EL GRANUJA MÁS ENCANTADOR DE TODOS: ALCIBÍADES
Cecilia Ruiz de Ríos
El otro día que me comentaba un alumno que los políticos aquí no tienen color fijo pues en cada sesión de comicios cambian de partido político como mudarse la braga, tuve que recordarle que esa práctica ya la había establecido un guapísimo ateniense hace demasiadas lunas: Alcibíades. Lástima que la mayor parte de los miembros de nuestra rara fauna exceptuando quizás al hermosísimo y culto Alfredo César no tienen ni el cerebro ni las medidas apolíneas de este militar griego.
Alcibíades nació en octubre del año 450 antes de la era cristiana en un parto que se calcula duró solo 3 horas. Era el hijo de la pareja formada por Clinias-de una familia aristocrática de Atenas- y su mami era la rubia Deinomache, descendiente de Cleistenes quien en 508 había reformado la constitución ateniense. El papá de Alcibíades había ganado fama como buen militar en la batalla de Artemisium en 480, y pereció en combate en la batalla de Coronea en 447. Estando tan tierno Alcibíades, el famoso Pericles se convirtió en su tutor. Pericles hizo todo lo que pudo para conseguir los mejores maestros privados para el inquieto Alcibíades, quien pronto mostró que poseía aguda inteligencia y sagacidad además de dotes para ser líder. Para colmo, Alcibíades era bello como una estatua de Praxíteles, con pelo rojizo y ojos verdes. Siendo adolescente, las chicas se volvieron locas por él, pero optó por ignorarlas hasta tomar por esposa a una ricachona adolescente de ojos azules llamada Hipparete, quien pertenecía a una de las familias más linajudas de Atenas.
El maestro que más influencia ejerció sobre Alcibíades fue el incomparable y feo Sócrates, quien se sentía atraído por la belleza y el ingenio del muchacho. Sócrates se hizo muy amigo de Alcibíades aunque se duda que hayan pasado a más. En Sócrates Alcibíades encontró el afecto paternal que le faltó al haber perdido a su progenitor a tan temprana edad, ya que Pericles como tutor había sido bastante simple con él por estar metido de lleno en la política. Maestro y alumno sirvieron juntos en 432 en Potidea, siendo el pupilo salvado por el maestro cuando Alcibíades resultó herido. Posteriormente en la batalla de Delium en 424 Alcibíades tendría que salvar a su teacher. Esta amistad tan tierna se agriaría cuando Alcibíades a los 30 años de edad comenzó a mostrar lo granuja que podría ser, apartándose de las enseñanzas de su maestro.
En la década de los 420s Alcibíades comenzó a ganar terreno en el campo político de Atenas, haciéndose reconocer como gran orador. Influyó para que Atenas hiciera una alianza con Argos, Elis y Mantinela en contra de Esparta. Siempre escapaba a tiempo de verse acusado de malos manejos, pero cuando las estatuas del dios Hermes aparecieron mutiladas, Alcibiades fue acusado de hereje y fue llamado de Sicilia, a donde se había ido en expedición militar.
Iba camino a Atenas cuando al enterarse que lo había sentenciado a muerte in absentia, y se cruzó hacia el lado de los odiados espartanos. Traicionando a Atenas, entregó secretos militares que permitieron a Esparta asestar contundentes golpes a los atenienses. Aprovechando que lo trataban bien en Esparta, Alcibíades confirmó su reputación de zanganete seduciendo a la esposa del rey espartano Agis II.
Tras ese desliz, Alcibíades fue visto como nongrato en Esparta y aprovechó para irse al bando del gobernador persa de Sardis. Cuando le fue mal con los persas y no les pudo sacar un solo centavo, fue llamado de nuevo por la flota ateniense, quien lo seguía necesitando a pesar de saber lo traicionero que era. Entre 411 y 408 ayudó a que Atenas se recuperara espectacularmente y en 407 decidió mover de nuevo su residencia a la Atenas que tan vilmente había traicionado años atrás. Pero los políticos seguían guardándole rencor y tras una derrota menor en el campo naval, estos mismo persuadieron al pueblo de Atenas para que echaran de ahí a Alcibíades. Este se retiró a un castillo en Tracia.
