LA ESCANDALOSA MAZORIA,MUJER ESCARLATA DE ROMA
Cecilia Ruiz de Ríos
Una de las mujeres más criticadas de la historia indudablemente que fue una bellísima romana cuyas costumbres espeluznaron a muchísimos. Mazoria se dio el lujo de mandar en una época en que las mujeres solo servíamos parar parir, coser y decir sí señor a los machos de la especie, y es por eso que algunos sectores feministas la recuerdan a pesar de que fue una genuina mujer escarlata para Roma.
Mazoria vino al mundo en el seno de una familia teofiláctica de Roma, siendo su padre un pomposo senador romano y su madre una dama de alto linaje cuyos instintos eran bastante bajos,ya que era vox pópuli que Theodora era la amante de turno del papa. Desde chica fue muy mimada, a pesar de no haber sido el esperado heredero varón. En una ocasión, a los 4 años, le propinó un puntapie a una criada que le había llevado agua demasiado caliente para su baño semanal. La criada rodó escaleras abajos y murió desnucada llevando a un hijo de 5 meses en sus entrañas.Las constantes reyertas de Mazoria con su hermanastra-también llamada Theodora- eran también parte del hálito a escándalo que la rodeó desde muy niña. Mazoria en una ocasión amenazó a su hermanastra con un cuchillo colocado a la altura de la yugular cuando Theodora se negó a cederle una túnica de seda.
Mazoria desde chica vio el mal ejemplo de su madre y optó por ser tan suelta de las enaguas como su bella pero corrupta progenitora. Aunque Mazoria estaba destinada a estar casada en tres ocasiones, la mayor parte de su vida desenfrenada se dio al margen del tálamo nupcial. A los 15 años de edad, se vio seducida por el papa Sergio III, quien se volvió loco por ella. Ambos tiraron decoro y prudencia por la borda, y Mazoria acabó pariendo un hijo varón de sus amores con el pontífice. A los 22 años de edad y con su bastardo de casi 7 años, Mazoria se matrimonió en el año 914 con Alberico de Toscana, llegando a parirle un hijo a quien llamaron Alberico jr. El marido de Mazoria vivía en estado perpetuo de celos por el alegre pasado de su mujer, sobre todo que no faltaba quien le recordara que tenía por esposa a las sobras del papa.
Alberico trató de controlar Roma pero falló aparatosamente cuando fue asesinado por nada menos que el papa Juan X, quien era el amante de la madre de Mazoria. Esta afrenta no la habría de perdonar así nomás Mazoria, quien era más venenosa y rencorosa que un alacrancito. Tras la muerte de su madre, Mazoria logró en el año 928 que echaran preso a Juan X y posteriormente se regodeó del gusto al lograr que lo mataran asfixiándole. Así vengaba la muerte de su marido y la afrenta que ella consideraba que le habían hecho.
Cuando Juan X fue asfixiado, el vacante trono papal fue ocupado por el primogénito de Mazoria, quien a estas alturas del campeonato ya tenía 20 años de edad. Este muchacho habido con el papa Sergio III tomó el nombre de Juan XI, y le tocó a él oficiar la misa de bodas de su hermosa madre cuando Mazoria se casó en segundas nupcias con Guido de Provenza.
Mazoria a estas alturas ya estaba corrompida absolutamente por su absoluto poder para deschincacar figuras políticas y eclesiásticas. El apetito sexual de la bella mujer no encontraba saciedad, y rezan las malas lenguas con la mía a la cabeza que cuando el pobre segundo marido de Mazoria murió, uno de los factores que le precipitaron la muerte fue el de agotamiento completo. A la muerte de Guido, Mazoria se casó en terceras nupcias con el hermanastro de su finado esposo, el rey Hugo de Provenza. Al casarse en el año 932 con su ex cuñado,Mazoria creyó que tendría otro pelele con quien jugar. Estaba aún de luna de miel con su tercer marido cuando Alberico Jr., ahora de 18 años de edad, quiso tomarse la Ciudad Eterna. Tuvo tan mal resultado como su finado padre, y al verse en problemas, Hugo de Provenza desertó a Mazoria dejándola a que enfrentara a su suerte a como mejor pudiera. Cuenta la leyenda que Mazoria intentó seducir a unos monjes que llegaron a recriminarle sus malas acciones.
