el brevísimo Elvio Pertinax, quien a pesar de ser probo y justo también sería asesinado por los corruptos que florecieron bajo Cómmodo.

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