Siguió siendo una influencia poderosa y cuando en 405 los atenienses se vieron en alitas de cucarachas en Aegospotami, él les advirtió del riesgo que corrían. Los atenienses perdieron a toda su flota a manos del almirante espartano Lizandro. Al ver al enemigo tan cerca, Alcibíades huyó de su castillo en Tracia y se fue a Frigia. Una vez ahí el gobernador persa fue comprado por los espartanos y Alcibíades fue acuchillado en 404 tras una bochornosa riña en una cantina donde dos meretrices se habían disputado sus favores.
Alcibíades como hombre era una maravilla: hablaba varias lenguas, escribía crónicas, y era un genio militar. Su musculatura y belleza no disminuyeron nunca a pesar que fue un diabético confirmado desde los 35 años. A menudo se quejaba que su micción era dulce como miel y aunque padecía de lo que hoy puede catalogarse médicamente como neuropatía (dolores súbitos causados por el desgaste de la mielina que cubre los nervios) nunca mostró un ápice de acobardamiento en el campo de batalla. Alcibíades no solo tuvo hijos con su esposa linajuda, sino que dejó varios espurios con cortesanas y se cree que la esposa del rey espartano concibió de su affaire con él pero luego se hizo abortar.
Incapaz de resistir ni una escoba si ésta portaba faldas, este gran estratega militar era enteramente heterosexual en una época en que el amor entre hombres no era tan mal visto. Habiendo poseído tanto talento, encanto y genialidad, la vida de Alcibíades es apenas una muestra de lo que sucede cuando alguien con todas las ventajas del mundo permite que la corrupción se apodere de él. La historia ha sido dura en su juicio de esta gran figura de la vieja Grecia, y los políticos destructores de patria pueden vanagloriarse de tenerlo como su extraoficial santo patrono.
Cecilia Ruiz de Ríos
El otro día que me comentaba un alumno que los políticos aquí no tienen color fijo pues en cada sesión de comicios cambian de partido político como mudarse la braga, tuve que recordarle que esa práctica ya la había establecido un guapísimo ateniense hace demasiadas lunas: Alcibíades. Lástima que la mayor parte de los miembros de nuestra rara fauna exceptuando quizás al hermosísimo y culto Alfredo César no tienen ni el cerebro ni las medidas apolíneas de este militar griego.
Alcibíades nació en octubre del año 450 antes de la era cristiana en un parto que se calcula duró solo 3 horas. Era el hijo de la pareja formada por Clinias-de una familia aristocrática de Atenas- y su mami era la rubia Deinomache, descendiente de Cleistenes quien en 508 había reformado la constitución ateniense. El papá de Alcibíades había ganado fama como buen militar en la batalla de Artemisium en 480, y pereció en combate en la batalla de Coronea en 447. Estando tan tierno Alcibíades, el famoso Pericles se convirtió en su tutor. Pericles hizo todo lo que pudo para conseguir los mejores maestros privados para el inquieto Alcibíades, quien pronto mostró que poseía aguda inteligencia y sagacidad además de dotes para ser líder. Para colmo, Alcibíades era bello como una estatua de Praxíteles, con pelo rojizo y ojos verdes. Siendo adolescente, las chicas se volvieron locas por él, pero optó por ignorarlas hasta tomar por esposa a una ricachona adolescente de ojos azules llamada Hipparete, quien pertenecía a una de las familias más linajudas de Atenas.