La mala suerte persiguió también al primogénito de Mazoria, quien aún estaba calentando la silla de San Pedro como Papa Juan XI. El muchacho fue colocado bajo arresto domiciliar, acusado de numerosos crímenes y depuesto. Habría de morir 4 años después de ser puesto bajo arresto.
Mazoria entonces fue arrestada por su segundo hijo Alberico jr. Mientras gritaba que era un mal hijo y trataba de arañarle los ojos a sus captores como gata panza arriba, Mazoria fue llevada al Castillo San Angel por órdenes de Alberico, donde ella habría de permanecer por casi 50 años. Mazoria nunca perdonó a su segundo hijo, a pesar de que su arresto era como estar en una jaula de oro donde tenía acceso a todas las buenas cosas de la vida, incluso pajecillos con los cuales se refocilaba entre sábanas de seda.
Cuando Mazoria llegó a los 60 años de edad, su hijo Alberico murió a los 40 años. Fue precisamente su nieto Octaviano quien estimó que una viejecita como ella no debía estar sufriendo tanto. Al llegar Octaviano al solio papal con el nombre de Papa Juan XII en el año 955, decidió que era hora de aliviarle el dolor a Mazoria.
Mazoria tuvo que aguantar un largo proceso de exorcismo en el cual su salud se deterioró profundamente. Era azotada por religiosos y sometida a extensos ayunos, que le deben haber sabido a diablos ya que era bastante glotona. Posteriormente, el guiñapo humano que quedó vivo tras el exorcismo fue restaurado a la religión al levantarle la condena de excomunión que pesaba sobre ella. Lo que quedaba de Mazoria ya era irreconocible, y fue ejecutada en el año 986 de la era cristiana, dejando tras de sí un hálito de leyenda negra y un tufo a corrupción pocas veces encontrados en la historia universal.
Sin embargo, la voluntad férrea de esta mujer en época en que las mujeres no teníamos ni voz ni voto la han hecho ingresar a la galería de mujeres indómitas de todos los tiempos, y aún hay romanos que insisten en que el fantasma de Mazoria vaga por algunos sitios de la Ciudad Eterna buscando cómo vengarse por su ejecución.
Cecilia Ruiz de Ríos
Una de las mujeres más criticadas de la historia indudablemente que fue una bellísima romana cuyas costumbres espeluznaron a muchísimos. Mazoria se dio el lujo de mandar en una época en que las mujeres solo servíamos parar parir, coser y decir sí señor a los machos de la especie, y es por eso que algunos sectores feministas la recuerdan a pesar de que fue una genuina mujer escarlata para Roma.
Mazoria vino al mundo en el seno de una familia teofiláctica de Roma, siendo su padre un pomposo senador romano y su madre una dama de alto linaje cuyos instintos eran bastante bajos,ya que era vox pópuli que Theodora era la amante de turno del papa. Desde chica fue muy mimada, a pesar de no haber sido el esperado heredero varón. En una ocasión, a los 4 años, le propinó un puntapie a una criada que le había llevado agua demasiado caliente para su baño semanal. La criada rodó escaleras abajos y murió desnucada llevando a un hijo de 5 meses en sus entrañas.Las constantes reyertas de Mazoria con su hermanastra-también llamada Theodora- eran también parte del hálito a escándalo que la rodeó desde muy niña. Mazoria en una ocasión amenazó a su hermanastra con un cuchillo colocado a la altura de la yugular cuando Theodora se negó a cederle una túnica de seda.
Mazoria desde chica vio el mal ejemplo de su madre y optó por ser tan suelta de las enaguas como su bella pero corrupta progenitora. Aunque Mazoria estaba destinada a estar casada en tres ocasiones, la mayor parte de su vida desenfrenada se dio al margen del tálamo nupcial. A los 15 años de edad, se vio seducida por el papa Sergio III, quien se volvió loco por ella. Ambos tiraron decoro y prudencia por la borda, y Mazoria acabó pariendo un hijo varón de sus amores con el pontífice. A los 22 años de edad y con su bastardo de casi 7 años, Mazoria se matrimonió en el año 914 con Alberico de Toscana, llegando a parirle un hijo a quien llamaron Alberico jr. El marido de Mazoria vivía en estado perpetuo de celos por el alegre pasado de su mujer, sobre todo que no faltaba quien le recordara que tenía por esposa a las sobras del papa.
Alberico trató de controlar Roma pero falló aparatosamente cuando fue asesinado por nada menos que el papa Juan X, quien era el amante de la madre de Mazoria. Esta afrenta no la habría de perdonar así nomás Mazoria, quien era más venenosa y rencorosa que un alacrancito. Tras la muerte de su madre, Mazoria logró en el año 928 que echaran preso a Juan X y posteriormente se regodeó del gusto al lograr que lo mataran asfixiándole. Así vengaba la muerte de su marido y la afrenta que ella consideraba que le habían hecho.
Cuando Juan X fue asfixiado, el vacante trono papal fue ocupado por el primogénito de Mazoria, quien a estas alturas del campeonato ya tenía 20 años de edad. Este muchacho habido con el papa Sergio III tomó el nombre de Juan XI, y le tocó a él oficiar la misa de bodas de su hermosa madre cuando Mazoria se casó en segundas nupcias con Guido de Provenza.
Mazoria a estas alturas ya estaba corrompida absolutamente por su absoluto poder para deschincacar figuras políticas y eclesiásticas. El apetito sexual de la bella mujer no encontraba saciedad, y rezan las malas lenguas con la mía a la cabeza que cuando el pobre segundo marido de Mazoria murió, uno de los factores que le precipitaron la muerte fue el de agotamiento completo. A la muerte de Guido, Mazoria se casó en terceras nupcias con el hermanastro de su finado esposo, el rey Hugo de Provenza. Al casarse en el año 932 con su ex cuñado,Mazoria creyó que tendría otro pelele con quien jugar. Estaba aún de luna de miel con su tercer marido cuando Alberico Jr., ahora de 18 años de edad, quiso tomarse la Ciudad Eterna. Tuvo tan mal resultado como su finado padre, y al verse en problemas, Hugo de Provenza desertó a Mazoria dejándola a que enfrentara a su suerte a como mejor pudiera. Cuenta la leyenda que Mazoria intentó seducir a unos monjes que llegaron a recriminarle sus malas acciones.
La mala suerte persiguió también al primogénito de Mazoria, quien aún estaba calentando la silla de San Pedro como Papa Juan XI. El muchacho fue colocado bajo arresto domiciliar, acusado de numerosos crímenes y depuesto. Habría de morir 4 años después de ser puesto bajo arresto.
Mazoria entonces fue arrestada por su segundo hijo Alberico jr. Mientras gritaba que era un mal hijo y trataba de arañarle los ojos a sus captores como gata panza arriba, Mazoria fue llevada al Castillo San Angel por órdenes de Alberico, donde ella habría de permanecer por casi 50 años. Mazoria nunca perdonó a su segundo hijo, a pesar de que su arresto era como estar en una jaula de oro donde tenía acceso a todas las buenas cosas de la vida, incluso pajecillos con los cuales se refocilaba entre sábanas de seda.
Cuando Mazoria llegó a los 60 años de edad, su hijo Alberico murió a los 40 años. Fue precisamente su nieto Octaviano quien estimó que una viejecita como ella no debía estar sufriendo tanto. Al llegar Octaviano al solio papal con el nombre de Papa Juan XII en el año 955, decidió que era hora de aliviarle el dolor a Mazoria.
Mazoria tuvo que aguantar un largo proceso de exorcismo en el cual su salud se deterioró profundamente. Era azotada por religiosos y sometida a extensos ayunos, que le deben haber sabido a diablos ya que era bastante glotona. Posteriormente, el guiñapo humano que quedó vivo tras el exorcismo fue restaurado a la religión al levantarle la condena de excomunión que pesaba sobre ella. Lo que quedaba de Mazoria ya era irreconocible, y fue ejecutada en el año 986 de la era cristiana, dejando tras de sí un hálito de leyenda negra y un tufo a corrupción pocas veces encontrados en la historia universal.
Sin embargo, la voluntad férrea de esta mujer en época en que las mujeres no teníamos ni voz ni voto la han hecho ingresar a la galería de mujeres indómitas de todos los tiempos, y aún hay romanos que insisten en que el fantasma de Mazoria vaga por algunos sitios de la Ciudad Eterna buscando cómo vengarse por su ejecución.
1 comentario:
Muy interesante e ilustrativas estas páginas de la historia, que me imagino el Vaticano desearía que quedaran en el olvido. Mucho apreciaríamos que la autora escribiera sobre la Papisa Juana, que desde luego la Iglesia Católica se empeña en negar su existencia, otros historiadores la identifican con esta mujer escarlata y otros afirman que sí existió.
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