El maestro que más influencia ejerció sobre Alcibíades fue el incomparable y feo Sócrates, quien se sentía atraído por la belleza y el ingenio del muchacho. Sócrates se hizo muy amigo de Alcibíades aunque se duda que hayan pasado a más. En Sócrates Alcibíades encontró el afecto paternal que le faltó al haber perdido a su progenitor a tan temprana edad, ya que Pericles como tutor había sido bastante simple con él por estar metido de lleno en la política. Maestro y alumno sirvieron juntos en 432 en Potidea, siendo el pupilo salvado por el maestro cuando Alcibíades resultó herido. Posteriormente en la batalla de Delium en 424 Alcibíades tendría que salvar a su teacher. Esta amistad tan tierna se agriaría cuando Alcibíades a los 30 años de edad comenzó a mostrar lo granuja que podría ser, apartándose de las enseñanzas de su maestro.
En la década de los 420s Alcibíades comenzó a ganar terreno en el campo político de Atenas, haciéndose reconocer como gran orador. Influyó para que Atenas hiciera una alianza con Argos, Elis y Mantinela en contra de Esparta. Siempre escapaba a tiempo de verse acusado de malos manejos, pero cuando las estatuas del dios Hermes aparecieron mutiladas, Alcibiades fue acusado de hereje y fue llamado de Sicilia, a donde se había ido en expedición militar.
Iba camino a Atenas cuando al enterarse que lo había sentenciado a muerte in absentia, y se cruzó hacia el lado de los odiados espartanos. Traicionando a Atenas, entregó secretos militares que permitieron a Esparta asestar contundentes golpes a los atenienses. Aprovechando que lo trataban bien en Esparta, Alcibíades confirmó su reputación de zanganete seduciendo a la esposa del rey espartano Agis II.
Tras ese desliz, Alcibíades fue visto como nongrato en Esparta y aprovechó para irse al bando del gobernador persa de Sardis. Cuando le fue mal con los persas y no les pudo sacar un solo centavo, fue llamado de nuevo por la flota ateniense, quien lo seguía necesitando a pesar de saber lo traicionero que era. Entre 411 y 408 ayudó a que Atenas se recuperara espectacularmente y en 407 decidió mover de nuevo su residencia a la Atenas que tan vilmente había traicionado años atrás. Pero los políticos seguían guardándole rencor y tras una derrota menor en el campo naval, estos mismo persuadieron al pueblo de Atenas para que echaran de ahí a Alcibíades. Este se retiró a un castillo en Tracia.
Siguió siendo una influencia poderosa y cuando en 405 los atenienses se vieron en alitas de cucarachas en Aegospotami, él les advirtió del riesgo que corrían. Los atenienses perdieron a toda su flota a manos del almirante espartano Lizandro. Al ver al enemigo tan cerca, Alcibíades huyó de su castillo en Tracia y se fue a Frigia. Una vez ahí el gobernador persa fue comprado por los espartanos y Alcibíades fue acuchillado en 404 tras una bochornosa riña en una cantina donde dos meretrices se habían disputado sus favores.
Alcibíades como hombre era una maravilla: hablaba varias lenguas, escribía crónicas, y era un genio militar. Su musculatura y belleza no disminuyeron nunca a pesar que fue un diabético confirmado desde los 35 años. A menudo se quejaba que su micción era dulce como miel y aunque padecía de lo que hoy puede catalogarse médicamente como neuropatía (dolores súbitos causados por el desgaste de la mielina que cubre los nervios) nunca mostró un ápice de acobardamiento en el campo de batalla. Alcibíades no solo tuvo hijos con su esposa linajuda, sino que dejó varios espurios con cortesanas y se cree que la esposa del rey espartano concibió de su affaire con él pero luego se hizo abortar.
Incapaz de resistir ni una escoba si ésta portaba faldas, este gran estratega militar era enteramente heterosexual en una época en que el amor entre hombres no era tan mal visto. Habiendo poseído tanto talento, encanto y genialidad, la vida de Alcibíades es apenas una muestra de lo que sucede cuando alguien con todas las ventajas del mundo permite que la corrupción se apodere de él. La historia ha sido dura en su juicio de esta gran figura de la vieja Grecia, y los políticos destructores de patria pueden vanagloriarse de tenerlo como su extraoficial santo patrono.
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